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Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez
Fotografía actual: Lucia Godínez
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica
En la ciudad existen zonas que destacan por su vida social, comercial, política y cultural, dos de ellas son el popular circuito conocido como “Roma-Condesa”. Aunque en el imaginario las tengamos contempladas como una sola, ambas colonias están conformadas, a su vez, por otras; en el caso de “La Roma” está la colonia Roma Norte y Roma Sur, y en el amplio territorio que denominamos “La Condesa” están las colonias Hipódromo, Hipódromo Condesa y Condesa.
La zona, al ser céntrica, empezó a ser habitada por oficinas, restaurantes, bares y la tranquilidad que alguna vez las caracterizó se fue diluyendo. Para los años ochenta las colonias ya eran parte indispensable de la vida socioeconómica de la capital pero la mañana del 19 de septiembre de 1985 las marcó cuando fueron terriblemente afectadas por el terremoto de 8.1 de magnitud y también por su réplica. Hablamos de cientos de inmuebles dañados que desaparecieron paulatinamente.
De las cinco colonias, la más afectada fue la Roma Norte, por lo que muchos de sus habitantes emigraron a la Condesa cuyos inquilinos, a su vez, se fueron a zonas más al poniente, como Polanco o “Las Lomas”. La Roma Norte fue abandonada en tramos, la compra y renta de inmuebles se vio afectada y muchos de los comercios también “huyeron”.
En la zona se quedaron los locatarios de tienditas, habitantes por generaciones de las casonas o las vecindades, las calles lucieron por mucho tiempo tal cual las había dejado la fuerza del terremoto y sólo era visitada por quienes trabajaban, estudiaban o vivían en sus inmediaciones. Como consecuencia de todo esto, la zona empezó a volverse insegura, no había iluminación en ciertas calles y al miedo latente de estar “ahí” durante un temblor se le sumó el de ser asaltado. Las colonias sufrieron no sólo por la depreciación económica, sino por el ambiente que había dejado el sismo.
El edificio de departamentos situado en la esquina de Orizaba y Zacatecas, en la colonia Roma, tras los sismos de 1985. La residencia que se ve al fondo aún existe. Colección Villasana - Torres / D.D.F.
El edificio que estuvo en la esquina de la avenida Nuevo León y la calle de Laredo, en la colonia Hipódromo quedó destruido tras los sismos de 1985. Colección Villasana Torres / Revista del IMCYC
El cruce de Ámsterdam y Cacahuamilpa, en la colonia Hipódromo, a finales de 1985. Destaca un edificio que había sufrido daños y fue demolido poco después. En el fondo se aprecia la sede de la Secretaría de Pesca, que ahora alberga la Secretaría de Movilidad. Colección Villasana - Torres.
Rosalía Cuéllar trabajó por más de veinte años entre las colonias Doctores y Roma Norte. El terremoto del 19 de septiembre de 1985, provocó que el edificio donde trabajaba en la colonia Doctores, entre Doctor Carmona y Valle y Doctor Liceaga, colapsara y con poco después, desapareciera.
Algunos testigos de la decadencia
Después del terremoto, reubicaron su oficina en las calles de Sinaloa y Salamanca, en la Roma: "de verdad la gente ya no quería ir para ese lado de la colonia, porque había cortes de luz y agua, pero las autoridades nos dijeron que ese edificio sólo tenía daños menores y era el más seguro para trabajar".
En 1992 las oficinas regresaron a Morelia, entre Puebla y Avenida Chapultepec, donde se había reacondicionado otro edificio de la Secretaría de Economía. De ese sitio se cayó un auditorio, por lo que esa parte sólo sería utilizada como planta baja para estacionamiento y archivo general; los responsables de obra informaron a los trabajadores que añadirle pisos hubiera sido muy arriesgado, ya que temían que en otro terremoto se vencieran las estructuras por el peso de los trabajadores y el mobiliario.
