Un taiwanés lleva una hora formado para comprar unos tacos en “El sabroso”, un restaurante mexicano en Taipéi. Óscar tiene apenas ocho meses con su negocio, pero la comida mexicana al otro lado del mundo es un éxito. “Ayer vino un canal de comida de Taiwán a entrevistarnos”.
Hace tres años, Óscar Ramón Constantino Díaz Leal cambió su nombre por “Ou Li-llie”, para obtener la nacionalidad en el país asiático. A casi 13 mil kilómetros quedó su hogar en Tenango del Valle, en el Estado de México, donde creció. “Soy de un pueblo. Tuve la mejor infancia, jugando yoyo, escondidillas, trompo y rompiendo piñatas”.
La primera vez que salió del país, tenía 18 años y emigró al norte. “Un tío vivía en Estados Unidos. A mí me daba curiosidad porque se vestían bien y se comunicaban en inglés. Yo era muy aventurero”. Óscar decidió mudarse con sus parientes y terminó la preparatoria allí. “Ya no seguí con la universidad, porque es muy caro y tuve que trabajar”.
Primero se dedicó a la construcción y después, a la soldadura. “Me fue muy bien. Allá pagan muy bien eso”. Sin embargo, no tardó en desanimarse del ambiente. “Se puso muy crítica la situación de migración en Arizona. Había un sheriff que le hacía pasar un mal rato a gente latina. Tenía amigos a los que deportaban o les pedían cooperación para quedarse y mantener a sus hijos. Me quedé sin amigos y decidí regresarme. Ya no quería saber nada de Estados Unidos”.
De todos los mexicanos que viven fuera del país, 97 por ciento radica en Estados Unidos, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El año pasado, 166 mil 986 fueron deportados. Aunque la cifra decreció en comparación con 2016, cuando repatriaron a 53 mil mexicanos más.
A pesar de todo, fue ahí donde Óscar encontró el amor. “Estaba en mi mero apogeo de conquistar mujeres y a ella la conocí en un club de baile de salsa”, dice mientras señala a Nina Yeng, la taiwanesa con quien se casó. “Me gustaba, pachanga”, confiesa ella con las pocas palabras que sabe en español. “No se pudo resistir a mis vueltas” explica él. “The most sexy mexican”, dice Nina riendo mientras el mexicano imita uno de los pasos que la enamoró.
Nina estaba trabajando de maestra en EU y, en sus vacaciones, cruzaba la frontera para visitarlo. “Después de un tiempo, nos casamos y vine a conocer Taiwán. Su familia me echó montón para que nos vinieramos a vivir para acá”. Óscar aceptó para que ella pudiera estar cerca de sus seres queridos y porque en México temía por la tranquilidad de su nueva pareja.
“No me sentía seguro con ella en Toluca. Sentía que le podía pasar algo. Aquí yo no le tengo que poner ningún tipo de candado ni a mi bicicleta, ni a mi carro, ni a mi negocio. Los chicos malos de aquí no se comparan con los de México. Aquí caminas por donde tú quieras. Ves a mujeres caminando a la una de la mañana y ves que hay hombres caminando atrás y ellas no sienten ningún temor. Es una gran diferencia”, explica.
De acuerdo con el ranking del Global Peace Index sobre los países más seguros del mundo, Taiwán se encuentra en el lugar 42, mientras México está cien lugares atrás, en el 142.
Nina lleva la administración del negocio y fue quien animó a Óscar a emprender. Al inicio, él quería tener una empresa de soldadura por su experiencia en el rubro. Sin embargo, como no sabía chino, le costaba mucho trabajo demostrar y compartir sus conocimientos. “Me empecé a frustrar porque hacía solo trabajos pequeños. Mi esposa se dio cuenta y ella también se estaba cansando de ser maestra. Hicimos estudios de mercado y nos dimos cuenta de que había una posibilidad para la comida mexicana en Taiwán”.
Ella me dijo: ¿sabes qué?, tu comida sabe muy bien, la comida mexicana aquí la puedes mejorar. Así, Óscar organizó todo y consiguió que sus padres le manden los ingredientes por correos de México. Al inicio su familia no creía que pondría un negocio en el país oriental “pero mis papás nunca se oponen a nada que uno quiere hacer. Lo que ellos quieren es que estemos moviéndonos, que no estemos parados”.
Óscar recuerda el olor de la cocina de su casa. Cuando percibía el aroma de los romeros o el caldo de camarón, se levantaba en la madrugada a hurgar el refrigerador. “Mi mamá es la mejor cocinera de todo México. No exagero. El día que ustedes gusten, le pido a mi mamá que les haga algo de comer. Van a querer que sea su mamá también”, dice con una sonrisa.
Sin embargo, el mexiquense aprendió a cocinar hasta que dejó su tierra, “Estados Unidos está lleno de comidas mexicanas, pero yo quería hacer algo que mi mamá hacía. A veces me ponía al teléfono con ella, y me ponía a cocinar como un pretexto para que la conversación se hiciera un poco más larga”. En el corto plazo, Óscar quiere regresar a México por unos cuantos meses para aprender más del arte de hacer tacos. “Ir a los trompos y trabajar de taquero para que me entrenen”.
Los primeros comensales de “El sabroso” eran extranjeros que viven en Taiwán. “Ellos también se cansan de tanta comida china o taiwanesa y fueron nuestros primeros clientes, pero poco a poco han ido llegando taiwaneses. De hecho, creo que ya los superaron. Algo que reconozco de ellos es que son muy curiosos, pueden estar esperando horas para comerse un set de tres taquitos, nada más”.
