Más Información
Morena será un partido de generaciones, dice Luisa Alcalde; pide estar a la altura y respaldar a Claudia Sheinbaum
Edomex, Veracruz, Guanajuato, NL y Jalisco lideran denuncias por extorsión; delincuentes usan IA para nuevas modalidades: IBD
VIDEO: Alito Moreno denuncia “crisis de inseguridad sin precedente” en México; grupos delictivos se fortalecen
Fotos: Irvin Olivares
Dulce Álvarez y su hermana Olga crecieron entre montañas de llantas viejas y máquinas trituradoras pues su padre, Manuel, es dueño de una fábrica en Ecatepec que recicla el hule de los neumáticos, ya que tardan entre 300 y 500 años en degradarse naturalmente.
Durante un verano en que las hermanas ayudaban en la fábrica, se les ocurrió usar los desechos para hacer un impermeabilizante. Su fórmula con polvo de llanta explota las propiedades del caucho como aislante térmico, es eficaz para prevenir filtraciones de agua y tiene una duración de hasta 10 años sin necesidad de mantenimiento. Lo que se traduce en un ahorro en energía eléctrica, un ahorro para los clientes y un menor impacto ambiental.
Además eliminaron por completo la combustión de llantas, algo normal en otras industrias y que puede intoxicar a los trabajadores. También apoyan a los más jóvenes para que terminen sus estudios y a los que tienen más experiencia a emprender sus propios negocios.
Esa idea llevó al negocio familiar, Granutec, a ser reconocido en la industria, pues el impacto de las llantas usadas en México es un problema que parece no tener solución.
La Asociación Nacional de Distribuidores de Llantas señala que en nuestro país se desechan 50 llantas por minuto, es decir, un aproximado de 40 millones de toneladas anuales, de las cuales se estima que sólo 10% son recicladas y el resto se encuentran abandonadas en tiraderos de basura, deshuesaderos de automóviles y en las calles.
“Las autoridades son el mayor obstáculo”
Pero darle una segunda oportunidad a estos desperdicios no es tarea fácil, o al menos en México, así lo piensa Manuel Álvarez, quien durante años ha lidiado con el desconocimiento de las personas y el de las propias autoridades que han llegado a interrumpir sus actividades.
“Este es un proyecto que muy poca gente conoce, no hay cultura de reciclaje de llanta. Nos ven trabajar este material y creen que somos una empresa contaminante y somos lo contrario, sacamos 120 toneladas de llantas de las calles al mes. En realidad somos una empresa limpiadora. Hemos tenido problemas con la gente, pero el gobierno es el que en muchas ocasiones nos ha puesto piedritas en el camino”, explica don Manuel.
En diversas ocasiones las autoridades y vecinos les han reclamado por el constante ingreso de camiones cargados de llantas, pues creen que ahí dentro se quema todo el material. Sin embargo él les abre las puertas de su taller para demostrar que su planta realiza un proceso limpio por la prácticamente nula emisión de contaminantes, pues todas sus máquinas son de funcionamiento eléctrico.
Pero mostrar cómo se reciclan las llantas no es suficiente, añade que fuera de la planta los camiones cargados de su materia prima son detenidos constantemente en las carreteras, por lo que la única solución en esos casos es mantener sus permisos y licencias vigentes.
“Si la llanta es un producto que tarda más de 300 años en degradarse tenemos que tomar en serio las cosas y trabajar todos en ese sentido y si en vez de que nos estorbaran nos ayudaran, podríamos estar haciendo más trabajo y quitando más contaminantes del medio ambiente”.
“Lo que queremos hacer es crear una cultura de cuidado del medio ambiente, tratamos de causar el menor daño posible, esta tecnología es limpia y queremos poner el ejemplo. Planeamos usar carros eléctricos también (para no usar vehículos que consuman gasolina) porque el compromiso que tenemos es muy grande”, agregó.
De changarro a empresa
Granutec no siempre fue la moderna planta con maquinaria de punta traída especialmente desde Medio Oriente y procesos certificados, que ahora es. En sus inicios, hace más de 40 años, se dedicaba a fabricar suelas de huaraches y botas para campesinos hechas, por supuesto, con llantas recicladas.
Todo comenzó con José Álvarez y su esposa Olivia Espinoza, abuelos de Manuel, quienes abrieron el primer taller que poco a poco creció, hasta convertirse en una fabrica de otros productos derivados del mismo material, como plásticos, ruedas, pinturas, adoquines y piezas hechas con caucho.