"Es un hecho que la colonia Roma quedó seriamente dañada en el 85. Las calles estaban desiertas, los negocios cerraron porque varios de los edificios donde estaban había daños, hubo gente que vivía ahí y como era una zona tan lastimada, se fueron a vivir al interior de la República. Pero ya cuando nosotros volvimos -en el 92- algunas calles seguían pareciendo montaña rusa, porque algunas estaban hundidas y era común ver edificios abandonados... No sé si con el paso del tiempo los habrán compuesto o si nada más les dieron una ligera "manita de gato" para que se pudiera entrar, pero desde ese entonces la gente estaba muy temerosa de que con otro terremoto se les vinieran encima", narra Rosalía.
En cuanto al ambiente laboral, la entrevistada comenta que al principio era tenso y con miedo "los que íbamos a trabajar ahí lo hacíamos por necesidad y también por gusto a lo que hacíamos". Ya con el paso del tiempo, se hizo menos latente la sensación de que pasaría otro temblor y se fueron acostumbrando a estar ahí ya sin estar asustados.
Rosalía recuerda que poco tiempo después iniciaron los simulacros y comparte a EL UNIVERSAL que la gran mayoría de sus compañeros acataban órdenes y que de inmediato surgieron personajes que se ofrecían para ser líderes de brigada e indicar por dónde desalojar cada piso. Entre los años noventa y principios de los dos miles, vivió un par de sismos de pequeña magnitud en la zona, en los que afortunadamente no pasó nada y sólo una que otra compañera se desmayó.
También fue testigo del "recuperamiento" de la zona, ya que dejó de laborar ahí en 2007. "Cuando comenzaron a aparecer los comercios, nos sentíamos más tranquilos, creo que a nosotros nos hizo bien que nuestro ambiente cambiara, pero también mucha gente que tenía años viviendo ahí y que conocíamos porque les comprábamos comida o dulces, tuvo que irse. Al principio el cambio fue muy paulatino, pero cuando empecé a ir esporádicamente por el 2010, ya era irreconocible a la colonia donde yo trabajé, aunque eso sí, muy linda", finalizó.
A partir de 1986 hasta 1988, el gobierno capitalino (antes D.D.F.) hizo un control de edificaciones afectadas en el terremoto de 1985. Estas imágenes son parte del registro visual de los daños en las colonias Roma Norte, Roma Sur e Hipódromo Condesa. Colección Villasana - Torres / D.D.F.
La historia de estas colonias se remonta al Porfiriato, cuando diferentes comitivas de la élite social informó al Ayuntamiento sobre la compra de los predios de Potreros de Romita —pequeño asentamiento con antecedentes precoloniales y del cual tomaron el nombre— y de la Hacienda de la Condesa, con la intención de construir en ellos fraccionamientos con todos los servicios que cubrieran la creciente demanda de vivienda.
Surgieron en el Porfiriato
Así, en 1903 los nuevos propietarios de los terrenos proyectaron la construcción de “complejos habitacionales” de lujo, con calles pavimentadas, espacios de recreo, bellos parques, servicios de agua y energía eléctrica —que en ese entonces eran prácticamente inexistentes en colonias populares— y saneamiento.
Como es evidente, ambas colonias se han ido ampliando y transformado con el paso del tiempo. En el caso de la colonia Roma del Porfiriato, sus límites eran la entonces llamada Avenida Jalisco —hoy Álvaro Obregón—, la calzada de Chapultepec y la Calzada de la Piedad —Cuauhtémoc—. Poco a poco se fue extendiendo y sumó a su territorio algunas calles que habían pertenecido a la Condesa, en 1922 también se sumó el territorio de la Romita. Actualmente, la colonia Roma Norte abarca desde la avenida Chapultepec a la calle Coahuila, y la Roma Sur de Coahuila al Viaducto Miguel Alemán; ambas delimitadas por las avenidas Cuauhtémoc e Insurgentes.
El área conocida como “La Condesa” fue adquirida por un grupo de socios cercanos al ex presidente Díaz, entre los que se encontraban José Yves Limantour, Guillermo de Landa y Escandón o Porfirio Díaz hijo, por mencionar a algunos. Entre ellos pactaron que cada accionista podría tomar un terreno correspondiente al valor de sus acciones y que la repartición comenzaría al norte de la propiedad, por las avenidas de Chapultepec y Tacubaya —la actual José Vasconcelos.
