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Así nació Ciudad Universitaria hace 65 años

Luego de obtener su autonomía, en 1929, autoridades de la UNAM planearon crear un complejo estudiantil, entonces alejado de la urbe, capaz de conjuntar a sus cada vez más estudiantes, fue así como se inauguró hace 65 años la Ciudad Universitaria.

Así nació Ciudad Universitaria hace 65 años
25/11/2017 |00:04
Redacción El Universal
Periodista de EL UNIVERSALVer perfil

Texto: Mauricio Mejia Castillo

Diseño web:

Miguel Ángel Garnica

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El miércoles 20 de noviembre de 1952 en la explanada de la Rectoría, el licenciado Jesús Novoa, presidente del patronato de la Universidad Nacional Autónoma de México celebró la inauguración de la nueva Ciudad Universitaria. La ceremonia fue presidida por el rector, Luis Garrido Díaz y Miguel Alemán, el primer presidente universitario. Con este acto y con el inicio de los cursos, dos años después, culminaron los esfuerzos de más de veinte años para que la máxima casa de estudios tuviera un campus a la altura de su prestigio, demanda y compromiso con México.

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La invitación a la ceremonia de inauguración de la Ciudad Universitaria

En el libro Maravillas y curiosidades. Mundos inéditos de la Universidad Felipe Leal cuenta cómo, a finales de 1929, el año en que la Universidad Nacional consiguió su autonomía, los estudiantes de arquitectura, Mauricio de María y Campos y Marcial Gutiérrez Camarena, presentaron su tesis profesional sobre la creación de un nuevo campus. La tesis fue aprobada por unanimidad y apoyada por el rector Antonio Castro Leal, uno de los “Siete Sabios” de 1915.

La primera idea fue que el nuevo centro estuviera en el sur, más allá de la glorieta de Huipulco; hoy en este lugar encontramos el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias. Después se pensó en un predio en las Lomas de Chapultepec que fue vendido a la Secretaría de Guerra y Marina para la construcción del Hospital Militar. En el 29, ambos terrenos estaban en las afueras de la capital.

En esos años, las escuelas de la UNAM estaban repartidas en varios edificios coloniales en el Centro Histórico de la Ciudad de México, lo que fue conocido como el “barrio universitario”. Jurisprudencia y Economía, en la calle de Donceles, a una cuadra de la Escuela Nacional Preparatoria; Medicina, en la plaza de Santo Domingo; Odontología, en la calle de Primo Verdad; Ingeniería, en la de Tacuba; Arquitectura, en la Academia de San Carlos; Altos Estudios, que incluía las escuelas de Ciencias y Filosofía, las bases de la cultura, en la casa de los Mascarones, en San Cosme. La más alejada era Ciencias Químicas, establecida en el entonces pueblo de Tacuba.

De estas sedes, veinte estaban en claro estado de descuido, alojadas en construcciones muy antiguas. La situación ponía en riesgo la seguridad de alumnos, profesores y trabajadores. La Ciudad Universitaria era un imperativo para la institución. Pero las crisis económicas y administrativas que vivió la UNAM en la década de 1930 hicieron que el proyecto de María y Campos y González Camarena se estancara.

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Josip Broz Tito, Jefe de Estado de Yugoslavia frente a la Biblioteca Central.

En 1942, el rector Rodulfo Brito Foucher retomó la empresa. Nombró una comisión que investigara el estado de todas las escuelas. Al frente de ésta estuvo María y Campos, ya director de la Escuela Nacional de Arquitectura. Los resultados fueron claros: era inminente el abandono de las instalaciones. La razón principal era la sobrepoblación. Los viejos edificios tenían capacidad para tres mil estudiantes y la UNAM contaba con 20 mil. Era, pues, irremediable la edificación de la Ciudad Universitaria.

El periodista Julio Scherer en La terca memoria añadió otro motivo: “Una gresca entre planteles antagónicos bastaba para que se encendiera la yesca, inevitables sus consecuencias. Golpes y aún heridos, tránsito dislocado, ministerios públicos en acción”.

