Texto: Daniel Lávida
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Miguel Ángel Garnica
Para las personas que trabajan en oficinas gubernamentales el cambio de sexenio provoca incertidumbre y temor, ya que pueden perder su empleo o ser removidas de sus cargos. ¿Alguna vez te has preguntado qué pasa con los burócratas cuando hay cambio de gobierno?
La contienda electoral del 2 de julio será la más grande en la historia del país, se elegirán 3 mil 416 cargos, entre ellos el de Presidente de la República, ocho Gobernadores y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Con ello vendrán cambios de estructura en las secretarías federales y locales, lo que pone en riesgo la continuidad laboral de algunos servidores públicos.
Hay quienes se sienten afectados por los cambios que se avecinan, como comenta Salvador ‘N’, quien ha laborado en dependencias de la Ciudad de México y federales en distintas administraciones. “Personalmente, he vivido la incertidumbre que genera el cambio de administración en los niveles local y federal”.
Con base en su experiencia confiesa que se genera mayor temor en las dependencias o gobiernos estatales pues, aunque se cuenta con la Ley de Servicio Público de Carrera, en la práctica es letra muerta.
“En las dependencias federales requieren mayor tiempo para poder removerte de un cargo, ya que deben justificar adecuadamente el movimiento y tener el soporte adecuado, de lo contrario, los servidores públicos podemos acudir ante la Secretaría de la Función Pública”, agrega.
El temor a perder el empleo por nuevas administraciones no es algo nuevo dentro de las instituciones gubernamentales. Así lo da a conocer un texto publicado el 13 de mayo de 1920, en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, donde el reportero Hipólito Seijas narraba cómo un burócrata de nombre Hipócrates Pérez se vuelve en uno de los tantos funcionarios sin empleo tras el cambio de gobierno.
“Cuando el encargado de la Secretaría le pasó recado a Hipócrates de que eran necesarios sus servicios en Veracruz, porque si no, perdía su plaza de archivero, Pérez lanzó una mirada de ardorosa pasión a la montaña de expedientes y suplicó media hora para resolver”, se relata en la nota de EL ILUSTRADO.
De acuerdo con la narración de la historia de Hipócrates, no se sabe qué fue lo que hizo el hombre, pero no se fue a Veracruz, y se quedó “escondido” en el archivo, sitio en el que fue encontrado por el secretario particular del encargado del Despacho, quien miró sepultado bajo la polilla y los “files”, nadando en un inmenso charco de lágrimas.
Hipócrates Pérez no se fue a Veracruz, lo encontró el secretario particular del encargado del despacho nadando en un inmenso charco de lágrimas, ahora formaba parte de los funcionarios sin empleo tras el cambio de gobierno.
Con los cambios dentro de las instituciones los empleados vivían en constante incertidumbre, se pueden leer comentarios como:
“Oye, dicen que viene Matías de Ministro. Si es así, ¡yo no temo! Figúrate que jugaba con él canicas en el colegio.”
“Pues ya me recomendarás porque si viene Gorbeuchez, ¡vaya! me nombra jefe de sección. Este era nada menos que un cochero de un tío mío hace años, y muchas veces le daba sus propinas y le permitía que alquilara el coche para que tuviera sus buscas”.
“El empleado sube escaleras, baja escaleras; penetra con el corazón rebosante de alegría y abandona el recinto del prócer con el corazón rebosante de amargura”.
Comentarios similares se pueden escuchar actualmente en diversas oficinas gubernamentales, basta con permanecer en silencio mientras esperas en la fila para entregar cualquier documentación.
El 13 de mayo de 1920, en EL ILUSTRADO apareció la nota titulada El fantasma de la ‘cesantía’, firmado por Hipólito Seijas, en él se leía sobre el temor de los burócratas a perder su empleo.
La nota del ILUSTRADO narraba que Hipócrates Pérez recuperaba su puesto gracias a sus contactos con los políticos. “Los empleados del gobierno inician su calvario y acuden a las recomendaciones ‘por qué yo fui simpatizador del movimiento y tengo amigos en el nuevo régimen’”.
Casos similares se pueden ver en la actualidad, “he vivido este tipo de situaciones en el ámbito del Gobierno de la Ciudad de México, donde a pesar de existir un Servicio de Carrera, en la práctica no se lleva a cabo. Por experiencias familiares y conocidos que laboran o trabajaron en tiempos previos al Servicio Público de Carrera, sé que esto ocurría en las dependencias federales, también”, comenta Salvador ‘N’.
