Texto: Mauricio Mejía Castillo
Fotos actuales: José Antonio Sandoval Escámez
El poeta español León Felipe escribió: “Mi patria está donde se encuentre aquel pájaro luminoso que vivió hace ya tiempo en mi heredad”. Para muchos que como él llegaron a la Ciudad de México exiliados por la Guerra Civil Española, aquel pájaro luminoso se paró en la calle de López en el Centro Histórico. Ésta es conocida oficialmente como la Vía del Exilio Español.
El cronista Armando Ramírez dio a este diario una breve explicación de la zona. “A estas calles llegaron muchos españoles del exilio. Era gente muy trabajadora que llegó con escasos recursos. Cuentan que el fundador de la vinatería La Europea llegó y puso un pequeño local y que dormía sobre el mostrador y ahora la suya es una gran cadena vinatera”.
Don Leoncio Villarías llegó a México en 1942 de 18 años. Con su familia fundo el café Villarías en la esquina de López y Ayuntamiento. En 1968 su madre quiso volver a España. Cuando el empleado de la aduana les preguntó cómo podían tener pasaporte mexicano (“el Tata” dio a todos los refugiados la nacionalidad mexicana) si habían nacido en Cantabria. Don Leoncio fue tajante: “Yo se lo voy a explicar. A España no le debemos ni esto, todo lo que tenemos hoy en día se lo debemos a México. ¡Viva México!”. Su madre temió que los detuvieran. “¡Qué no, madre, qué no hay que callarse!”.
Escritorio del Café Villarías, fundado en 1942 por republicanos españoles.
La historia es contada por Gloria Solana, su viuda. Se emociona cuando cuenta a EL UNIVERSAL los orígenes del Villarías. En ese momento el olor de café tostado invade las calles. Nueve empleados, de camisas moradas con la bandera republicana española en la manga izquierda, se apresuran a moler los granos en ruidosas máquinas. Antes que otra cosa, la señora Gloria, muestra una escultura de Lázaro Cárdenas que descansa sobre el mostrador. Invariablemente lo llama “el Tata”; le pasa las manos como quien acaricia a un santo.
“Mi marido y su familia salieron de España en 1939. En su pueblo, Santoña, Cantabria, tenían una gran empacadora de pescado. Tenían convicciones republicanas pero ninguno estaba metido en política. El único que sí, era el hermano de mi suegro, Gregorio Villarías, quien fue gobernador de Toledo. Pero la guerra arrasó y obligó a la familia a dejar España.
Primero fueron a Francia donde estuvieron tres años. Salieron para Veracruz y ahí trabajaron en otra empacadora pero no estuvieron a gusto. En la Ciudad de México llegaron a vivir al número 82 de esta calle. Un amigo suyo los relacionó con el negocio del café y a eso se dedicaron”.
La señora Gloria se ha preocupado por mantener intacta la fisonomía original del local, con todo y los instrumentos de trabajo. Sobre la figura de Cárdenas están los retratos de su suegro y su esposo. Junto a la ventana se ve la máquina de coser con que su suegra hacía los costales que mandaban a España. También hay libros y cartas, las hojas ya amarillentas.
La señora Gloria Solana, dueña del café Villarías.
Don Leoncio Villarías presidió el Centro Republicano Español de México de 1981 a 1993. Todos sus documentos fueron donados al Archivo General de la Villa de Madrid. En 1983 fue el encargado de develar en Madrid un monumento a Lázaro Cárdenas. Siempre vivió con fervor su devoción por la República, que transmitió a su esposa e hijos.
Un amplio mural domina atrae a la vista. Representa la historia de la familia Villarías desde su salida de Santoña hasta la fundación del café.
La señora Gloria Solana explica el mural que narra la historia de la familia Villarías.
La señora Solana cuanta algunos pasajes de la vida de la familia Villarías. Un hermano de su esposo sufrió esquizofrenia después del estallido de una bomba cerca de él en Barcelona, a punto de embarcarse. En México estuvo internado en el Sanatorio Español. Su padre donó por muchos años el café a esta institución. “Mi suegro murió de tristeza, diez años después de su llegada. Nunca superó el no regresar a su tierra”.
En 1936 inicio la Guerra Civil en España. Los fascistas, bajo el mando de Francisco Franco, se rebelaron contra la Segunda República proclamada cinco años antes. El conflicto duró tres años en los que la República Mexicana apoyó a la Española en dicho y obra. En 1939, triunfó el franquismo.
El gobierno de Lázaro Cárdenas suspendió relaciones diplomáticas con la dictadura y ofreció asilo a los republicanos, aquellos que perdieron en su lucha por la libertad.
El gobierno de Lázaro Cárdenas ofreció refugio a quienes huían de la Guerra Civil Española.
El señor Sergio de Miguel nació en López y Vizcaínas Poniente en 1951 y vivió ahí hasta 1974. Su padre fue anarcosindicalista, catalán por añadidura y su abuelo materno policía republicano de Madrid en los años de la lucha fratricida. Esta ascendencia motivo su inquietud por el tema del exilio español en su calle natal. Prepara un libro sobre el tema. En entrevista, cuenta a EL UNIVERSAL aspectos de su vida e investigaciones.
