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Texto: Staff Hemeroteca
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Miguel Ángel Garnica
Francisco Villa no siempre fue considerado héroe nacional. Hubo una época en la que los titulares dejaron de lado la gloria revolucionaría del Centauro del Norte y la palabra bandolero se convirtió en su principal distintivo. No podía ser de otra manera, pues Villa se manifestaba abiertamente en contra del gobierno constitucionalista que encabezaba Venustiano Carranza.
Así, relegado y considerado rebelde, el 9 de marzo de 1916 Villa asaltó el poblado de Columbus, en Nuevo México, Estados Unidos. Hecho que propiciaría que 5 mil soldados americanos —y que llegaron a ser hasta 12 mil— buscaran en territorio mexicano al revolucionario. A este suceso se le conoce como la Expedición Punitiva. Fue la primera vez en la historia militar estadounidense que, de acuerdo con información del Museo de las Intervenciones, se emplearon autotransportes, tanques de guerra y aviación para dar con Villa. Nunca lo encontraron.
El asalto a Columbus duró, según varias versiones, entre dos y seis horas. La expedición para buscar a Villa en México, 11 meses.
Vehículos de las fuerzas norteamericanas, encabezas por el general John Joseph Pershing, avanzan durante la Expedición Punitiva. En la segunda imagen, un grupo de soldados estadounidenses descansa junto a baterías de artillería móvil. Crédito: Mediateca INAH.
Aquel jueves 9 de marzo de 1916, mientras el general villista Pablo López, junto con sus hombres, robó armas, municiones y caballos a los militares estadounidenses del campamento de Fort Furlong en Nuevo México, al mismo tiempo, otro grupo de villistas intentaba asaltar el Banco de Columbus; querían recuperar el dinero que le habían congelado a Villa, luego de que también Estados Unidos le embargó las armas.
En Fort Furlong murieron ocho militares estadounidenses y 10 civiles. En los 11 meses de la persecución 273 villistas fueron ejecutados.
Según los historiadores Pedro y Luis Salmerón, la fuerza invasora mexicana que atacó el solitario y casi desconocido pueblo norteamericano de Columbus estaba conformado por 500 hombres. En la imagen, el incendio del banco de Columbus, después de la entrada de los villistas.
Dos días antes del asalto, el 7 de marzo de 1916, la prensa mexicana informaba que, según noticias procedentes del 13º Regimiento de Caballería de los Estados Unidos, que patrullan la frontera con México, se supo que Francisco Villa estuvo la noche del 6 de marzo con trescientos hombres en el rancho de Bosques Grandes, Chihuahua, en lado opuesto a Columbus, Nuevo México.
De acuerdo con el periódico El Pueblo, varias fueron las versiones sobre las intenciones del caudillo. Había quienes decían que buscaba internarse en Estados Unidos; otros sostenían que el objetivo de Villa era unirse a su familia que se encontraba en la Habana, Cuba, a donde pensaba dirigirse una vez atravesada la frontera americana.
De acuerdo a los historiadores Pedro y Luis Salmerón, una de las causa del porqué Villa atacó Columbus se debía a que el revolucionario creía que Carranza había firmado un pacto con el gobierno de Estados Unidos que terminaría reduciendo a México de nación soberana a mero protectorado estadounidense.
Lo cierto es que después de que Villa penetró en el territorio americano de Columbus, Nuevo México, y de ser acusado de “cometer todo género de atrocidades y crímenes”, el gobierno de Estados Unidos a través de John R. Silliman, agente confidencial del Departamento de Estado Americano, envió a la cancillería mexicana un memorándum:
“Esperamos que el C. Primer Jefe hiciese todo lo que estuviera de su parte para capturar y exterminar esos elementos de desorden que parecía se encaminaban después de los hechos ocurridos al occidente de Estados Unidos”, reprodujo el fragmento de la misiva el 12 marzo de 1916 el diario El Pueblo.