Pero, ¿qué es la Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal y para qué sirve? Esta ley, publicada el 10 de abril de 2003, en el Diario Oficial de la Federación, tiene por objeto establecer las bases para la organización, funcionamiento y desarrollo del Sistema de Servicio Profesional de Carrera en las dependencias de la Administración Pública Federal Centralizada.
Siendo este Sistema un mecanismo para garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la función pública con base en el mérito y con el fin de impulsar el desarrollo de la función pública para beneficio de la sociedad.
El Sistema de Servicio Profesional de Carrera es un mecanismo para garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la función pública con base en el mérito para el beneficio de la sociedad.
Provocando así que la obtención de plazas se dé a través de convocatorias que se publican en el Diario Oficial de la Federación.
“Las convocatorias señalaran en forma precisa los puestos sujetos a concurso, perfil que deberán cubrir los aspirantes, los requisitos y los lineamientos generales que se determinen para los exámenes, así como el lugar y fecha de entrega de la documentación correspondiente, de los exámenes y el fallo relacionado con la selección de los candidatos finalistas”.
Explicando esto, Salvador comenta que “en la actualidad, para poder ocupar un puesto debe cumplirse con el perfil profesiográfico, de lo contrario, es un comité quien debe determinar las modificaciones o los requisitos para obtener un cargo en el gobierno federal, lo que complicaría la contratación, por eso la Secretaría de la Función Pública vigila el proceso”.
En la actualidad, para poder ocupar un puesto debe cumplirse con un perfil profesiográfico, la Secretaría de la Función Pública vigila el proceso.
Recuerda la incertidumbre e incomodidad que provocaba el cambio de administración antes de esta ley, cuando el burócrata era su padre, “llegaban los nuevos titulares y lo institucional era entregar la renuncia para que decidieran el destino de cada uno de los funcionarios. Actualmente, con el Servicio Público, los cargos de nivel Dirección y superiores son los que pueden ser removidos con mayor libertad”.
Acciones que difieren con el texto de Seijas en el que se podía leer:
“Yo que estaba tan bien con el Ministro y casi tenía en mis manos el ascenso. ¡Qué lástima!”. “Pues a mí; aseguraba otra, me alegra lo que ha sucedido, porque a Lupita, la cuellicorta, le dieron el puesto de oficial cuarto, y ese ascenso a mí me tocaba por derecho. Yo tengo tres años más que ella en la Secretaria”.
En el texto se aprecia como la pérdida del puesto de trabajo afecta todos los puntos de la familia, “en cuanto a las señoritas, éstas lloran, le encienden velas a San Carlos Borromeo, que es el líder de la caridad y le ofrecen un milagro a San Antonio el “cabezón” para que, si viene la cesantía, se arregle cuanto antes su matrimonio.
También se puede leer como “los fondos domésticos disminuyen; se debe al carnicero, al panadero, al lechero y ¡oh! terror, el cobrador de la casa está a punto de iniciar sus amenazas con los espeluznantes lanzamientos y embargos”.
Un conjunto de hombres que se quedó sin empleo en por el cambio de gobierno, en EL ILUSTRADO se lee: el cobrador de la casa está a punto de iniciar sus amenazas con los espeluznantes lanzamientos de embargos.
La incertidumbre se apodera de algunos funcionarios al saber que el fin de la presente administración está cerca y la posibilidad de ser removidos de sus cargos es latente. En algunas dependencias las plazas se dejan libres y ya no se vuelven a cubrir, según datos de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público el número de empleados en enero de 2012 era de mil 413; para enero del 2013 eran mil 383 empleados, en 2018 hay mil 304 empleados, poco a poco estos puestos van quedando vacíos.
Así como “hay muchos Hipócrates Pérez que tienen suerte –de volver a sus empleos–; hay otros que suelen hacer paréntesis de meses y meses en cada movimiento político”, cosa que entre los años veinte y ahora no ha podido cambiar.
Fotos antiguas:
EL UNIVERSAL ILUSTRADO y Archivo Hemerográfico.
Fuentes:
EL UNIVERSAL ILUSTRADO, Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal, SHCP y entrevistado.