En días pasados se habló mucho de una posible intervención rusa en las elecciones presidenciales a favor de Andrés Manuel López Obrador, lo cual fue tomado como broma por el mismo Obrador y muchos más, sin embargo, de ser cierto, no sería la primera vez que Rusia se entromete ilegalmente en asuntos políticos de otros países.
El pasado 17 de enero, Javier Lozano, el vocero de la precampaña de José Antonio Meade en conferencia de prensa advirtió de una posible intervención rusa a favor de Morena y llamó a AMLO “Andrés Manuelovich”.
López Obrador respondió al día siguiente a través de un video en el puerto de Veracruz y bromea al decir que está esperando que surja el submarino que le trae oro de Moscú porque ahora es Andrés Manuelovich.
El caso más conocido son las pasadas elecciones presidenciales de Estados Unidos, en las que el equipo de Putin apoyó en secreto la candidatura del actual presidente Donald Trump. La campaña de Hillary Clinton fue atacada en numerosas ocasiones al ser víctima del robo de correos electrónicos confidenciales y de varias noticias falsas que circulaban en redes sociales.
También hay evidencia de interferencias rusas a favor de la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, en las pasadas elecciones francesas, ya que el equipo de su rival, Emmanuel Macron fue hackeado días antes de los comicios.
En los referéndums de Brexit y de Cataluña de igual manera se encontraron huellas rusas en redes sociales. Cuentas en Twitter y Facebook difundían información falsa o sesgada que con ayuda de bots se convirtieron en tendencia.
Rusia tiene numerosas técnicas de intervención, pero de manera general todas consisten en atacar la información y la comunicación del país en cuestión con el objetivo de desinformar e influir en la opinión pública de los votantes.
Por esto, no es descabellado pensar que Rusia pueda interferir en en las campañas electorales y en las elecciones mismas, sin embargo no se puede afirmar que, de haber una intromisión, ésta sea a favor de Andrés Manuel López Obrador.