La respuesta la dio el ministro de Gobernación y encargado del Despacho de Relaciones, Jesús Acuña. En el texto Acuña explicaba que la Primera Jefatura había dispuesto la salida de 2 mil 500 hombres a las órdenes del General Luis Gutiérrez, con instrucciones de perseguir a los bandoleros que acababan de pasar a territorio de los Estados Unidos. Asimismo autorizaba el ingreso de tropas americanas a territorio mexicano para la búsqueda de Villa.
La explicación era muy clara: este acontecimiento, según el diario El Pueblo en una publicación del 12 de marzo de 1916, tenía semejanza con las irrupciones realizadas por nativos americanos en los estados de Sonora y Chihuahua en la década de 1880, donde se cometieron asesinatos, y desde entonces las nos naciones acordaron que “las fuerzas amaradas de uno y otro país pudieran pasar libremente de uno a otro territorio para perseguir y castigar a aquellos bandidos”. En respuesta a esa acuerdo Acuña solicitaba permiso a Estados Unidos para que las fuerzas mexicanas pasaran a territorio americano en persecución de los bandidos villistas, y concedían la reciprocidad a las fuerzas de Estados Unidos.
Así, el 15 de marzo de 1916, más de 5 mil soldados comandados por el general John Pershing invadieron México.
Tropas militares estadounidenses despliegan su maquinaria de guerra para encontrar, vivo o muerto, a Pancho Villa. Crédito: Mediateca INAH.
El pueblo mexicano enfrentó a las tropas invasoras con piedras y palos. Una imagen de estos enfrentamientos ocurrió el 12 de abril, cuando pobladores de Parral, Chihuahua (incluidos mujeres e infantes) atacaron a los soldados americanos; el saldo fue de tres muertos y 16 heridos.
El ejército estadounidense se adentró en México, aunque la “Punitiva” sólo se limitó a Chihuahua, asegura Pavel Navarro, profesor-investigador del Museo Nacional de las Intervenciones del INAH, y desde el mismo 9 de marzo de 1916, el gobierno de Estados Unidos difundió un cartel donde puso precio a la cabeza de Villa, la cual se valuó en 5 mil dólares.
Cartel original de recompensa por la captura de Francisco Villa, que se conserva en una pared del Museo Casa Francisco Villa en Chihuahua. Cortesía Museo Casa Francisco Villa en Chihuahua.
¿Persecución o invasión?
En la opinión de Carlos U. Vigueras, director de Historia Gráfica del Museo Casasola, la Expedición Punitiva en realidad fue una invasión punitiva en busca de apropiarse de más recursos patrimoniales de México y no de una persecución en contra de Francisco Villa, escribe en un artículo con motivo del centenario de este hecho histórico.
Otras voces surgidas durante esta expedición coinciden con lo expresado por Carlos U. Vigueras. El 22 de junio de 1916, el periódico El Pueblo publicó en primera plana un telegrama que dieron a conocer los socialistas americanos quienes condenaron la invasión de México.
Todos los socialistas de Oakland, California, demandaron enérgicamente la inmediata salida de la llamada Expedición Punitiva, adoptando la siguiente resolución: “¡Ni un dólar ni un hombre para la guerra! Consideramos de alta traición los ocultos manejos de Wall Street dirigidos por Hearts y Otis, fraternales ladrones de terrenos. Después de invadir a México, tratan de mandar un ejército de obreros americanos al matadero para proteger sus propiedades e intereses”. Además, convocaron a una protesta para el 25 de junio “en contra de la actitud hostil para con México”.
La tropas comandadas por John Pershing emplearon autotransportes, tanques de guerra y aviación para dar con el Centauro del Norte. Biblioteca del Congreso, EUA.
La diplomacia ante la “Punitiva”
Según el texto La Expedición Punitiva, publicado en la página web de la Secretaría de Cultura mexicana, se afirma que Venustiano Carranza “enfrentó política y diplomáticamente la invasión”. La estrategia de Carranza fue proponer un tratado a los Estados Unidos para “permitir el paso recíproco de tropas en las zonas fronterizas, siempre y cuando no fueran más de mil hombres, no se internaran más de 60 kilómetros y no permanecieran más de cinco días”. Sin concretar el Tratado, la Unión Americana continuó la persecución de Villa.
