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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
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Un suceso que comparte México con varios países del mundo es cuando el Concorde volaba sobre su territorio; el avión de manufactura franco-británica era famoso en todo el orbe debido a su capacidad de cruzar el Atlántico en poco más de siete horas, gracias a su tecnología supersónica.
El aeroplano aterrizó por primera vez en la capital mexicana el 20 de octubre de 1974, como parte de una gira que autoridades de ambos países dieron para promocionar la aeronave e ir concretando ventas con diferentes compañías dedicadas a la venta de viajes transcontinentales, que arrancarían después de la primavera de 1975.
Dentro de las páginas de El Gran Diario de México se explicaba que este avión volaba a más de “dos veces la velocidad del sonido, es decir, a 2 mil 200 kilómetros por hora, transportando hasta 144 pasajeros en etapas de 6 mil ó 6 mil 500 km, es decir, la distancia que existe entre París y Nueva York, reduciendo la mitad del tiempo de los viajes de la mayoría de las rutas aéreas mundiales”.
El avión fue producto de un intenso ejercicio de investigación, intercambio, experimentación y prueba que -al igual que de un gran financiamiento proveniente de- autoridades británicas y francesas tuvieron a lo largo de una década. Los primeros aviones que salieron de sus talleres fueron entregados a las compañías British Airways y Air France para que iniciaran operaciones comerciales a finales de 1975 o principios de 1976.
Así fue como aterrizó en nuestro país el Concorde de la pre-serie 02, ensamblado en Francia y según el reportaje de EL UNIVERSAL, el modelo era de “mayores dimensiones, más poderoso y exento de humo; su ruido está ya muy atenuado. Ese mismo avión había realizado el primer viaje trasatlántico en noviembre de 1973, siguiendo la ruta París - Washington, en un tiempo de 3 horas con 33 minutos.
Air France Concorde pasando sobre Avenida Hangares a segundos de aterrizar en el AICM en 1979. Cortesía Jorge Rocafort.
Sin embargo, fue hasta septiembre de 1978 que el Concorde de Air France programó vuelos comerciales a nuestro país, con la ruta París - Washington - México (que en los años posteriores cambiaría por París - Nueva York - México) teniendo a bordo a representantes del gobierno francés.
Los funcionarios calificaron al evento como de suma importancia ya que “en nuestros días, la aeronave no sólo constituye un medio de transporte de personas y bienes, sino también, y más importante aún, la posibilidad cierta y efectiva de comunicación entre los hombres (...) El nombre Concorde significa en idioma francés concordia y este es el signo bajo el cual, ciertamente, se inspiran ahora como en el futuro las relaciones entre nuestros pueblos”. El vuelo tuvo una duración total de 7 horas con 22 minutos, haciendo una escala de 45 minutos en Washington para cargar combustible.
Air France Concorde carreteando para su despegue por la pista 05R del AICM a las 8:30 de la mañana en 1980. Cortesía Jorge Rocafort.
El Concorde sobrevoló territorio mexicano por cuatro años, siendo su último despegue el 1 de noviembre de 1982; esta decisión la tomó la empresa Air France tras aceptar que el precio del pasaje era demasiado elevado para los usuarios de este medio de transporte en el país. En el artículo “Ante cientos de personas, el Concorde dijo adiós a México”, Juan Rodríguez contó a los lectores de EL UNIVERSAL el ambiente que se vivió en las afueras del AICM:
“Sin ninguna ceremonia y frente a la mirada de cientos de personas que fueron a despedirlo, el supersónico Concorde se elevó en los aires para no volver."
“Desde las 8:15 horas, las potentes y avanzadas turbinas de la nave empezaron a rugir. Era finalmente, el momento de emprender el último despegue en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Allá en las alambradas, muros y puentes peatonales, la vista de mucha gente caía sobre la estructura blanca del único avión comercial que puede viajar a dos veces la velocidad del sonido."
"No obstante lo temprano de la hora, el público se congregó en las avenidas Bulevar y Hangares para observar por última vez a la citada aeronave. (...)"
"Más silenciosamente que otros aviones, el “pájaro” siguió su camino hacia su inevitable destino. Cada metro que recorre es uno de los vuelos que realizó durante 4 años en la ruta París - Nueva York - México. (...) Es un gran animal aéreo que se levanta sobre sus patas; su cabeza empieza a moverse como queriendo reconocer el terreno en que se encuentra."
