En esta semana, Andrés Manuel López Obrador, el (casi) candidato presidencial de Morena y sus aliados, hizo algunos pronunciamientos importantes en materia de seguridad. Van algunos comentarios breves:
1. En la definición de sus metas, López Obrador es a la vez astuto y temerario. El martes afirmó lo siguiente: “Yo voy a conseguir la paz, ese es mi compromiso… A mitad del sexenio ya no habrá guerra”. En este contexto, paz y guerra son términos suficientemente ambiguos para darse un amplio margen de maniobra. Ese es el golpe de astucia.
2. Sin embargo, López Obrador no se detuvo allí. Afirmó que, en el mismo plazo, “se tendrá una situación distinta en México, porque se reducirán los índices delictivos.” ¿Cuáles? Sugirió que los de “los delitos que sí se denuncian”, homicidio y robo de vehículo. Este es el golpe de temeridad: ambos delitos son responsabilidad de autoridades estatales, no del gobierno federal. AMLO le está entregando la métrica de su éxito o fracaso a gobiernos que, además de ser incompetentes, muy probablemente tendrían poca inclinación a colaborar con su administración.
3. Hay otro problema: la tasa de homicidio no depende sólo de la política pública, particularmente en el corto plazo. Una espiral de violencia homicida puede surgir en cualquier momento, por múltiples razones mal comprendidas. Al prometer menos homicidios, López Obrador se vuelve rehén de las circunstancias. Lo mismo hizo Enrique Peña Nieto hace seis años y así le fue.
4. López Obrador ha propuesto desde hace varios meses la creación de una Guardia Nacional, pero no está claro que significa esa propuesta. El concepto está contemplado en la Constitución, pero tiene alcances limitados: se trata de una suerte de reserva militar, sujeta al control de los gobiernos estatales. No ha existido en la práctica desde el siglo XIX y no es un instrumento para labores de seguridad pública. La idea probablemente no va por allí.
5. Así pareció confirmarlo ayer López Obrador. Dijo lo siguiente: “vamos a integrar a todas las fuerzas policíacas y militares del país en una sola corporación; se va a crear una guardia nacional”. ¿Eso significa desaparecer a las Fuerzas Armadas? ¿O militarizar a las corporaciones de policía? ¿O crear una fuerza intermedia, a la manera de la Guardia Civil española? ¿O es algo así como las Bases de Operación Mixta (BOM), donde trabajan de manera conjunta personal militar y policial? No está claro. Las dos últimas opciones son relativamente sencillas. Las dos primeras necesitan una cirugía mayúscula al marco constitucional y legal de la seguridad en México.
6. Como Peña Nieto, López Obrador le atribuye enormes poderes a la coordinación entre dependencias. Como Peña Nieto, se inclina por el mando único. Como Peña Nieto (entre 2012 y 2016), quiere apostarle a la prevención social del delito. Como Peña Nieto, parece desconfiar de las policías, prefiriendo alternativas de corte más militar. Sorprende el tono peñanietista del discurso del principal opositor del gobierno. A pesar del ruido generado por algunas propuestas (la ya famosa amnistía), hay aquí más continuidad de lo que parece a primera vista.
7. ¿Y el nombramiento de Alfonso Durazo? No tiene experiencia en el sector, pero eso no necesariamente lo descalifica. Habrá que esperar ¿Y los integrantes del “Consejo Asesor para Garantizar la Paz”? Muy respetables todos, pero son sólo asesores. El consejo es más propaganda que cualquier otra cosa.
En resumen, lo anunciado por López Obrador me deja con la sospecha de que no ha pensado mucho en el tema de seguridad, no le interesa demasiado y, por ahora, no planea grandes cambios. Cada quien dirá si eso es bueno o malo.
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