Más Información
Más de 10 mil aspirantes registrados para elección judicial 2025; Monreal destaca alta participación
Claudia Sheinbaum felicita a Yamandú Orsi por su triunfo en Uruguay; “El Frente Amplio regresa a gobernar por voluntad del pueblo”
México en COP29; reitera propuesta de reforestar 15 millones de hectáreas y alcanzar cero emisiones para 2050
“Es tiempo de unidad para lograr el cambio”; María Teresa Ealy dialoga con comerciantes del Sagrado Corazón en Miguel Hidalgo
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas; ONU México hace llamado a la acción colectiva
Ken Salazar acude a misa por la paz y la justicia en México; obispo Francisco Javier invita a abandonar el “funcionalismo”
Texto: Carlos Villasana, Ruth Gómez y Angélica Navarrete
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
Una de las fechas más importantes dentro del calendario de efemérides mexicanas es el 18 de marzo, ya que un día como ese pero de 1938 el entonces presidente de la República, el General Lázaro Cárdenas lanzó un decreto donde comunicaba que las empresas extranjeras dedicadas a la industria petrolera serían expropiadas por no cumplir con demandas de las autoridades mexicanas.
El petróleo, al ser un recurso natural, ha tenido presencia en la historia del país desde tiempos prehispánicos pero fue hasta 1876 que un estadounidense descubrió yacimientos petrolíferos en Tuxpan, Veracruz, pero no pudo explotarlos ni lucrar con ellos. También lo intentaron empresarios ingleses, sin éxito.
Fue hasta el Porfiriato cuando se abrieron todas las posibilidades para que empresas estadounidenses, inglesas y holandesas -principalmente- pudieran explorar, descubrir y trabajar el petróleo mexicano. De acuerdo con el libro “Albúm de Oro de América” “el descubrimiento de riquísimos pozos, -como el famoso Cerro Azul, que producía un cuarto de millón de barriles de petróleo diarios- dio origen a la formación de numerosas compañías que se dedicaron a la más intensa y productiva explotación de la riqueza petrolera nacional”.
Los beneficios que tuvieron por parte del gobierno de Díaz para que lograran tal empresa fueron insuperables: libre importación de maquinaria y equipo, libre exportación del recurso natural y todos sus derivados, preferencia y apoyo para la compra de terrenos, permisos de construcción de oleoductos y, además, protección del Estado Mexicano para salvaguardar sus pertenencias en los centros de explotación.
En tanto, en 1933 se creó la Compañía Petróleos de México, Petromex, antecedente de Pemex.
De esa forma salieron del país, de 1901 a 1938, miles de millones de barriles de petróleo que en dinero para Hacienda se tradujo en sólo unos cuantos miles de pesos y en centavos para los obreros. Todo cambió tras la puesta en vigor de la Constitución de 1917, que permitió la agrupación de trabajadores en sindicatos y gracias a ello, en 1936 empezaron las demandas colectivas de incremento en el pago salarial y el mejoramiento de las condiciones en las que operaba la industria petrolera.
Los involucrados no llegaron a ningún acuerdo, por lo que el gobierno tuvo que intervenir y pasar el caso a la Junta de Conciliación y Arbitraje, quien falló a favor de los obreros petroleros, dictando un aumento de 20 millones de pesos para los sueldos. Las empresas buscaron ampararse ante la Suprema Corte de Justicia, pero su respuesta fue la misma: debían acatar lo dicho por la Junta de Conciliación.
Acostumbradas al proteccionismo del pasado, las empresas petroleras se indignaron y “rebelaron” ante las sentencias y en respuesta, Lázaro Cárdenas decretó, el 18 de marzo de 1938, la expropiación de todos sus bienes muebles e inmuebles, así como su maquinaria, instalaciones, edificios, oleoductos, refinerías, tanques de almacenamiento, vías de comunicación, estaciones de distribución y sus embarcaciones.
Las páginas de EL UNIVERSAL de aquella época, lograron capturar la seguridad y el orgullo con los que el mandatario defendía su decisión y a pesar de que admitía que no era sencilla, México era un país de leyes y que estas deberían de cumplirse, sobre todo si se trataba de proteger a cientos de mexicanos que exigían un trabajo digno.
Primera plana de EL UNIVERSAL del sábado 19 de marzo de 1938, en la que se anuncia el decreto presidencial y la postura del gobierno ante la “rebelión” de las empresas petroleras extranjeras. Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL.
Imagen de una gasolinería de la empresa extranjera El Águila. Sin fecha. Archivo EL UNIVERSAL.