"Niños y adultos lo ven con tristeza; es la despedida final. Cuántos miércoles y domingos acudían a observarlo cuando llegaba. Cuántos jueves y lunes se vio salir a toda prisa maravillando a todos. (...) Pero se acabó. (...) En un segundo recorre un kilométrico trecho de asfalto, para luego, con el morro cabeza agachada emprender su viaje hacia Nueva York y de allí París de donde ya no vendrá jamás a México.”
Plana del diario del 02 de noviembre de 1982 que informa cómo fue el último despegue del Concorde en el AICM. Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL.
En entrevista telefónica, Jorge Rocafort compartió a EL UNIVERSAL que tuvo “la fortuna de disfrutar con gran placer, asombro y emoción a un avión que se adelantó a su época y que es ícono de la aviación mundial, el Concorde”.
Jorge presenció la llegada por primera vez del Concorde a la capital mexicana en 1974, desde la reja que marcaba los límites del aeropuerto sobre la Avenida Hangares. Recuerda que el tránsito estaba detenido por decenas de automóviles que circulaban en esa vialidad y también sobre Boulevard Aeropuerto, tanto los conductores como los peatones estaban a la espera de la llegada del famoso aeroplano.
Lamentablemente, la bruma y el smog no permitieron que hubiera buena visibilidad ese día; sin embargo, Jorge logró verlo cuando Air France programó la ruta París - Nueva York- México que llegaba los domingos y miércoles alrededor de las 7:15 de la tarde y despegaba los lunes y jueves alrededor de las 8:30 de la mañana.
Para Jorge y para muchas familias, los domingos eran un día sumamente especial ya que podía trasladarse al aeropuerto y esperar pacientemente, con la vista clavada en el horizonte y binoculares en mano, a que aparecieran aviones en el cielo.
Detalle de la nariz en posición baja del Concorde de Air France a punto de aterrizar en la pista 05R del AICM en 1979. Cortesía Jorge Rocafort.
“Una vez detectado, la emoción crecía hasta su punto culminante al pasar encima de nosotros con su característico rugido de motores y su estela de humo saliendo de ellos. Recuerdo que los vendedores ambulantes aprovechaban la situación y vendían en 5 pesos, unos “periscopios” hechos de botes de “tetrapak” con espejos en su interior, para poder ver sobre las cabezas de la gente que estorbaban la visión hacia las pistas”, recuerda entre risas.
Como todo buen apasionado y aficionado de la aeronáutica, para nuestro entrevistado resultaba fascinante verlo despegar por las mañanas, ya que podía distinguir las peculiaridades que el avión tenía: “para adquirir la potencia necesaria para el despegue, se colocaba en la pista, bloqueaba los frenos de las ruedas para no rodar y activaba los famosos “afterburners” o post-quemadores (comunes en aviones caza militares), de sus cuatro poderosos motores Olympus; estos post-quemadores producían unas llamas parecidos a gigantescos sopletes, lo que creaba una potencia necesaria para su despegue y su vuelo supersónico. La escena y el sonido eran indescriptibles y emocionantes.”
Con los frenos bloqueados, los cuatro poderosos motores Olympus del Concorde de Air France comenzaban a rugir a toda potencia, para despegar del AICM con destino a París en 1980. Cortesía Jorge Rocafort.
La potencia del sonido que generaba el Concorde, aunado a su diseño, daba aviso a los habitantes de la ciudad sobre la entrada del avión; tanto Jorge en San Ángel como Gerardo Gómez, vecino de la colonia Jardín Balbuena, podían escuchar el estruendo de la creación franco-británica.
Gerardo y su familia están habituados a la sombra que producen los aviones en su hogar cuando éstos se dirigen hacia el AICM; asimismo, se han acostumbrado al ruido proveniente de sus motores y asegura que, hay días en los que pasan desapercibidos. Desde hace más de veinte años viven en la zona, a una distancia de 10 ó 15 minutos en automóvil del aeropuerto.
Sobre el Concorde, Gerardo recuerda que “lo anunciaban en los noticiarios, que vendría un día después o que estaba por llegar; como esta zona nunca ha tenido edificios tan altos, después de escuchar la noticia, alistaba todo para verlo desde la azotea y saludarlo con mucha emoción como, creo, lo hemos hecho la mayoría de los mexicanos cuando vemos un avión”.
