La bebé de la senadora Martha Cecilia Márquez no es la primera en el mundo en subir, en brazos de su mamá, a tribuna. Está, por ejemplo, Neve, la hija de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, que con solo tres meses de edad, estuvo presente el año pasado en el histórico salón de plenos de Asamblea General de la ONU en Nueva York que conmemoraba ese día la Cumbre por la Paz de Nelson Mandela. Ardern es la segunda mujer en la historia del mundo moderno en dar a luz siendo jefa de Estado y la primera en llevar a su bebé a la Asamblea. En una entrevista, le preguntaron —mitad en broma, mitad en serio— que qué era más difícil: llevar a un bebé en un avión más de 17 horas para llegar de Nueva Zelanda a Nueva York o gobernar un país. Ella respondió: “Debo confesar que en ese momento me pareció igual de difícil”. La presencia del bebé no causó ningún problema para el desarrollo normal de la Cumbre. Nadie dijo nada.
En 2018, la legisladora británica por el partido Liberal Democrático, Jo Swinson, se convirtió en la primera en llevar a su bebé, Gabriel, a un debate al parlamento. Swinson no subió a tribuna con él y se salió del pleno para lactar, pero regresó después de hacerlo con el bebé ya dormido en brazos. La legisladora explicó: “Mis opciones eran: despertarlo y dárselo a alguien más para que lo cuidara por mí 20 minutos o entrar a la sala de sesiones y sentarme tranquilamente a escuchar sin hacer ningún daño.” Después de ver las imágenes del momento en una buena parte de la prensa mundial, Swinson dijo: “Creo que es un paso en la dirección correcta para modernizar el parlamento y para enviar un mensaje de que debe ser posible que los padres combinen las responsabilidades que tienen hacia sus hijos con las que tienen en el ámbito laboral. Con mucha frecuencia hacerlo es demasiado complicado. Eso no quiere decir que siempre lleves a tus hijos contigo, pero en el caso de bebés pequeños, para las personas que tienen que trabajar, se debe explorar la posibilidad de modernizar los espacios de trabajo”. Su acción dio pie a un debate en torno a la flexibilidad laboral y los permisos de maternidad y paternidad en la Gran Bretaña.
En abril pasado, a iniciativa de la primera senadora en activo en dar a luz, Tammy Duckworth, el Senado estadounidense pasó una legislación que permite la presencia de menores de un año en el piso de debates. El voto de los senadores fue unánime. Las frecuentes sesiones maratónicas y las recurrentes votaciones a media noche, fueron algunas de las razones por las que la iniciativa pasó sin problema. Pero más allá de las consideraciones prácticas, tanto republicanos como demócratas entendieron el tema como un asunto de principios: prohibir o inhibir —implícita o explícitamente— la presencia de bebés en las sesiones puede terminar afectando el trabajo y el desarrollo profesional de sus madres legisladoras. Eso, sobra decirlo, tiene un impacto directo en la diversidad y representatividad de los congresos.
En México, tristemente, el día en que una senadora decidió subir a tribuna con su bebé en brazos terminamos hablando sobre sus intenciones, su responsabilidad materna, su situación económica, su papel, su cuerpo, su estilo, sus respuestas. Qué revelador que el debate se centre en ella, la víctima, y no en la agresión de que fue objeto por parte del diputado Porfirio Muñoz Ledo. Qué ilustrativo de los tiempos que vivimos que la conversación pública no toque ni remotamente el fondo del asunto y que tome casi instantáneamente un tinte político que deja todo en una dualidad perversa. Aún así hay que insistir: estas actitudes deben de parar. Hoy por la senadora Márquez, pero mañana por todas las mujeres legisladoras y políticas que vienen, sean del partido o la ideología que sean. Hay que decirlo muy fuerte: contra el machismo, la ignorancia y la violencia ni un paso atrás.
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