“Mi familia siempre se ha dedicado al reciclaje. Cuando entramos a trabajar un verano aquí, nos dimos cuenta de que hacíamos algo que ayudaba al medio ambiente y a la sociedad. Porque el negocio era como un changarro y nos ha costado cinco años poderlo certificar y hacerlo ya una empresa”, menciona Dulce Álvarez.
En ese periodo acudieron a exposiciones y talleres de reciclado de llantas en Estados Unidos, pues mencionó que en México no existen este tipo de eventos ni tecnologías. Ahí aprendieron cómo revolucionar su negocio: anteriormente con la fabricación de los otros productos aprovechaban el 60% de las llantas, hoy con el impermeabilizante se recicla el 100%.
Además aprendieron a recolectar el aceite de motor que los negocios de talacha cercanos a la zona desechan para utilizarlo como aditivo en algunas de sus fórmulas. Así evitan que se vaya por las coladeras, pues un litro de este material puede contaminar 100 de agua limpia.
Con estos nuevos conocimientos la familia Álvarez encargó a expertos una investigación quimica y ambiental para elaborar una fórmula que cumpliera con todos los requerimientos técnicos y de calidad para su nuevo producto.
Paso a paso
El proceso para fabricar el impermeabilizante se basa en el triturado de llanta. Cada semana llegan camiones cargados con toneladas de neumáticos. Después de una limpieza pasan a una trituradora que los despedaza y el granulado resultante se cae a una máquina refinadora que también retira los alambres con un imán.
Tras la refinación se separa el polvo, el cual es la base para el impermeabilizante, después se le agrega la fórmula que sirve de sellador y se envasa en botes de 19 litros.
Un aspecto a destacar es que los trabajadores no corren riesgos durante la elaboración del producto: “Este proceso no genera dioxinas, las cuales son resultado de la quema de neumáticos y pueden ser causantes de cáncer y malformaciones genéticas, nuestro proceso es limpio, con un mínimo impacto en huella de carbono, porque usamos energía eléctrica”, explica Dulce Álvarez durante un recorrido que EL UNIVERSAL hizo por las instalaciones de Granutec.
Además de cuidar la salud de sus empleados, Dulce detalló que la empresa también se preocupa por su formación personal: “En nuestra organización tratamos de que nuestros empleados tengan un desarrollo de carrera, a los más jóvenes se les apoya con sus estudios y a los que quieran talleres o requieran más asesoría también, son planes personales según la necesidad de cada uno”.
Comenzamos con una vieja cubeta de latón
Olga, quien se encarga de la administración en Granutec, recuerda la alegría que sintió al ver el primer lote del impermeabilizante listo, lo envasaron en una vieja cubeta de latón.
Para probarla usaron el techo de su casa, por lo que estuvo por mucho tiempo pintado de varios colores, por las distintas muestras que hicieron y cuando estuvo certificado comenzaron a distribuirlo: “Empezamos con la familia y los amigos, después pusimos la tienda y la gente venía a preguntar y así pudimos abrir otra en la Morelos, hicimos también la página de Internet y redes sociales. Así es como muchos clientes nos encuentran, tenemos muchos pedidos por Internet y por recomendaciones también”, agregó.
Por último mencionó que ahora buscan aprovechar las oportunidades de la venta en línea y expandir su oferta: “tenemos muchos planes, queremos comercializar nuestros productos internacionalmente, queremos ayudar al país replicando el modelo de negocio en otros estados como Sonora o Baja California, donde hay mayor problema de llantas desechadas”.
La popularidad del impermeabilizante ecológico impulsó a Granutec a participar en diversos concursos, como el Premio Citibanamex a la Empresa con Mayor Impacto Social, donde obtuvo el tercer lugar y el reconocimiento “Kia Motor de Mujer” otorgado a Dulce Álvarez por su desempeño al frente del negocio.
El éxito de Dulce y Olga tomó por sorpresa a su padre, pues con sus ideas innovadoras y perseverancia revolucionaron el negocio de su familia y si bien don Manuel ya era un empresario con una trayectoria destacada, dice que juntos viven su mejor momento y que se siente orgulloso y seguro con el trabajo que sus hijas hacen en lo que a futuro será suyo:
“Lo que espero es que se continúe el trabajo con jóvenes emprendedores como ellas, inteligentes y capaces, estoy orgulloso de ellas, de que estén llevando el trabajo así. Que tomen la bandera de la empresa y que sigan adelante. Ya llegamos a pegar fuerte en el reciclaje y si ellas continúan así van a ir creciendo y cumpliendo el objetivo de esta empresa: limpiar las calles de basura y de contaminación” finalizó.