Esta semana, Andrés Manuel López Obrador cumple 100 días de gobierno. Si bien es una fecha arbitraria, es un periodo generalmente aceptado para hacer un primer corte sobre el desempeño del gobierno. Van mis comentarios sobre este arranque de administración en los temas que conciernen a esta columna.
Lo bueno
1. La importancia concedida a los asuntos de seguridad. Se puede acusar al presidente de muchas cosas, pero no de desentenderse de los problemas de seguridad. Bien o mal, con información pobre o suficiente, López Obrador se entera a diario de lo que sucede en el país. Ese es un contraste positivo con respecto a la administración anterior.
2. La decisión de combatir el huachicol. Tengo mis dudas sobre la estrategia seleccionada, pero es sin duda positivo que se haya emprendido un esfuerzo por combatir el robo de combustible, un delito particularmente tóxico en múltiples dimensiones.
3. La flexibilidad en la negociación de la Guardia Nacional. Es de reconocerse que el gobierno y sus bancadas legislativas atendieron las críticas y estuvieron dispuestos a modificar el proyecto en temas cruciales (ubicación administrativa y naturaleza del mando).
Lo malo
1. La falta de claridad estratégica. Se creó una Secretaría de Seguridad gigantesca, para luego anunciar que la iban a mutilar al enviar a la Policía Federal a la Sedena y acabar de vuelta con algo que puede resultar enorme o no, dependiendo del ritmo de creación de la Guardia Nacional. Y vale una reflexión similar para la propia Guardia Nacional: al final del debate legislativo, el gobierno parecía desesperado por aprobar algo, lo que fuere, con tal de que se diese licencia a los militares para seguir en las calles durante el actual sexenio.
2. La Guardia Nacional. En el corto plazo, no va a tener mayor efecto. Según se ha dicho, va a arrancar con unidades de Policía Militar, Policía Naval y Policía Federal. Pero resulta que esas unidades ya están desplegadas y realizan labores de seguridad pública. En lo inmediato, no va a haber un elemento más. Y eso sin considerar la muy probable salida de la nueva corporación de buena parte de los policías federales. En el mediano plazo, el posible impacto depende de metas de reclutamiento difícilmente cumplibles. Si se mantiene el control de confianza, se van a necesitar entre 500 y 600 mil candidatos para incorporar a 50 mil elementos nuevos a la corporación. Buena suerte con eso.
3. Las coordinaciones territoriales. La decisión de distribuir el país para fines de despliegue en 266 coordinaciones territoriales no tiene ninguna lógica aparente, ya sea demográfica, territorial o de incidencia delictiva. Tampoco lo tiene el despliegue programado por coordinación. ¿Por qué 600 elementos? ¿Qué se puede hacer con un despliegue de ese vuelo en una ciudad como Guadalajara o Tijuana? Lo mismo vale para las 17 regiones prioritarias: allí parece haber más improvisación y urgencia que sentido estratégico.
Lo feo
1. Las más de 9,000 mil víctimas de homicidio desde la toma de posesión. Entre diciembre y enero se registraron oficialmente 5,848 víctimas de homicidio doloso y feminicidio. En febrero, probablemente se acumularon 2,600 más. Y en los primeros 10 días de marzo, posiblemente se sumen 950 más. Eso da un total aproximado de 9,400 víctimas en 100 días. Esto ciertamente es resultado de una inercia heredada por el actual gobierno, pero el problema es que no se ve nada que pueda cambiar en el corto plazo la trayectoria. A este ritmo, cerraremos el presente año con más de 36,000 personas asesinadas. Una tragedia por donde se le mire.
En conclusión, estos 100 días no son un desastre, pero ciertamente no anuncian un cambio notable en las condiciones de seguridad del país.
alejandrohope@outlook.com
@ahope71