Hace dos semanas, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador anunció que, en lo inmediato, las Fuerzas Armadas seguirán participando en labores de seguridad pública. Esta semana, en Monterrey, expandió el compromiso y añadió una explicación: “Vamos a utilizar de otra forma al Ejército y la Marina… que en vez de defensa nacional sean instituciones para la defensa interior y la seguridad pública. No tenemos amenaza de ninguna potencia extranjera y en el caso de que sucediera… defenderemos a nuestra patria todos los mexicanos”.
Sobre la continua participación militar en tareas de policía, hice algunos comentarios hace algunos días. Esta última afirmación amerita otros. Aquí van:
1. Asumir que el país no enfrenta amenazas externas parece exceso de optimismo. Allí está Donald Trump para recordárnoslo a diario. Allí está Venezuela como señal de que nuestro vecindario geopolítico es menos estable de lo que suponíamos.
2. Pero además de riesgos, el país tiene obligaciones globales. México ya participa en misiones de mantenimiento de la paz o ayuda humanitaria fuera de territorio nacional. Las presiones para que aumente su compromiso en ese tipo de operaciones van a ir en aumento sostenido.
3. A esto hay que añadirle las tareas que realizan las Fuerzas Armadas mejor que nadie y que no son asuntos de seguridad pública o seguridad interior. Caen en esta categoría las labores de protección civil y respuesta ante desastres naturales, pero también algunos esfuerzos de protección ambiental.
4. En resumen, México necesita fuerzas militares. ¿De qué tamaño y con qué capacidades? Ese es un debate complejo, sin respuestas obvias. Pero hay que partir de una certeza: no todo es asunto de policías y ladrones.
5. Por otra parte, los soldados y marinos no son policías. No han sido entrenados como tales. No están equipados como policías. Se les ha usado como policías porque los policías faltan o no funcionan. Pero siempre, aún en los círculos más militaristas, se ha asumido que esa es una situación anómala.
6. Eso no significa que no haya existido la tentación de convertir a los militares en policías. La Policía Federal Preventiva se formó inicialmente con elementos de las Fuerzas Armadas. Felipe Calderón caviló la posibilidad de trasladar a algunas decenas de miles de soldados y marinos a la Policía Federal. Enrique Peña Nieto planteó la creación de una Gendarmería, conformada por 40 mil militares (y que se acabó creando a escala mucho más pequeña y sin componente militar).
7. ¿Por qué ha persistido esa idea? Por razones entendibles: hay una emergencia de seguridad y un déficit de policías. Ante eso, es lógico querer echar mano de todos los recursos, incluyendo unas Fuerzas Armadas que se piensan subutilizadas al no existir (supuestamente) amenazas externas
8. ¿Cuál es el problema con ese argumento? Uno muy simple: desde la perspectiva de los militares, las Fuerzas Armadas no están subutilizadas, sino sobrecargadas. Han asumido, probablemente con razón, que se pretende quitarles personal, pero no restarles responsabilidades. Dado eso y una serie de problemas administrativos (vinculados al acceso al sistema militar de seguridad social), los intentos de convertir a un número importante de soldados y marinos en policías se han topado con resistencia infranqueable en el Ejército y la Marina.
Mi predicción: va a suceder lo mismo en esta ocasión. La propuesta de López Obrador no parte de una reflexión a conciencia sobre la seguridad nacional, la política de defensa o el rol del Fuerzas Armadas. Hay, como ha sucedido antes, la búsqueda de un atajo en la construcción de policías. Pero ese atajo termina con muro.
Hay que pensarle por otro lado.