Ante ello, el jefe constitucionalista envió a Álvaro Obregón a El Paso, Texas, a negociar el retiro inmediato de la Expedición y, temiendo una guerra, se dirigió a los países latinoamericanos para notificarles que el gobierno de Estados Unidos había invadido nuestro país “queriendo arrastrarnos a una guerra que ni el gobierno ni el pueblo mexicano provocan”, cita del texto del periódico El Pueblo.
Fotografía de 1915, donde se muestra a Pancho Villa (centro), al General Pershing (derecha) y Álvaro Obregón (izquierda), Biblioteca Pública de El Paso, Texas.
El 8 de mayo de 1916, el diario El Pueblo consignaba en sus páginas otra conferencia que tuvo lugar en la Aduana fronteriza de Ciudad Juárez, donde participaron el general Álvaro Obregón, secretario de Guerra y Marina del gobierno de Venustiano Carranza, y el general Hugh L. Scott, jefe del Estado Mayor del ejército norteamericano y representante del Departamento de Guerra estadounidense.
El general Álvaro Obregón a su llegada a Ciudad Juárez, Chihuahua, para conferenciar con los jefes norteamericanos.
Pero no sólo se libraron batallas en el campo diplomático, también en el terreno bélico, así lo daba a conocer el periódico El Pueblo en su publicación del 22 de junio de 1916, cuando revelaba el parte oficial que el general Jacinto B. Treviño rindió a la Secretaría de Guerra y Marina, donde explicaba que las fuerzas de la Expedición Punitiva habían sido cercadas al pretender ocupar la estación Carrizal.
El general Álvaro Obregón, secretario de Guerra y Marina, informó que el 18 de junio dio órdenes al general Jacinto B. Treviño para que si las fuerzas del general Pershing, que integran la Expedición Punitiva hacían movimientos al sur, este u oeste o donde se encontraran fueran perseguidas. Cabe recordar que en un primer momento las tropas mexicanas colaboraron con las estadounidenses en la búsqueda de Villa.
Cuando una fuerza americana pretendió apoderarse de la Estación Carrizal del Ferrocarril Central Mexicano, el general Treviño ordenó que fueran batidas y las fuerzas estadounidense fueron rechazadas, del enfrentamiento resultaron 17 prisioneros americanos y el general Félix Gómez murió.
Soldados del ejército de Estados Unidos que fueron hechos prisioneros en la Batalla de El Carrizal. El general Pershing era partidario de los soldados afroamericanos, en la imagen de observa a varios.
Después del encuentro de los ejércitos mexicano y estadounidense en El Carrizal, durante los primeros días del mes de agosto, ambos gobiernos aceptaron celebrar conferencias de diálogo en Atlantic City, Estados Unidos. Los enviados de Venustiano Carranza fueron Luis Cabrera, Alberto Pani e Ignacio Bonillas con la intención de solucionar el conflicto.
¿Qué pasó con Villa durante la “Punitiva”?
Los militares norteamericanos no pudieron encontrar a Pancho Villa; sin embargo, las numerosas tropas mexicanas que surcaban Chihuahua, sí lograron contacto con el caudillo. Según el libro Francisco Villa y la Revolución, relata que el 27 de marzo do 1916 Villa atacó Ciudad Guerrero, durante la retirada de las tropas mexicanas, “según se dice, hicieron disparos, uno de los cuales alcanzó al caudillo en la pierna derecha, abajo de la rodilla, fracturándole el hueso”. De acuerdo al historiador Pavel Navarro, lo primero que exclamó el revolucionario fue “ya me agujeraron las mitazas” —una especie de chaparreras que podían extenderse por encima de la rodilla—.
Tropas norteamericanas avanzando al sur del estado de Chihuahua.
Herido, Pancho Villa fue conducido con muchos cuidados y trabajos, pues tuvieron que levantarlo con una cuerda hasta lo alto de una montaña chihuahuense y fue depositado a la entrada de una cueva casi desconocida. A falta de medicamentos, se le aplicaban a la herida nopales frescos. Al cabo de seis semanas Villa pudo empezar a andar, apoyándose en un palo, a manera de bastón.
