El domingo, los secuestros fueron tema de debate. No todos los secuestros. No los de hoy, sino los de hace quince años. No los de todo el país, sino los de una sola entidad federativa: lo que a principios de siglo se llamaba Distrito Federal y hoy se llama Ciudad de México .
Andrés Manuel López Obrador
, candidato de la coalición J untos Haremos Historia y jefe de Gobierno del DF entre 2000 y 2005, afirmó lo siguiente durante el debate presidencial: “Cuando fui jefe de Gobierno, se redujo el delito de secuestro en 38%”. Por su parte, Ricardo Anaya , candidato de la coalició n Por México al Frente , hizo la siguiente acusación: “Es falso que cuando fue jefe de Gobierno estuviera bien la seguridad, por cada 100 casos en el país, los secuestros crecieron 88%”.
Los dos datos son a la vez ciertos (más o menos) e irrelevantes (decididamente).
Déjenme empezar con el dato de López Obrador: entre 2000 y 2005, según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública , el número de secuestros denunciados en el Distrito Federal pasó de 141 a 103. Es decir, una caída de 27% (menos que el 38%, pero disminución).
Anaya alega que, aunque disminuyeron los secuestros denunciados en la capital del país entre 2000 y 2005, aumentó la participación del DF en el total nacional. En ese periodo, el total nacional de secuestros denunciados pasó de 591 a 278. En consecuencia, la participación del DF creció del 23.9% en 2000 a 37.1% en 2005. Es decir, hubo un incremento en la participación (menos que el 88%, pero incremento). Es una manera un tanto extraña de ver la información, pero concedamos que el número no es falso.
Falso no, pero ridículo sí. Y lo mismo vale para la cifra de López Obrador.
¿Por qué? Porque la inmensa mayoría de los secuestros no se denuncia. Según la más reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública ( Envipe ), se registraron aproximadamente 65 mil secuestros en todo el país. Se denunciaron mil 131. Es decir, la cifra negra (el porcentaje de delitos no denunciados) fue de 98%.
Ese dato es nacional y se refiere a 2016. No sabemos con precisión si lo mismo sucedía en el DF a inicios del siglo (no existían en esa época buenas encuestas de victimización). Pero es al menos probable que la cifra negra rondase en niveles similares: la desconfianza en las autoridades y las barreras a la denuncia no empezaron en este sexenio.
Hay un problema adicional. El número de secuestros estimados en la Envipe y el número de secuestros denunciados no necesariamente se mueve en la misma dirección de un año al otro.
En consecuencia, es imposible saber si la caída en el número de secuestros denunciados debe interpretarse como una caída en el número de secuestros o una disminución en el número de denuncias. De hecho, dado el tamaño de la cifra negra, lo deseable es que los secuestros denunciados aumenten, no disminuyan, ya que podría indicar un incremento de la confianza en la autoridad o un aumento de las capacidades de las instituciones.
Conclusión: no sabemos si los secuestros subieron o bajaron en el DF entre 2000 y 2005. No lo sabe López Obrador y no lo sabe Anaya. Y si dicen que saben, no saben.
Bueno, ¿y qué? ¿Qué más da si se presumen los logros propios o se atacan los del rival usando números que no dicen nada? Pues mucho: cada vez que un político presume sobre la disminución de delitos denunciados o ataca a un adversario por el aumento de la denuncia, alguien en alguna agencia del Ministerio Público lo va a leer como instrucción para disuadir la denuncia, para impedir que el Estado sepa lo que debe saber, todo para que el jefe quede bien.
Lo he dicho antes y lo digo de nuevo hoy: queremos más denuncias, no menos.