Cárdenas dispuso que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público pagara las indemnizaciones correspondientes a las empresas “en efectivo y en un plazo no mayor de diez años, debiendo tomar los fondos del tanto por ciento que se determinará posteriormente de la producción del petróleo y sus derivados que provengan de los bienes expropiados, fondos que deberían depositarse en la Tesorería de la Federación mientras se siguen los trámites legales”, informaba esta casa editorial.
El mandatario fue tajante y decía a las empresas que la expropiación había sido su última palabra, que la consideraba necesaria para el bien público y que era un asunto “liquidado” que contaba con todo el apoyo de la sociedad mexicana. Asimismo, Vicente Lombardo Toledano, entonces Secretario General de la C.T.M. comentó que todos los que habían escuchado en viva voz el decreto, habían “convenido en afirmar que ese documento tiene el valor del acta de la independencia económica nacional, del mismo modo que la de 1821 tiene el significado del acta de la independencia política de México. La Revolución política después de más de un siglo, ha producido, dialécticamente, la Revolución económica. México empieza a adquirir hoy un sentido profundo de su gran destino histórico.”
Casi a los tres meses de la expropiación petrolera, el 7 de junio de 1938, se creó por decreto presidencial Petróleos Mexicanos, Pemex, como la única empresa petrolera mexicana.
Pocos meses después de la expropiación, el gobierno informaba que la compañía encargada de tomar las riendas de la industria petrolera sería Petróleos Mexicanos, Pemex. Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL.
El edificio que alguna vez fue sede de las oficinas de la Compañía inglesa de petróleos “El Águila”, sobre Avenida Juárez, fue ampliado y modernizado para que en 1949 pudiera fungir como gerencia principal de Petróleos Mexicanos. Hoy aquel edificio ya no existe, en su lugar vemos otro edificio abandonado. Imagen antigua colección Villasana-Torres, imagen actual José Antonio Sandoval Escámez.
El Milagro Mexicano
Las décadas de los 40 a los 70 se caracterizaron por un crecimiento sostenido, propio de una nación que se industrializaba y modernizaba, llamado el Milagro Mexicano. De 1940 a 1956 el crecimiento fue hacia afuera, basado en los productos del campo y el mar y de 1956 a 1970 el crecimiento fue hacia dentro sostenido en la producción industrial.
El Milagro Mexicano en mucho fue por el impulso a la economía a raíz de la Segunda Guerra Mundial y abarcó los sexenios de Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán Valdés, quienes apoyaron la consolidación del mercado interno y la inserción de México al comercio a nivel mundial.
Tan sólo entre 1947 y 1952 el PIB creció en promedio anual en un 5.7% y en años anteriores había alcanzado hasta un 7.3%, gracias a la gran producción petrolera, de energía eléctrica y de las industrias de la construcción y la manufacturera. Este crecimiento de México fue hacia adentro, pues debía producir lo que consumía, es decir, se sustituyeron las importaciones.
En 1952 también se inauguró el Monumento a la Industria Petrolera de México, popularmente conocido como “Fuente de Petróleos” que buscaba conmemorar el histórico hecho y todo el esfuerzo que los trabajadores mexicanos tuvieron que hacer después de la partida de las empresas internacionales para que nuestra economía no se viera mermada. El monumento fue obra de Vicente Mendiola Quezada y del escultor Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig y sigue en pie -con las remodelaciones que el tiempo demanda- en Reforma y Anillo Periférico.
Postal de la Fuente de Petróleos en los años cincuenta y sesenta. La fotografía a color encierra varias características que marcaron la regencia de Ernesto P. Uruchurtu en el D.D.F.: el embellecimiento de plazas públicas, el cuidado a monumentos y la colocación de alumbrado público. Colección Villasana - Torres.
El Charrito PEMEX, símbolo de orgullo nacional
Este crecimiento y bonanza basados en el campo y en la industrialización cimentada en la riqueza petrolera, fue el marco perfecto para crear una campaña nacionalista para la paraestatal que, desde su expropiación, seguía beneficiando a diversos rubros de nuestro sistema económico.
En entrevista, Aldo Solano, historiador del arte que se ha especializado en el diseño industrial nacional, considera que PEMEX fue una industria que formó su identidad de la sociedad mexicana, al mismo tiempo que se convertía en un referente para todos los habitantes del país: era parte de nuestro orgullo.
Esto se reflejaba en los letreros que adornaban sus oficinas o sus estaciones de servicio: CONSUMA LO QUE EL PAÍS PRODUCE, una invitación que hoy sólo vemos de manera masiva en el “#consumelocal” de las redes sociales. Tanto los anuncios como los productos, tomaron los colores de la bandera que la identificaba como una empresa mexicana en beneficio de los mexicanos: todo acompañado por el sufijo o terminación “mex”.