“En Oriente hay mucha paciencia. Se dice que lo que viene, viene; y lo que no viene, no. Entonces nadie se desespera”, comenta el profesor taiwanés Luis Chong al respecto, quien también gusta de la comida mexicana.
Óscar comenta que hay otros restaurantes que venden comida mexicana en Taiwán “pero es más como tex-mex y nosotros lo queríamos hacer más mexicano. Las tortillas yo las hago al momento. Considero a los tacos como un producto muy representativo, por eso sólo los hago los martes, porque aquí no es algo que puedas comer todos los días, es especial”.
Además de preparar las tortillas, Óscar sabe que “un taco sin una buena salsa no es taco”. Por eso ofrece tres variedades distintas con su toque personal. Tiene una salsa de tomates, chiles secos y chipotle; otra de piña y jalapeño; y una más de tamarindo.
México es reconocido en el mundo por la variedad de chiles que se cultivan en la región. ¿Pica mucho?, es una de las primeras preguntas con las que se enfrenta Óscar. “Tienen el concepto de que la comida mexicana es muy picante. Les tengo que explicar que la comida no es picante, sino la salsa”.
En “El Sabroso” también ofrecen burritos, quesadillas, nachos y acaban de incluir los elotes en su menú. “La gente de Taiwán está fascinada con algo tan simple para nosotros. Ellos venden elotes asados, pero los nuestros son especiales con su mayonesa y su chilito”.
Los clientes pueden disfrutar, además, de agua de horchata y tamarindo que Nina y Óscar preparan todos los días. En su refrigerador también hay cervezas “Corona”, una marca por la que reconocen a México en el país oriental.
“Hace como 10 años hubo un esfuerzo por hacer festivales de comida mexicana aquí. Se trajeron ingredientes y cocineros mexicanos. Ahí se introdujo la cerveza Corona. Al inicio se desconfiaba de ella porque venía en una botella clara, pero hoy es una de las más cotizadas entre los jóvenes. Incluso se quedó la práctica de ponerles sal y limón como allá”, comenta el profesor Chong.
Pese a que hay algunos productos mexicanos, Óscar cree que la gente no sabe mucho de México en Taiwán. “Por eso me di a la tarea de que nos conozcan bien. No por lo que andan diciendo que somos. Somos trabajadores y aquí estamos echándole ganas como todos los paisanos allá, que le están dando duro a su trabajo y saben que no les van a regalar nada”.
El mexicano cuenta que emprender en Taiwán es menos burocrático. “La inversión sí es un poco elevada, pero los trámites son fáciles no es como en México”. En el segundo informe de Business Environment Risk Intelligence de 2017, Taiwán se ubica como el tercer mejor destino de inversión del mundo, solo detrás de Suiza y Singapur. En el informe Doing Business 2018 del Banco Mundial, Taiwán terminó en el puesto 15 entre 190 economías por la facilidad para hacer negocios.
A diferencia de México, donde el papeleo suele ser tardado, en Taiwán para ayudar a las empresas, el Centro de Servicio InvesTaiwan analiza los problemas encontrados por un proyecto de inversión inmediatamente después de recibir una solicitud, y responde en 24 horas. Se proporcionan servicios e información personalizados para abordar el problema específico, y se convocan reuniones.
La asistencia ofrecida incluye la recopilación de información, la evaluación de inversiones, la búsqueda de socios y la adquisición de tierras y servicios; así como la obtención de licencias e incentivos, la expansión de las operaciones y la inversión en nuevas empresas. Esto permite a las empresas invertir y operar de manera rápida y sin problemas en Taiwán.
No obstante, Óscar reconoce que “es muy duro esto del negocio de la comida aquí. Hay mucha competencia”. Aun así, el mexicano no intentó pedir ayuda en su país. “Nunca intenté recibir apoyo del gobierno mexicano, ¿para qué si no me va a ayudar? Solitos podemos”.
Aunque Óscar no habla chino, se comunica con los clientes en inglés. Admite que le ha costado más trabajo aprender este idioma debido a las diferencias entre cómo se habla en Taiwán y China Continental; y él tenía compañeros de ambas nacionalidades cuando llegó.
“En los años 60 China hizo una reforma de la escritura china, los trazos son más fáciles. Pero hay un problema de fondo, si te acostumbras al chino simplificado, ya no vas a poder entender los textos antiguos. Si empiezas a estudiar en Taiwán con los caracteres tradicionales, te va a ser más fácil usar los simplificados”, comenta Luis Chong.
Taiwán ofrece becas de un año para quienes quieran estudiar mandarín. “Si tienes buenas calificaciones te lo pueden postergar para un año más”, explica Chong.
Óscar reconoce que los taiwaneses hacen un gran esfuerzo por comunicarse con todos, muy diferente a su experiencia en EU.
“Cuando estaba en Estados Unidos, no hablaba mucho inglés y quería involucrarme con la gente para poderlo entender. Pero está lleno de latinoamericanos. No necesitas saber inglés para estar bien. Pero si estás con estadounidenses, allá te cortan. Aquí en Taiwán la gente no se enoja por escuchar otros idiomas. Ellos se sienten mal si no se pueden comunicar en inglés. Son una belleza de personas. Totalmente diferentes”.
Lo que más extraña Óscar de México es la gente, las tradiciones y la feria de su pueblo. Pero por el momento, su futuro está a catorce horas de aquí. “Tengan mucha fe, la comida mexicana es de lo mejor en el mundo. La dicha es que podemos llevarla a todas partes y siempre seremos bendecidos. Paisano, no lo pienses mucho, solamente hazlo, acuérdate que eres mexicano y los mexicanos lo podemos todo”.