Mochilazo en el tiempo

Cuando un bolillo costaba mil pesos

En enero de 1993 entró en vigor un decreto que creaba una nueva unidad monetaria, al “nuevo peso” se le eliminaron tres ceros, de modo que $1,000 pesos se convirtieron en N$1 peso; el Banco de México emprendió una campaña en medio de comunicación para que no hubiera confusiones

Cuando un bolillo costaba mil pesos
31/08/2018 |23:00
Redacción El Universal
Periodista de EL UNIVERSALVer perfil

Texto: Gamaliel Valderrama

Diseño Web:

Miguel Ángel Garnica

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Qué pasaría si usted saliera a la panadería a comprar un bolillo y le dijeran que debe pagar mil pesos por su pan. Seguramente la reacción inmediata sería: “pues de qué está hecho”. Pero antes del primero de enero de 1993, esos precios eran muy comunes.

Por ejemplo, en octubre de 1992 un litro de aceite de cártamo se cotizaba en 3 mil 250 pesos; un café soluble de 200 gramos en 8 mil 850; cereal de 200 gramos 2 mil 510 pesos y una margarina de 190 gramos podía costar mil 310 pesos.

Pero, ¿qué hizo que los precios de productos comunes llegaran a cotizarse hasta en millones de pesos? Especialistas apuntan que se debió “a la inestabilidad económica de los años ochenta en el país. La inflación provocó un crecimiento descomunal en el precio de las mercancías, por lo que fue necesario emitir monedas con denominaciones cada vez más altas”, lo que ya no resultaba tan eficiente para la década de los años noventa.

Cuando un bolillo costaba mil pesos

Hasta antes de 1993 se imprimían billetes con alta denominación, por ejemplo, en la imagen se observa uno de 100 mil pesos con el rostro del expresidente Plutarco Elías Calles

Por tal motivo, según señala el Reporte Anual 1992 del Banco de México (Banxico), el poder ejecutivo, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, propuso “crear una nueva unidad monetaria” a la que se le denominó “nuevo peso” –para distinguirla de la anterior– y así eliminar 3 ceros al “peso”, de tal manera que 1,000 “pesos” equivaldrían a 1 “nuevo peso” (N$), a partir de enero de 1993.

Así lo recuerda la señora Rosario Gámez Olalde, quien lleva más de 40 años atrás del mostrador de una tienda, “el anuncio de la nueva moneda nos tomó por sorpresa. Para muchos fue un golpe anímico, se pensaba que era una nueva devaluación del peso”.

De la campaña que explicaba el cambio, asegura, tuvieron que estar muy atentos para no tener sorpresas o pérdidas en su negocio “estuvimos atentos a los anuncios del gobierno para usar la nueva moneda. El día que entraron los nuevos pesos algunas personas se confundían con las cantidades, pero poco a poco nos fuimos acostumbrando".

Cuando un bolillo costaba mil pesos

En 1992, por disposición oficial y ante la próxima renovación de la moneda, se instruyó exhibir los precios de los productos en pesos y nuevos pesos. En la imagen, el huevo en caja se ofrecía en 3 mil 200 pesos y 3 pesos con 20 centavos en su equivalencia en nuevos pesos.

Según doña Rosario, durante los primeros días de 1993 las personas seguían usando los viejos pesos, pero poco a poco empezaron a convivir los dos tipos de moneda. “Nosotros recibíamos todo, viejos y nuevos pesos, no batallábamos mucho con el dinero. Conforme pasó el tiempo el banco fue retirando los viejos y circularon más los nuevos billetes y monedas. Para evitar confusiones teníamos a la vista los precios de los productos en viejos y nuevos pesos, luego ya no hubo necesidad de las dos cantidades”.

Cuando un bolillo costaba mil pesos

Preparándose para la transición de pesos a “nuevos pesos”, algunos almacenes comerciales ofrecían sus productos señalando su valor en viejos y nuevos pesos. Por ejemplo, un traje 100% lana para caballero se podía comprar desde los 2 millones 350 mil “pesos” o 2 mil 350 “nuevos pesos”.