Sin embargo, la fama de la zona aumentó cuando se inauguró el Toreo Condesa en 1907 y tres años después el Hipódromo de la Condesa. Estos atractivos funcionaron hasta mediados de los años 20, y después de su desaparición, en sus terrenos se construyeron las colonias Hipódromo e Hipódromo Condesa.
Así lucía la colonia Hipódromo en los años treinta, poco después de su fundación en 1925, en los terrenos que alguna vez fueron parte del Jockey Club. Colección Villasana - Torres.
Para los años 20, ambas colonias, pero en especial la Roma, ya eran zonas multiculturales y, siguiendo la línea en las que fueron creadas, eran habitadas por familias de la clase alta mexicana.
Una de las características que hacen sobresalir a ambas colonias es la variedad de estilos arquitectónicos que poseen. La mayoría de sus calles cuentan con algún ejemplar que nos permite dar un vistazo al pasado, que además de embellecer el paisaje y ser la muestra de la diversidad de gustos por parte de los primeros habitantes del rumbo, nos permite comprender la importancia socio-económica que esta zona tuvo en sus inicios.
Los estilos que predominan en las colonias son el ecléctico, art decó, art nouveau, los “neos” y el moderno. El primero es la combinación de elementos característicos de diversos estilos arquitectónicos como una forma de estar “abiertos”, es decir, demostrar que la suma de diferentes elementos puede llegar a ser bella, elegante (uno de los ejemplos más famosos de la ciudad es el Palacio de Bellas Artes).
Instituto Renacimiento de la Colonia Roma en la década de los años 50. En el pasado terremoto del 19 de septiembre de 2017 cayó toda la cúpula que vemos en la imagen.
En estas colonias los ejemplos son bastos, con estilos “neos”, es decir, reapropiaciones de estilos pasados con un toque de “modernidad”, como el neorrenacentista, neoclásico, neogótico, neobizantino, neoárabes, etcétera.
El estilo “art nouveau” se destacó por su distanciamiento con las figuras “cuadradas” típicas de las construcciones, haciendo uso de motivos vegetales y florales, así como líneas onduladas-curvas que asemejaran al movimiento de la naturaleza. Este fue un movimiento que pasó por todas las artes y artesanías.
Llegó al país a inicios del siglo XX y la que se presume como la primera construcción de este tipo se encuentra en Guanuajuato #54, en la colonia Roma Norte, hoy sede de un restaurante vegetariano y otros locales comerciales, como una distribuidora de pintura. Otro de los edificios de este estilo -y en mejores condiciones- es la sede del Museo del Objeto, en la esquina de Colima y Córdoba.
Así lucía la vida cotidiana de la colonia Roma en los años setenta, había poco flujo vehicular y los edificios conservaban el estilo arquitectónico que los caracterizaba. Este inmueble es el actual Museo del Objeto del Objeto, construido en 1910 por Arturo Jiménez. Colección Villasana - Torres.
A diferencia de las formas orgánicas, en el art decó sobresalieron formas geométricas como círculos, triángulos, líneas, rectángulos y símbolos que representaban la prosperidad, como las cornucopias o rayos solares (representados con líneas). En este estilo también había representaciones de la naturaleza, pero en forma de patrones simétricos, no curvos.
La mayoría de los inmuebles con estas características se encuentran en la colonia Hipódromo, siendo el Parque México -antes conocido como Parque San Martín- uno de los ejemplos más famosos.
Como ya lo mencionamos, el prefijo “neo” indica que algo “viejo” se retomó y se le sumó algo del “presente”. En ambas colonias aparecieron los estilos neocolonial y neocaliforniano, como resultado de una continua búsqueda de identidad nacional; en ella hay grandes ventanales, patios, techos altos y con vigas de madera, algunas veces tejas, predominando el uso de materiales como cantera y hierro forjado.
