Andrés Manuel López Obrador ha sido un genio de la comunicación. Ante el gran y justificado enojo de los mexicanos con el gobierno de Enrique Peña Nieto vendió una idea a la sociedad: o están conmigo o están con Peña y la mafia del poder que lo acompaña.
Y esa ecuación binaria se ha llevado a diferentes ámbitos. El más reciente ha sido el proyecto futuro de México y su aeropuerto, el NAIM. En el recién concluido proceso de consulta la opción que nos dieron pareció ser: o se estaba con Texcoco —o sea, Peña Nieto y su corrupción— o se estaba con AMLO y la democracia.
Blanco o negro; sí o no; AMLO o Peña Nieto; Morena o el PRIAN. En esa tesitura hemos sido colocados como país.
Y en este proceso binario o se está a favor de la austeridad o se quiere el despilfarro de recursos. No existe la posibilidad intermedia de querer un México desarrollado, echado para adelante, con ciudadanos que tengamos un nivel de vida más parejo, sin disparidades tan abrumadoras en el ingreso, posible a través de políticas transparentes y del buen uso de los escasos recursos públicos con los que cuenta el Estado.
¿Por qué no podemos pensar en un México que tenga no uno sino varios aeropuertos de primera para recibir a turistas con una buena imagen y lograr ser el puente de comunicación entre norte y centro y Sudamérica con toda la derrama económica que ello implicaría? ¿Somos incapaces de lograr proyectos de desarrollo ambiciosos y sin corrupción de por medio?
¿Por qué no podemos pensar en un México que tenga una educación de mejor calidad para que los jóvenes mexicanos puedan competir en México y en cualquier parte del mundo que elijan para lograr un mejor nivel de vida para ellos y sus familias?
¿Por qué no podemos pensar en un México con salarios mejores para que las familias mexicanas cumplan el sueño mexicano de tener casa propia, auto propio, transporte público de calidad, servicios de salud de calidad y ese largo etcétera que miles van a buscar a Estados Unidos?
¿Qué ya no es posible pensar en un México que suba en la escalera del desarrollo y no uno en el que todos nos emparejemos varios peldaños más abajo?
Estas alternativas no las da AMLO porque ha decidido confundir austeridad con miseria y desarrollo con despilfarro. Y entonces ahora o estamos con AMLO y el México que no merece tener un aeropuerto de calidad mundial, o estamos con Peña Nieto y la mafia en el poder con todas las trampas y desigualdades que ello implica.
Ese es el México binario de hoy. Un México sin sentido común. Un México encaminado al fracaso. Parejos todos. Jodidos todos. Fracasados todos.
APOSTILLA: Parte del equipo de Norman Foster, el arquitecto que ganó el diseño de la obra del NAIM, decidió mudarse recientemente a la CDMX para no tener que estar viajando ida y vuelta a Londres de forma tan frecuente. La semana pasada algunos estaban de vacaciones en Bali confiados en que Texcoco ganaría la consulta. ¡Vaya sorpresa y decepción la que se llevaron!
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@AnaPOrdorica