En tanto, Francisco Juárez, tendero desde hace más de 35 años, recuerda de aquellos años los reclamos de sus clientes por una eventual devaluación de la moneda. “Muchas personas tenían esa impresión, era común porque veníamos de varias crisis económicas. Pero al final nos acostumbramos a los nuevos pesos, aunque había clientes que durante varios meses no paraban de quejarse por el cambio”.

Cuando entraron en circulación los nuevos pesos pocos de sus clientes pagaron con la nueva moneda; sin embargo, don Paco, como lo conocen, narra que se preparó y reservó una cantidad para cambiarla en el banco.

“El cambio nos agarró en un fin de semana, yo no abrí la tienda el primero de enero, pero sabía que era bueno tener billetes y monedas nuevos, así que mandé a mi hermano, pero se tardó horas en regresar y no pudo cambiar todo el dinero”. El 2 y 3 de enero cayeron en fin de semana, a pesar de ello los bancos abrieron para cambiar viejos por nuevos pesos, se daba a conocer previo al inicio del año nuevo.

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Parte de la propaganda gubernamental que buscaba de una forma sencilla y visual, explicar el cambio de “pesos” a “nuevos pesos”.

Por su parte, la señora Griselda Chávez, quien en aquella época era una adolescente recuerda que “al inicio fue muy confuso, por el asunto de los ceros. Pero después nos fuimos acostumbrando. Con los nuevos pesos había la sensación de que tu dinero valía menos, pero sólo era eso, percepción, porque al final comprabas lo mismo. Esa misma impresión tuve cuando recibía dinero en la nueva moneda, pues de 200 mil pesos ahora eran sólo 200 pesos”, relata el ama de casa.

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No sólo los productos alcanzaban esas cifras, también los sueldos. Por una jornada de trabajo se ofrecían 70 mil pesos.

El propósito de crear una “nueva unidad monetaria”, explica el Banxico, fue reducir la magnitud de las cifras en moneda nacional, facilitar su comprensión y manejo, simplificar las transacciones en dinero y lograr un uso más eficiente de los sistemas de cómputo y de registro contable. Lo anterior, afirmaba el banco central “no puede ni debe considerarse como una ‘reforma monetaria’. Esto, debido a que no se modificaron en forma alguna las condiciones de la emisión de dinero”.

Los cambios propuestos, que entrarían en vigor el primer día de enero de 1993, se realizarían en tres etapas: la primera sería del 23 de junio de 1992 al 31 de diciembre de ese año, en ésta se informaría de los cambios a la población con una intensa campaña en medios, además se comenzaría con la fabricación de las nuevas monedas y billetes.

Cuando un bolillo costaba mil pesos

Tabla de equivalencias entre los pesos y nuevos pesos. Se planteó que los billetes tuvieran los mismos diseños, excepto por las nuevas denominaciones (de 20,000 pasaron a 20), para evitar mayores confusiones.

A través de spots en televisión, radio y diversas publicaciones, se informó ampliamente al público sobre la forma en que se llevaría a cabo el cambio de unidad monetaria: “Nuevo peso. Más práctico y más sencillo”, repetía la propaganda gubernamental.



Según notas publicadas en esta casa editorial, en noviembre de 1992 se daba a conocer que el Banco de México emitiría nuevos pesos (sin tres ceros), pero con las mismas características a los que se encontraban en circulación en aquel momento. El billete de 50 nuevos pesos tendría el mismo color e ilustraciones que el de 50 mil pesos.

Las monedas sí tuvieron un cambio de diseño, su peso y tamaño se redujeron.
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Mientras seguía el despliegue mediático para informar del cambio en la moneda a los ciudadanos, a finales de 1992 el Banco de México daba inicio a la distribución de “nuevos pesos” y monedas fraccionarias a las instituciones bancarias del país.

Pero la incertidumbre, desconocimiento, confusión e inquietud privaba “en la generalidad de las personas ante la puesta en circulación de la nueva moneda y la quita de tres ceros a la actual a partir de enero”, sostenía una nota publicada en este diario el 30 de diciembre de 1992.

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