El general Francisco Villa repuesto de sus heridas, reunió a sus tropas y la noche del 15 de septiembre tomó la capital de Chihuahua. Volvió a derrotar a los constitucionalistas en Santa Rosalía y el 22 de diciembre tomó la plaza de Torreón ante el asombro y sorpresa de las tropas americanas y constitucionalistas.
Francisco Villa y su caballo Siete Leguas al frente de sus Dorados, en Ojinaga, Chihuahua en 1914.
Les hicieron daño “malos aires” mexicanos
Al tenerse conocimiento del combate del Carrizal, el gobierno norteamericano hizo enérgicas protestas diplomáticas. Según el libro Francisco Villa y la Revolución, los altos jefes militares estadounidenses urgían la conveniencia de declarar la guerra, pero el Presidente norteamericano se negó terminantemente.
Se desarrollaron nuevas conferencias diplomáticas en New London, en Atlantic City, Estados Unidos, y aunque los delegados llegaron a varios acuerdos, todos fueron desaprobados por Carranza, quien sostuvo su determinación de no tratar nada antes del retiro, sin condiciones, de las tropas americanas del territorio mexicano. Carranza sabía bien el terreno que pisaba, pues en nombre de la soberanía de México exigía algo que era legítimo. No había más que una de dos soluciones: La guerra con México, que el Presidente Woodrow Wilson por ningún concepto quería declarar, o el retiro de las tropas americanas.
En la primera plana de EL UNIVERSAL, publicada el 23 de enero, se adelantaba que las tropas estadounidenses se concentrarían en Colonia Dublán, en Ciudad Juárez, Chihuahua, para de ahí retirarse hacia la Unión Americana.
El primer mandatario de la Unión Americana ordenó, a mediados de enero de 1917, la salida de México de las tropas norteamericanas. El día pactado para el retorno de la milicia estadounidense se fijó para el 5 de febrero, mismo día de la promulgación de la Constitución Mexicana de 1917 en Querétaro.
En una nota publicada en EL UNIVERSAL el 6 de febrero, se daba cuenta que la división de caballería, compuesta por diez mil hombres, había atravesado la frontera cerca de las diez de la mañana. “El último soldado americano atravesaría la línea como a las doce del día, quedando ya el suelo mexicano libre de tropas invasoras”.
Imagen del 29 de enero de 1917, donde se observa la caminata de regreso a Estados Unidos de un grupo de soldados estadounidenses, entre Rancho Corralitos y Ojo Federico, cerca de Ciudad Juárez, Chihuahua. Foto: C. Tucker Beckett - Wikicommons.
En la tarde, el general Pershing ordenó que se practicara una revista de comisario, en Ciudad Juárez, Chihuahua donde los militares estadounidenses estaban apostados, a la cual concurrieron todas las tropas que estaban bajo sus órdenes.
“Los periodistas han tratado de hacer hablar al general Pershing sobre México, o sobre sus futuros movimientos, pero este no ha pronunciado una sola palabra”, relata la nota.
“Hasta ahora sólo se sabe que las tropas que estaban por salir de territorio mexicano permanecerían aquí unos días para descansar y reponerse un poco, pues no parece que los aires mexicanos les hayan sentado muy bien”, remataba la información publicada en El Gran Diario de México.
Fotos antiguas:
Nuestra foto principal de Francisco Villa es de la Mutual Film Co, 1914. Archivo EL UNIVERSAL. 6 Siglos De Historia Gráfica 1325-1976, de Gustavo Casasola. Mediateca INAH.
Fuentes:
Hemeroteca EL UNIVERSAL. Archivo hemerográfico de El Pueblo; libro Pancho Villa: invasión/revolución intervenida. Libro Francisco Villa y la Revolución, de Federico Cervantes. Revista Relatos e Historias de México. Columbus revive el mito de ‘Pancho Villa’, nota de José de Ávila, EL UNIVERSAL.