Se ha traído y llevado mucho la propuesta de amnistía de Andrés Manuel López Obrador . Como se recordará, la lanzó originalmente en diciembre pasado, en un mitin celebrado en Quechultenango, Guerrero.
De entonces a la fecha, tanto el candidato como algunos de sus voceros (Alfonso Durazo, Olga Sánchez Cordero) han provisto detalles adicionales, pero persisten dudas sobre la medida.
Van algunas:
1. ¿Para qué se quiere la amnistía? Según se desprende de las declaraciones de AMLO y sus representantes, tendría un propósito doble: 1) hacer justicia a ciertas poblaciones específicas (mujeres encarceladas por ser mulas, indígenas obligados a producir amapola, etcétera) y 2) servir como instrumento en un proceso más amplio de pacificación. Entiendo (y aplaudo) lo primero, pero no tanto lo segundo: ¿qué efectos pacificadores suponen que tendría una amnistía en las comunidades de origen de los reos ? ¿Cuál sería el vínculo causal entre la liberación anticipada de algunos presos y una posible disminución en el número de delitos violentos?
2. ¿Por qué tanta insistencia en la amnistía como método? Si lo que se busca es, entre otras cosas, la liberación pronta de algunos reos específicos, ¿por qué no se exploran primero todas las posibilidades que ya existen en el sistema de justicia penal? En algunos casos se podría aplicar el llamado criterio de oportunidad. En otros se podrían derivar los expedientes hacia medidas alternativas de solución de conflictos (mediación, reparación del daño, trabajo comunitario, etcétera). También algunos reos podrían obtener beneficios de libertad anticipada. Todo lo anterior se podría hacer con la legislación penal vigente, sin necesidad de una ley de amnistía (y con mucho menos controversia).
3. ¿Por qué no ha habido un intento de (más o menos) dimensionar la población que podría ser objeto de la amnistía propuesta? En general, los pronunciamientos sobre los números han sido más bien vagos, cuando no extraños. Hace dos días, en un tuit, Olga Sánchez Cordero, posible secretaria de Gobernación en una administración López Obrador, afirmó que “Morena… busca una amnistía a esos millones que han sido reclutados por el crimen organizado ”. En todo el sistema penitenciario nacional (estatal y federal), hay algo más de 230 mil presos. De esos, entre 30 y 40 mil se encuentran en prisión por delitos relacionados con drogas (incluyendo narcomenudeo). No se entiende bien como se llega de esos niveles a los millones mencionados por Sánchez Cordero ¿A quién más pretenden amnistiar? ¿Qué significaría en concreto la amnistía para alguien que no está preso o sujeto a proceso penal?
4. En todo caso, una amnistía atiende el problema de una población que ya fue criminalizada. No hace nada para dejar de criminalizar a otros individuos de los mismos grupos. Entonces, ¿qué acompañaría a la mentada amnistía? ¿Una reforma a la política de drogas? ¿Con qué alcance? ¿Sólo para la marihuana? ¿O incluiría también, por ejemplo, la producción de amapola? Hay muchas respuestas posibles a estas preguntas. Ninguna es fácil y ninguna es obvia. Pero sí hay que tener en claro que una amnistía puede resolver el pasado, pero no el futuro
Entiendo que una campaña electoral no es el mejor momento para hacer muchas precisiones. Pero si en la campaña de López Obrador quieren sacudirse la presión que les ha generado este tema, bien harían en dejar menos a la imaginación. Decir que luego se llamará a los expertos o al Papa para ponerle carne a los huesos es dar señal de que eso de la amnistía no es más que ocurrencia.
¿Lo es? ¿Hay algo más que un slogan? No sé. Ojalá sí: es preferible discutir ideas que aventarnos consignas.