Anuncio publicitario del aceite-combustible “Gasolmex 90”, elaborado por Petróleos Mexicanos, era producido en 1957 y tenía alto costo de producción. Los contenedores, que eran latas o botellas, llevaban el nombre de Pemex - Sol. Colección Villasana - Torres.
A partir de la expropiación, las gasolineras lucían en sus anuncios Petróleos Mexicanos “Al servicio de la patria”. La primera imagen es Calzada de la Viga en los años cincuenta y la segunda es el cruce del Paseo de la Reforma y la Avenida de los Insurgentes, muy cerca de la Glorieta de Cuauhtémoc en los años setenta; que estaba adornada con una enorme lata de Pemex-Sol. Colección Villasana - Torres.
Como toda marca, Petróleos Mexicanos necesitaba de una imagen que lo distinguiera y lo acompañara de manera local e internacional y así nació el “charrito” de PEMEX.
Aldo Solano nos comentó que en los años treinta Walt Disney realizó a Pancho Pistolas, el primer charro mexicano caricaturizado y animado, que buscaba rendir homenaje a una cultura muy cercana a la suya. Evidentemente, al ser un producto de una empresa como Disney, Pancho Pistolas se internacionalizó, estableciendo al “charro” como una referencia de lo “mexicano” para el mercado internacional, por lo que se podría manejar la hipótesis que había sido pensada para su uso en el extranjero y no tanto para el comercio interno.
A diferencia de Pancho Pistolas -que no sólo tenía la vestimenta tradicional, sino que una personalidad bastante estudiada sobre el mexicano-, el charro de PEMEX era una caricatura de un personaje regordete con piernas arqueadas. La imagen del Charrito Pemex se podía ver en gasolinerías, bombas, folletos e instructivos de la empresa.
Diversos blogs indican que esta figura estaba inspirada en Álvaro Sánchez Otero, señor que fue contratado por PEMEX para hacer tours de promoción de sus productos. EL UNIVERSAL buscó con quién verificar este dato pero no se tuvo éxito hasta el cierre de esta edición.
Imágenes tomadas de la Red en donde se aprecia a un hombre vestido de charro quien, aparentemente, promocionaba los servicios y productos de Pemex.
Fue así como en 1958 se promulgó la ley del Petróleo, misma que definió por primera vez las funciones de Pemex y separó la petroquímica básica de la secundaria.
Para la década de los sesenta PEMEX también remodeló sus oficinas en Avenida Juárez, que pasaron de tener una estética neocolonial a una moderna, compuesta por muros de vidrio que facilitaba el paso de la luz. Casi una década después, la ex-paraestatal mudó sus oficinas a Marina Nacional dejando a su suerte al edificio que altivamente alentaba a consumir lo producido en el país y cuyo aspecto actual, en deterioro, podría ilustrar metafóricamente la situación por la que atraviesa la industria petrolera mexicana.
Así lucía Marina Nacional poco antes de la construcción de la Torre de Pemex. Colección Villasana - Torres.
Una toma de inicios de los años ochenta donde destacan la Torre Ejecutiva de Pemex y los edificios de la Plaza Galerías en construcción. La vista es desde el puente vehicular que conecta las avenidas Marina Nacional, Sullivan y Antonio Caso sobre el Circuito Interior. Colección Villasana - Torres / Libro "Historia de la Ciudad de México".
En 1975 Pemex registró un repunte en la exportación de crudo. Al interior de la República se veían logos de torres petroleras con una bandera ondeando en las alturas. Fue en 1988, en el Aniversario número 50 de la expropiación petrolera, que se ideó el logo actual formado por una gota de aceite y la cabeza del águila del escudo nacional.
Imagen de la red en la que se aprecian los dos logotipos más utilizados por Petróleos Mexicanos. En nuestra charla con Aldo quedó la interrogante ¿qué tan dispuesto está el mexicano a ridiculizarse así mismo para agradar o afirmar los estereotipos que el extranjero tiene sobre nosotros, en pos del mercado?
Algunas sombras de la corrupción en Pemex
En 1989 el gobierno federal redujo el gasto previamente aprobado de la paraestatal, quitándole 38 mil millones de pesos, según la “Cuenta Pública” de ese año. Ese mismo año apenas tomaba la presidencia Carlos Salinas de Gortari cuando ordenó la detención de Joaquín Hernández Galicia, conocido como “La Quina” entonces líder del sindicato petrolero desde 1958 y quien se consideró figura de la corrupción de la paraestatal y un obstáculo para el crecimiento de las operaciones.
