El próximo viernes el Inegi publicará su boletín de prensa del PIB correspondiente al cuarto trimestre de 2017, que probablemente anuncie un crecimiento de 1.7% anual (cifras originales), marginalmente inferior a la estimación oportuna de 1.8% que realizó dicho instituto el pasado 30 de enero. Con ello, la economía mexicana alcanzaría un crecimiento de 2.1% en 2017. Con cifras ajustadas por estacionalidad, se espera un avance trimestral de 0.74% en el mismo periodo.
El crecimiento del PIB durante el cuarto trimestre del año pasado se caracterizó por el menor dinamismo de la producción industrial mexicana y es posible que el boletín del Inegi presente para ese sector un retroceso de 1% anual (cifras originales). Dicha caída estará explicada parcialmente por la recesión que atraviesa el sector minero y por una contracción de la construcción.
Analizando las cifras mensuales de producción industrial, se puede apreciar que la minería retrocedió 8.8% principalmente por una reducción de la plataforma de producción petrolera de nuestro país. Por su parte, la disminución de la inversión en construcción se explica por una contracción de la inversión pública en infraestructura, derivada del esfuerzo de consolidación fiscal que llevó a cabo el gobierno federal.
En el caso de la producción manufacturera, si bien ésta mantuvo un mejor desempeño que las dos actividades antes mencionadas, también presentó una desaceleración que fue evidente en el crecimiento de sólo 0.9% anual en diciembre pasado.
Ahora bien, el crecimiento de la economía mexicana en 2017 se benefició del desempeño favorable que continuaron mostrando los servicios, mismos que probablemente alcancen un crecimiento promedio de 2.7% anual, en respuesta al avance de la demanda interna ante el dinamismo del crédito
privado bancario y del mercado laboral formal mexicano.
Hacia adelante la economía mexicana enfrentará retos importantes que podrían afectar al crecimiento económico. En particular, el consumo privado podría presentar una desaceleración marginal por los niveles de inflación, pero tal efecto podría resultar compensado parcialmente por una persistente mejoría del mercado laboral. Aún así, el gasto interno continuará siendo uno de los principales motores de crecimiento de la economía mexicana.
Respecto a la actividad industrial, se espera —al menos en la primera mitad de 2018— un mayor dinamismo de la producción manufacturera, como resultado de que la mayor incertidumbre en torno al futuro de la relación comercial entre México y EU podría incentivar mayores flujos de mercancías exportadas hacia ese país, en anticipación de un posible escenario de mayores restricciones hacia delante. También, dicha incertidumbre podría afectar los flujos de inversión privada en la industria manufacturera.
Para la construcción pública, se anticipa un mayor crecimiento tan pronto como en el primer trimestre de 2018, generado por un mayor gasto gubernamental de las entidades federativas y municipios. Tal evolución podría responder a que el proceso electoral de este año pudiera detonar un mayor gasto en proyectos de infraestructura.
En contraste, la incertidumbre respecto del panorama político y económico podría traducirse en una desaceleración de los flujos de inversión privada en construcción. Asimismo, la recesión de la industria minera continuará al menos durante el primer semestre de 2018, afectando al dinamismo general de la economía. En el caso del comercio y los servicios su comportamiento en la primera mitad del año pudiera beneficiarse del gasto asociado a las campañas electorales y, en general, al proceso electoral.
En el agregado, el PIB presentaría un menor ritmo de crecimiento durante la primera mitad del año explicado principalmente por la incertidumbre asociada tanto a la renegociación del TLCAN como al proceso electoral que se llevará a cabo en nuestro país el 1 de julio.
No obstante, es importante recordar que a pesar del moderado crecimiento económico del país, se ha mantenido la solidez de los fundamentales macroeconómicos. Las finanzas públicas han exhibido una mayor estabilidad gracias a los esfuerzos de consolidación fiscal que ha llevado a cabo el gobierno federal. Por su parte, no obstante que la inflación tuvo un repunte hacia finales del año pasado, la oportuna intervención de Banxico ha permitido anclar las expectativas inflacionarias. En la medida que la incertidumbre en torno a los eventos ya descritos se vaya disipando, la economía mexicana será capaz de generar un mayor crecimiento económico, acompañado de una inflación decreciente, en un ambiente de estabilidad y sin desequilibrios externos.
Economista Senior de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones que se expresan son responsabilidad exclusiva del autor.