En uno de los tantos documentos que se filtraron en el famoso Sony hack de 2014, había un correo que enviaba el CEO de Marvel Entertainment, Ike Perlmutter, al CEO de Sony, Michael Lynton. En él, Perlmutter enlista una serie de películas de superheroínas que habían sido un fracaso comercial. Esto como continuación de una charla donde presumiblemente el CEO de Marvel buscaba convencer a su contraparte en SONY de lo mala idea que era siquiera pensar filmar una película de superhéroes con una mujer en el protagónico.

Catwoman (2004), Elektra (2005) y Supergirl (1984) eran los ejemplos con los que Perlmutter armaba su argumento. Todas esa películas fueron “desastres”, decía en su correo, y no le faltaba razón pero, ¿fueron desastres por estar protagonizadas por una mujer?

A siete años de iniciado el famoso MCU (Marvel Cinematic Universe), Marvel aún creía que tener a una mujer como protagónico en una de sus películas era una invitación a perder dinero. En ese mismo año, el presidente de Marvel Studios, Kevin Feige, declaraba sentirse “orgulloso” de cómo manejaban a los personajes femeninos en Marvel, y descartaba en un futuro cercano tener a una película Marvel con una heroína a cargo. El único personaje femenino relevante hasta entonces era Black Widow (Scarlett Johansson) cuya aparición cumplía más las veces de compinche y madre de los héroes masculinos, así como de atractivo visual gracias al sexy vestuario de la Widow y los ocasionales close-ups a su bien torneada figura (concretamente a su trasero).

Así pues, en un lapso de menos de tres años, la realidad terminó por rebasar a Marvel. El advenimiento de movimientos como el Me Too y la clara tendencia de Disney en impulsar cada vez más cintas protagonizadas por mujeres (Star Wars, para no ir más lejos) obligó a Marvel a replantear la estrategia. Ahora no sólo nos encontramos con la primera película Marvel comandada por una mujer, Capitana Marvel, sino que además es ella misma la que muy probablemente salve al universo entero en el cierre de la saga Avengers (Avengers: End Game, a estrenarse este mismo año).

Este repentino (pero obligado) cambio de rumbo permea en todo Captain Marvel, una película que se nota forzada en todas las costuras: un guión con demasiada exposición, narrado prácticamente en flashbacks, con una pobre ambientación de época, y una historia tan mínima que resulta poco memorable. Es otro de esos ejemplos de películas que pudieron ser un tuit.

A eso se le debe agregar la absoluta falta de carisma de la protagonista, Brie Larson, quien fracasa en generar la empatía necesaria para que nos importe lo que le sucede en pantalla.

Estamos en la década de los 90. Vers (Brie Larson) es miembro de una especie de policía espacial que llega por accidente a la tierra persiguiendo a una raza cuyo signo distintivo es su habilidad para cambiar de forma y así clonar la apariencia de cualquier ser humano. Es ahí donde Vers conoce a Nick Fury (un rejuvenecido Samuel L. Jackson), quien para el caso es también un policía. Vers le explica la existencia de esta raza de metamorfos y le advierte de una posible invasión a la tierra.

Luego de 20 minutos de un inicio absolutamente aletargado, lleno de exposición y mucho aburrimiento, la película comienza a agarrar ritmo cuando Samuel L. Jackson entra en escena. Ahí la película se torna en un clásico buddy cop movie al estilo de Die Hard 3 (1995) y Men in Black (1997) con mucho humor y con un Jackson apropiándose de toda la película.

Pero cuando el guión -escrito a seis manos por la dupla de directores, Anna Boden y Ryan Fleck, junto con Geneva Robertson-Dworet - abandona la jocosa liviandad del personaje de Nick Fury para regresar al drama impostado en la hosca e inexpresiva Larson, es entonces cuando la película sufre de sus momentos más cansados, monótonos y grises.

La estructura del relato se vuelve abigarrada hasta que descubres que todo está diseñado para justificar la “gran” vuelta de tuerca, medianamente predecible y poco emocionante, que no aporta nada más que espacio para meter paja en forma de peleas, persecuciones en auto, explosiones y todos los ingredientes clásicos de una película Marvel.

La ambientación de época se limita a algunos teléfonos, algunos comercios conocidos (el ya mencionado Blockbuster o la tienda Radioshack), uno que otro gadget del momento (monitores de los gordos y un Game Boy que salva el día), el internet de dial-up (que al menos da para un par de buenos chistes) así como el soundtrack, efectista a mares y sin la elegancia de un Guardians of the Galaxy (Gunn,2014). El soundtrack parece más bien tener el propósito de inyectar emoción a aquellas escenas que no la tienen, así sean peleas coreografiadas de las cuales no hay una sola memorable ni emocionante.

¿Cuál es el propósito de esta cinta? Pareciera que Marvel quiere lavarse la cara luego de insistir en que las mujeres no hacen buenas películas de superhéroes. Lo peor del caso es que, al menos en esta ocasión, tuvieron razón, pero ello no es por que la señorita Denvers sea mujer, sino por la urgencia en añadir esta pieza en un rompecabezas que a todas luces no le corresponde.

Lo peor es que el mensaje que importaba, el mensaje feminista dirigido principalmente al público joven, queda diluído en toda una serie de torpezas y servidumbres que la dupla de directores (procedentes del cine independiente) no supieron ni pudieron sortear, al contrario, se convirtieron en creativos a sueldo a los que sólo les quedaba ejecutar sin el espacio suficiente para desarrollar a su personaje y, más importante aún, desarrollar ideas.

El empoderamiento de Carol Denvers, una mujer que de chiquita todos le decían que no podría hacer todas las cosas “de hombre” que pretendía hacer (jugar béisbol, manejar un go-kart, pilotear aviones) se expresa con la misma fuerza y relevancia que un algodón de azúcar. Pero su nueva libertad, ahora asumida al tener superpoderes, queda en entredicho cuando el personaje no es más que una marioneta, una vil escala en un viaje mucho más grande, cuyo armado lleva años y que ahora, tras la nueva realidad, se convertirá en la pieza clave por decreto, así haya llegado ya tarde a la fiesta.

Al final, el más empoderado es el gato (que se llama Goose, o sea, Ganso) mismo que se roba la película y único (junto con Fury) que auténticamente hace lo que quiere.

Twitter: @elsalonrojo

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