El Estado mexicano cree que con rondines policiacos se puede proteger a una mujer amenazada. Y pues no. La realidad es que una mujer “protegida” por las autoridades, que había denunciado acoso y amenazas por parte de su esposo, que vive en un estado —Jalisco— que tiene dos declaratorias de alerta de género, una estatal —declarada en febrero de 2016— y una federal, emitida apenas en marzo pasado, puede ser asesinada sin mayor contratiempo.

Así pasó con Alexandra. Su cuerpo fue encontrado la mañana del 24 de diciembre pasado con varios impactos de bala. Estaba en su camioneta, a 30 kilómetros de su casa, en donde sus hijos, preocupados por que su mamá no había regresado a dormir después de salir a una fiesta la noche previa, la estaban esperando.

Antes de su asesinato y después de meses de agresiones y amenazas por parte de su esposo —con quien había vivido 15 años y de quien se había separado 4 meses atrás—, en octubre del 2017 Alexandra levantó la primera denuncia ante el Ministerio Público. Primera llamada. Ella estaba aterrada. Él era un hombre enojado y trabajaba con el fiscal. Estaba en una posición de poder. El Ministerio Público le otorgó una “orden de protección”, que se traducía en una llamada telefónica diaria y rondines “de repente”.

Poco después de un mes de contar con tan efectiva protección, la casa de Alexandra recibió dos balazos. Ahí estaban ella y sus hijos. Uno de los balazos, dirigido directamente a su habitación. Llegó la policía y acordonaron la casa. Para tranquilizarla, prometieron que enviarían a peritos de balística. Jamás llegaron. Desesperada, acosada, perseguida y —lo peor de todo: ignorada por las autoridades— Alexandra volvió a publicar en Facebook: “Temo por mi vida y por la vida de mis hijos y sólo una persona es culpable de eso y lo hago responsable si algo peor llega a pasar”. Y aún más: “Hasta dónde tenemos que llegar para que las autoridades agilicen y se proceda legalmente contra estos delitos de amenazas y acosos”.

Después de este episodio, que bajo cualquier parámetro tendría que haber levantado las alarmas de las autoridades que estaban obligadas a protegerla, el caso de Alexandra no les mereció ni un esfuerzo más: no se hizo un nuevo análisis de riesgo, no se adoptaron medidas adicionales y, por supuesto, no se realizó investigación alguna. Los efectivos rondines siguieron su curso. Y Alexandra fue asesinada.

“Las mujeres están siendo asesinadas con órdenes de protección, están siendo asesinadas denunciando, están siendo asesinadas con un montón de supuesta política pública”, dice Alejandra Cartagena, del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres. Esto es una epidemia y es momento de preguntarnos: ¿De qué sirve la alerta de género? ¿De qué sirven las medidas de protección? ¿Con qué herramientas de defensa cuenta una mujer probadamente amenazada, perseguida y acosada en México? ¿Del lado de quién están las autoridades? ¿Son cómplices o ineptas, o las dos?

Hoy, por este caso hay cuatro detenidos. Uno de ellos, su esposo. A ella, sobra decirlo, la justicia le llegó tarde.

PASE USTED. En Oaxaca, se ha concluido la reconstrucción de 65 casas… de casi 27 mil con daño total. En Chiapas 134… de 14 mil. Dejo ahí el dato para cuando algún funcionario federal, o local, hable de urgencias y prioridades.

@anafvega

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