Al decir “arquitectura moderna”, nos referimos a las construcciones realizadas a partir de la segunda mitad del siglo XX, bajo el mando de arquitectos como Luis Barragán o Mario Pani, quien lideró a lado de Salvador Ortega el proyecto del Multifamiliar Juárez. Estos multifamiliares siguieron un movimiento llamado ““integración plástica” y sus interiores eran planeados y producidos por artistas de la talla de David Alfaro Siqueiros, Carlos Mérida o José Chávez Morado.
El edificio C1 del Multifamiliar Juárez en una fotografía de 1952. Se aprecia el paso a desnivel de la avenida Orizaba, que corría bajo los edificios C del conjunto y cuyas paredes estaban decoradas con murales de Carlos Mérida; el inmueble de la imagen y el desnivel desaparecieron tras los sismos de 1985; aún están en pie los edificios más pequeños. Colección Villasana - Torres / “Mexique”.
Así transcurrieron los años en ambas colonias, repitiendo de manera un tanto inconsciente el modelo bajo el cual habían sido creadas. Sin embargo, todo cambió para la década de los sesenta, con la llegada del Metro. El circuito quedó en medio de dos de las primeras líneas y también de las cada vez más transitadas vialidades, como lo siguen siendo las avenidas de los Insurgentes y Cuauhtémoc.
A inicio de siglo XXI, en los años dos mil, el gobierno capitalino se dio a la tarea de “revitalizar” a ambas colonias. Ese término, “revitalizar”, fue el disfraz perfecto para un proceso llamado gentrificación, que en palabras de Luis Alberto Salinas, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, es “la reestructuración de clase y de relaciones sociales en un espacio urbano determinado. Se caracteriza, principalmente, por el desplazamiento de una población de menores recursos por otra con mayores ingresos. Ese movimiento social es detonado por una fuerte inversión de capital en desarrollo inmobiliario y comercial que cambia el paisaje urbano, tanto física (aparecen fraccionamientos y comercios: bares y restaurantes) como socialmente (donde vivía gente de clase baja ahora conviven la media y alta)”.
El nuevo milenio
Poco a poco fueron apareciendo cafés, bares, oficinas, tiendas y múltiples complejos residenciales. Las calles se llenaron de automóviles y por cada cuadra con algún restaurante, al menos había un puesto de valet parking. También aparecieron los parquímetros, las galerías de arte, estudios de tatuajes y mercados gourmet.
Las colonias pasaron de ser zonas deterioradas a generar plusvalía, volviéndose en los barrios de moda ya que, a pesar de lo desaparecido en 1985, las construcciones y parques que seguían en pie los dotaban de una belleza y una ubicación inigualable. Cabe señalar que este proceso fue voraz en la colonia Roma Norte, pero paulatino en las otras cuatro (Roma Sur, Condesa, Hipódromo Condesa e Hipódromo).
El circuito Roma-Condesa volvió a estar dentro del mapa turístico de la capital y así siguió hasta ahora. Lamentablemente, el terremoto del pasado 19 de septiembre también lastimó una vez más a múltiples familias que radicaban dentro y fuera de la zona.
Hoy, el ambiente que se respira en todas las colonias es de temor e incertidumbre, los negocios lucen con menos gente, hay un éxodo de inquilinos de departamentos y casas, decenas de calles lucen acordonadas por los edificios con riesgo de colapso... ¿Será que la zona pueda recuperar la bonanza que tenían previo al terremoto?
Fotografía principal:
La imagen corresponde a los años 40 y captura la vida cotidiana en la colonia Hipódromo - Condesa. El edificio, ubicado en la esquina de las avenidas Sonora y México, sigue en pie. Colección Villasana-Torres.
Fotografía comparativa antigua:
Parque San Martín, popularmente conocido como "Parque México", en los años treinta. El lugar fue diseñado en 1927 por la dupla Leonardo Noriega - Javier Stavoli; en esta fotografía destacan el "Lago de los Patos" y las columnas del Foro Lindbergh, un teatro al aire libre estilo art decó. Colección Villasana-Torres.
Fotografía antigua:
Colección Villasana - Torres.
Fuentes:
Museo del Objeto del Objeto. Boletín “La gentrificación de colonias céntricas genera desplazados de la ciudad a la periferia”, Dirección de Comunicación Social de la UNAM/2015.