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Todos tenemos un momento de nuestra niñez que nos marca y que nos enamora de este bendito deporte llamado futbol. En mi caso hay dos puntos de inflexión, el primero, el más importante, sucedió en el Mundial de México’86 . Yo era un infante que se quedó embobado mirando a la televisión mientras un tal Diego Armando Maradona se contoneaba sobre el césped del Estadio Azteca reduciendo a los jugadores ingleses a simples guiñapos, marcando el gol de todos los tiempos. Curiosa ironía, el recuerdo que enamoró a este escriba por el balompié, es el que supuso una de las mayores humillaciones a Inglaterra, el país cuya manera de entender el deporte rey, hoy me tiene enganchado.
El otro gran momento ocurrió pocos años después, el Milan de Arrigo Sacchi dominaba Europa. La escuadra rossonera humillaba al Real Madrid en la Copa de Europa y su juego maravillaba a todo el planeta futbol. Soy un privilegiado, pertenezco a una generación que vio en su máximo esplendor a Maradona así como a Van basten, Gullit y Rijkaard –los niños de la época los nombrábamos del tirón, como si fuese un rezo o una letanía–, y que ha podido disfrutar de Messi y Cristiano Ronaldo , los caníbales de nuestro tiempo.
De cómo ha envejecido Maradona poco hay que decir, todos tenemos ojos para verlo y corazón para que se nos rompa con cada nueva astracanada del antaño ídolo.
Hablar de la historia del Milan es hablar de un club con 7 Champions League , 3 Copas Intercontinentales , un Mundialito de clubes y 18 títulos ligueros… esto como apunte, su palmarés es mayor. Hablar del Milan es hablar de historia del futbol y de uno de los equipos más grandes del mundo.
El presente de los rossoneri se asemeja a la destrucción de Pompeya. Se nos rompe un poquito de nuestra infancia cuando vemos como el que fue tirano de todo un continente, se ve reducido a un equipo casi menor. El equipo de San Siro –estadio que será demolido, para mayor escarnio hacia nuestro maltrecho corazoncito– ha sido excluido de competir en la Europa League , en base a romper las reglas del fair play financiero marcado por UEFA . Lo más traumático es que la propia entidad lombarda prácticamente ha solicitado el castigo, ya que lo que podía venir era peor –la propia exclusión de la competición europea y dos ventanas de mercado sin poder fichar–; en los últimos 6 años, el Milan no ha jugado en Europa 4 de ellos. Insólito.
El destino parece que está empeñado en destruir los iconos de nuestra infancia. Con el Diego mucho me temo que no hay arreglo. Sólo espero que el Milan despierte pronto del mal sueño en el que está inmerso y vuelva a enamorar a generaciones venideras, como hizo con mi generación.