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Tras muchos retrasos, se presentó finalmente el plan de seguridad del gobierno entrante. El asunto da para muchas columnas, pero van algunas reacciones iniciales:
1. El plan es de espectro amplio. Cubre mucho espacio de políticas públicas, desde la política social hasta el combate a la corrupción , pasando por las prisiones, las fuerzas armadas y la política de drogas . En esa piñata, los temas específicos de seguridad pública son más bien escasos.
2. Hay mucho voluntarismo y pensamiento mágico detrás del plan. Se asume, sin mucha evidencia empírica, que un combate genérico a la corrupción reduce en automático la actividad delictiva. Lo mismo vale para la política social. Pareciera haber una creencia de que todo lo bueno viene junto.
3. Por lo que se entiende del documento, se pretende ofrecer abiertamente beneficios jurídicos a perpetradores de delitos graves, a cambio de algún tipo de desmovilización. Eso va mucho más allá que una amnistía para pequeños infractores de delitos vinculados con drogas. Potencialmente, este asunto puede ser dinamita política pura.
4. El plan apuesta por una salida abiertamente militar a los dilemas de seguridad pública. Se plantea la creación de un cuerpo militar (la Guardia Nacional ), ubicado administrativamente en la SEDENA , para atender de manera permanente asuntos de policía. Para ello, se propone reformar un tramo no trivial de la Constitución. Y eso puede ser bueno o malo, pero ciertamente no es desmilitarización.
5. El tufo centralista es inocultable. Pareciera haber un propósito de someter a las fuerzas de seguridad estatales y municipales a un mando central por el intermedio de unas mal descritas coordinaciones territoriales. Esta es tal vez la peor idea del plan: va a reforzar la tendencia de gobiernos estatales y municipales a rehuir su responsabilidad y trasladarla a un gobierno federal que va a acabar rebasado muy rápido.
6. El plan tiene ausencias notables. Prácticamente no hay nada sobre reforma policial. Poco o nada dice sobre procuración de justicia. La Fiscalía General de la República parece un actor olvidado del diseño estratégico.
7. Nadie dijo nada sobre un tema crucial: el dinero. Los programas planteados no son baratos. Buena parte de lo mencionado tiene un impacto presupuestal no menor. Y sobre eso no hubo más que silencio.
En resumen, el plan anunciado ayer no me deja tranquilo y no me da razones para el optimismo.