“Vivir ahí era muy agradable. Podías hacer deporte callejero, que ya es decir mucho. Los españoles llamaban a esta calle ´el terruño´ o ´la nueva España´. Muchos llegaron a vivir ahí porque conocían a algún paisano o porque trabajaban en ese gran centro social y comercial que fue San Juan de Letrán. No podemos entender el porqué de la comunidad española en López sin el auge de esta avenida. Los solteros que llegaban vivían en las azoteas porque era para lo que alcanzaba.
Venían familias completas pero también mujeres solas con hijos. Pronto se corría el rumor de que en López había muchos españoles, gente que tenía las mimas costumbres y tradiciones, que comían igual, que eran católicos. Se comienza a generar una población hispana inmensa en esa zona. Sí hubo gente que se estableció en otros lados, pero no la suficiente. En López se hizo una comunidad”.
El señor De Miguel recuerda que había edificios de 50 departamentos habitados totalmente por españoles. Calcula que en las décadas de 1950 y 1960 un 55 por ciento de la población de esa calle era ibérica. Entre los lugares más emblemáticos, agrega, estaba el Centro Republicano Español, órgano que se encargaba de organizar actividades para todos los españoles. Cada 14 de abril, aniversario de la instauración de la República, los presidentes de México, desde Cárdenas a Ernesto Zedillo, iban a comer ahí.
Entre otras cosas, ahí había talleres y seminarios (de costura o de política española, por ejemplo), o eventos similares para que se juntara toda la población española. Los republicanos no eran excluyentes como sí lo fueron los migrantes que llegaron a hacer fortuna antes de la Guerra. Las tardeadas eran lo más famoso de aquel Centro. “En ellas surgieron muchos matrimonios”, cuenta el entrevistado.
Por la tarde el santo olor de la panadería se esparce por la Vía del Exilio. Sale de una panadería cercana a la esquina con Ayuntamiento: La Pilarica. El encargado del lugar comenta cómo inició el negocio hace unos 70 años. Era un español refugiado al que le decían “el Chino Novoa”. Vivía en uno de los departamentos del edificio en que se encuentra y comenzó a vender mantecadas astorgas, panes cubiertos de azúcar. Su éxito le permitió comprar la planta baja –“los bajos” como se decía entonces- y puso la panificadora que nombró en honor a la Virgen del Pilar. Tres veces ha cambiado La Pilarica de dueños en los últimos años.
Dos cuadras más adelante, pasando Puente de Peredo, un restaurante de paella llama la atención por su colorido. Es la cocina “Mi Fondita”, propiedad de un santanderino. Don Jesús Santos Galnares, llegó a México en 1967, ocho antes de la muerte de Franco. No fueron cuestiones políticas las que lo obligaron a dejar su tierra. Salió de ahí porque casó con una mexicana hija de españoles.
A su llegada, comenzó a trabajar en el negocio de su suegro, “Mi Fondita”. El padre de su esposa compró este establecimiento en la década de los cincuenta a otro español; el negocio tiene unos setenta años. El padre de la suegra de don Jesús sí llegó al Distrito Federal por sus convicciones republicanas en el año 39 y fundó en la calle de Ayuntamiento el restaurante “Casabatalla”, popular en la dorada época de la estación de radio XEW.
Lázaro Cárdenas con niños refugiados de la Guerra Civil Española.
Don Jesús recordó a esta casa editorial cómo era López en los últimos años sesenta. “Había todavía mucho español de cuando la guerra. No sabías si estabas en México o en una calle de España. Era, es, una calle muy noble, todos convivían muy bien. Todos te recibían con un abrazo, una gente buenísima, te sentías arropado por ellos.
Han cambiado algunos comercios, algunas otras cosas, pero la calle sigue conservando su espíritu, su esencia”. Afirma que hoy, como entonces, es una vía totalmente alegre, segura. Cuenta también que en su mayoría era gente de la República la que llegó a vivir a estas calles, pero veían al paisano y no al oponente político. “Cuando uno llegaba, sentía que abrazaba un pedazo de la tierra, no veías política, sino paisaje”.
El señor Santos asegura que México siempre ha sido un país querido en España. “¿Por qué? Muy sencillo. Porque no había familia allá un pariente, algún amigo, que viviera acá. Este país es amado, aún antes de la Guerra Civil. Por eso quien es mexicano tiene en España muchos privilegios desde que baja en Barajas”. Termina diciendo que le gusta todo lo de la Ciudad de México.
La decadencia que vivió el centro histórico en las últimas décadas del siglo pasado ocasionó el paulatino deterioro de López. Una considerable cantidad de familias abandonó la zona. Armando Ramírez afirma que ya habían hecho dinero suficiente y se mudaron a zonas residenciales.
Una frase se repite en el testimonio de todos los entrevistados: aquellos españoles llegaron con una mano atrás y otra adelante. El trabajo, fue su divisa. Desde que salieron de España entendieron a Antonio Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”.
En la primera imagen el restaurante español Florencia, en la esquina de la actual Plaza de San Juan y Ayuntamiento, contiguo a la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, también conocida como la iglesia del Buen Tono, imagen de los años setenta. La segunda foto es una imagen de cómo luce la misma calle hoy.
Diseño web: Miguel Ángel Garnica.
Nuestra foto principal es Gloria Solana, viuda de Villarías, dentro del Café Villarías, en la esquina de López y Ayuntamiento, en el Centro Histórico.
Fotografías antiguas:
Archivo EL UNIVERSAL; Colección Villasana – Torres.
Fuentes:
Entrevistas con integrantes de la comunidad española en la calle de López.