El Concorde sobrevolando ciertas partes de la ciudad. Cortesía Jorge Rocafort.
La escena de los vidrios de su casa cimbrando por la potencia del sonido supersónico es inolvidable, “era algo muy similar a cuando tienes música muy fuerte en tu casa… podría decirte que el Concorde generaba el doble de ruido que el que hace un avión comercial actual”.
Le preguntamos a Gerardo si ese mismo sonido podría pasar desapercibido en la vida cotidiana; después de unos minutos de reflexión nos dijo que quizás sí hubiese sido muy exasperante más que escucharlo, el sentirlo: “desde septiembre del año pasado la gente está muy susceptible y nerviosa ante las vibraciones y quizás, nosotros como vecinos del aeropuerto nos acostumbraríamos, pero para quienes no vivan por aquí sería muy sorprendente”.
Concorde carreteando para despegar en 1980. Cortesía Jorge Rocafort.
Este sorprendente avión fue la inspiración de un tema musical titulada Concorde de la autoría del director de orquesta francés Frank Pourcel. La aerolínea francesa Air France pidió al músico galo un tema para el lanzamiento inaugural de esta aeronave en 1975, así fue como quedó dentro de las mejores piezas instrumentales de los años 70 y, además, para goce de todos en él se escucha, en varias ocasiones, el sonido de sus potentes motores. Aquí compartimos el tema:
Los primeros vuelos comerciales del Concorde con las aerolíneas British Airways y Air France comenzaron en enero de 1976 y cesaron entre mayo y octubre de 2003. Durante veintisiete años, ambas compañías aeronáuticas tuvieron que ingeniar estrategias para que la venta de vuelos pudiera costear el mantenimiento del avión.
De acuerdo a artículos de diferentes medios de comunicación, entre ellos esta casa editorial, viajar a bordo del Concorde era un lujo, iniciando con el tiempo de traslado de una parte del mundo a otra y complementado con el menú que se ofrecía “se podía beber champaña a una velocidad dos veces superior que la barrera del sonido (...) el menú para el vuelo del viernes incluía caviar, foie gras, langosta o filete”, se leía en El Universal.
Sin embargo, la historia del Concorde se vio profundamente afectada por un accidente que tuvo el aeroplano de Air France el 25 julio de 2000, donde minutos después del despegue, el avión se estrelló causando la muerte de más de 113 personas en la población francesa de Gonesse. Asimismo, el atentado del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas hizo que ambas compañías tomaran la decisión de sacar de los aires a los armatostes supersónicos.
EL UNIVERSAL informó a sus lectores que “los cinco aviones Concorde de Air France, con su elegante línea y revolucionario diseño, están destinados a varios museos del mundo, mientras que British Airways la única otra línea que opera los Concorde los mantendrá volando en su flota hasta octubre de 2003”.
El sábado 31 de mayo, El Gran Diario de México narraba que el último vuelo del Concorde de Air France fue del aeropuerto Charles de Gaulle en París al John F. Kennedy en Nueva York, donde cientos de personas de ambas ciudades lo vitorearon y despidieron, fue en Estados Unidos donde “dos camiones amarillos rociaron agua sobre el avión en la pista, creando un arcoiris con el cielo azul como fondo. (...) Hoy, desde la ciudad estadounidense de Nueva York, se cerrará una historia definitivamente cuando parta el Concorde a la 14:15 horas locales y llegue a las 17:45 (15:45 GMT) a París, si todo sale según lo previsto. Sin embargo, como afirma el presidente de Air France, Jean Cyril Spinetta “el Concorde no se parará nunca porque jamás saldrá de la imaginación de los hombres”.
Nuestra foto principal es una estampa del Air France Concorde esperando autorización para despegar del AICM, 1980. Cortesía Jorge Rocafort.
Nuestra foto antigua es el Concorde carreteando para despegar en 1980. Cortesía Jorge Rocafort. La foto actual es una toma del aeropuerto capitalino en el mismo donde se podía ver llegar al Concord, hoy luce amurallada.
Fotografía antigua
: Jorge Rocafort.
Fuentes:
Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL. Jorge Rocafort Hernández y Gerardo Gómez.