Además, se había mantenido en el cargo durante los sexenios de Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid y el inicio de Salinas de Gortari.
Fue detenido aquel 1989, luego de que amenazó a Salinas con hacer una huelga si privatizaba Pemex.
Para 1992, a la par del descubrimiento de grandes yacimientos petroleros, se expide una nueva Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos y Organismos Subsidiarios, donde se establecen los lineamientos básicos para definir las atribuciones de Pemex como órgano descentralizado.
Lo que trajo la Reforma Energética
En la década de los 2000 Pemex tuvo una serie de transformaciones y empezó cambiando de nombre, pasó de ser empresa Paraestatal a Empresa Productiva del Estado. A finales de diciembre de 2013, fue aprobada la Reforma Energética y con ella vino otro sin fin de cambios para la industria petrolera. Cuatro años después, los titulares que llevan consigo el nombre de PEMEX describen el pérdidas de capital y recursos financieros, problemas de desempleo y en la producción del petróleo hasta escándalos de enriquecimiento ilícito por parte de sus líderes. Nuestro compañero Noé Cruz reportaba apenas el pasado viernes 24 de noviembre que la empresa tiene cada vez menos trabajadores en plataformas:
“La baja en la actividad petrolera en altamar ha provocado que el transporte de personal vía marítima o aérea se esté reduciendo desde 2010. La petrolera, según información de la Subdirección de Servicios a la Explotación y la Gerencia de Servicios Logísticos a la Operación de Pemex Exploración y Producción (PEP) en la entregada vía Transparencia, llegó a transportar más de 100 mil trabajadores utilizando embarcaciones mensualmente en 2010. Hoy, el máximo alcanzado en junio de este año (última cifra oficial disponible) apenas llega a 52 mil (...) Al tercer trimestre de 2017, PEP reporta 48 mil 164 trabajadores (incluyendo los que cubren vacaciones, incapacidades o permisos) 5 mil 240 menos que en 2013”.
En 2013 el presidente Enrique Peña Nieto promulga la reforma energética, que sirvió como marco para una reorganización de Pemex en 2015.
Mientras el escenario parece desfavorable a nivel interno, Petróleos Mexicanos buscará invertir en el extranjero o asociarse con empresas multinacionales -como Shell, ExxonMobil, Chevron, Total o BP, entre otras, mismas que ya tienen expendios gasolineros en el país-, para cubrir su número de reservas y seguir activo en el mercado a nivel internacional.
Ejemplo de gasolinería extranjera en nuestro país, al norte de la capital.
Con el sabor agridulce que dejan los momentos de cambio, nos acercamos a un grupo de jóvenes que estaban en la plaza Luis Cabrera de la colonia Roma, para preguntarles su opinión sobre Pemex. María, la única chica del grupo, nos dijo que no entendía por qué las oficinas de Petróleos estaban aquí -como las de muchas otras secretarías- si los pozos están en otras partes del país “así se gasta menos en transporte, activas otras zonas que también necesitan empleo.”
Su amigo Alex nos dijo que “en lo personal creo que los mexicanos no somos patrióticos. Pero en mi caso, ninguna institución mexicana me llena de orgullo, sino todo lo contrario” y, por otro lado, Roberto nos compartió que “Pemex fue una buena idea, que nació con la intención de darle fuerza y poder a México… O eso quisieron que pareciera -dijo entre risas-, pero hoy me parece sólo un nido más de corrupción y hace que me dé más coraje la situación del país”.
Generaciones enteras de mexicanos crecimos viendo los colores de nuestra bandera en estaciones de gasolina y quizás, puedan compartir con nosotros la conmoción que nos causó la primera vez que las vimos con morados, azules, naranjas o amarillos adornando las marquesinas y en las máquinas expendedoras. Compartimos lo dicho por Aldo Solano, PEMEX fue una empresa que a pesar de haber nacido tarde -a mediados del siglo XX, cuando en otros países gozaban de sus riquezas desde finales del siglo XIX-, nos dio mucho como sociedad: decenas de obras públicas fueron posibles gracias a la existencia de la antigua paraestatal.
Hoy, la abundancia producida por los recursos naturales nacionales volvió a alejarse de nuestras manos.
Fotografía antigua:
Colección Villasana-Torres, Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
Fuentes:
Aldo Solano Rojas, historiador del arte. Libro “Albúm de oro de América”. Archivo Hemerográfico EL UNIVERSAL. https://www.economia.com.mx/el_milagro_mexicano.htm