El primer paso para hacerlo fue, de nuevo, la búsqueda de terrenos. El sitio ideal fue el Pedregal de San Ángel. Quedaba apartado de la ciudad y las residencias que apenas comenzaban a poblarla estaban lejos del lugar elegido. El predio lo conformaban unos ejidos. La condición pedregosa de ese suelo hace imposible cualquier intento de agricultura. En marzo de 1943, dice Leal, el rector Brito solicitó al presidente Manuel Ávila Camacho la expropiación correspondiente. Pero, otra vez, el proyecto quedó parado por las crisis internas de la Universidad.

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Los terrenos del Pedregal de San Ángel en una toma aérea cuando concluyeron los trabajos en el campus central.


La llegada del rector Zubirán fue decisiva
 

La llegada a la rectoría de Salvador Zubirán, en 1946, fue definitiva para que la obra por fin tomara forma. Sin el entusiasmo que el médico tuvo y transmitió a sus colaboradores nadie sabe si la Ciudad Universitaria hubiera tenido conclusión.

 

La doctora Gabriela Pulido, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, reconoce aquella labor de Zubirán. En entrevista con EL UNIVERSAL afirma que “si él no hubiera insistido y presionado tanto, todavía se hubiera prolongado lo que ya era inminente”. Además afirma que el alejamiento de la Ciudad Universitaria respondió a “plantear el crecimiento de la misma Universidad. Si se hacía esto se podía asegurar la unidad, la estructura, que estuviera reunido el mayor número de edificios de la UNAM”.

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El doctor Zubirán, sin su impulso no hubiera sido posible la construcción de C.U.

Fue creada una Comisión de la Ciudad Universitaria que planteó y resolvió todos los problemas que traería consigo el nuevo plantel. Para su financiamiento, comenzó la campaña llamada de los “Diez Millones”, encargada de la recaudación de fondos en todo el país.

En diciembre fue lanzada la convocatoria para los anteproyectos arquitectónicos de los edificios. En él participaron la Escuela Nacional de Arquitectura, la Sociedad de Arquitectos de México y el Colegio Nacional de Arquitectos. Los ganadores fueron, como los creadores de la idea, estudiantes de la Nacional de Arquitectura.

Los alumnos de quinto año Teodoro González de León, Armando Franco y Enrique Molinar presentaron un trabajo que tomó forma bajo la dirección de los arquitectos Mario Pani y Enrique del Moral, dos de los más prestigiados de México. Comenzó entonces toda la maquinaria de la Universidad para que su Ciudad no tardara más tiempo en realizarse. En 1947 no hubo vacaciones. Todos los esfuerzos estaban puestos en ese sueño que ya no era sólo de los universitarios; era de México entero.

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El destacado arquitecto Mario Pani, uno de los directores del proyecto.

En 1948, una huelga estudiantil provocó que Salvador Zubirán presentara su renuncia. En su lugar quedó Luis Garrido y Jesús Novoa fue nombrado presidente del Patronato. Las obras continuaron. El 5 de junio de 1950 el entonces secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines puso la primera piedra del edificio emblemático: el de la Facultad de Ciencias. Hoy es la Torre II de Humanidades. El arquitecto Carlos Lazo fue nombrado gerente de la Ciudad Universitaria, C.U. Su labor resultó imprescindible para la magna obra.

No sólo fueron arquitectos los artistas llamados a esta proeza monumental. Era necesaria la participación de los grandes muralistas de México, aquellos que con sus pinceles plasmaron una idea de país.

En Maravillas y curiosidades la historiadora Itzel Rodríguez Mortellaro explica el sentido que tiene la distribución plástica y arquitectónica de la Ciudad Universitaria. “La explanada principal se diseñó tomando como modelo las amplias plazas abiertas de la arquitectura prehispánica. En el campus central o Plaza Mayor universitaria, la Torre de Rectoría es el centro que rige el complejo universitario, ordena los puntos focales y jerarquiza los espacios.

“El principal eje de referencia lo forma la secuencia Estadio, Rectoría, Biblioteca Central y Torre II de Humanidades, antes de Ciencias. Detrás de esta torre se abre una plaza menor que alberga los edificios de Medicina, Odontología y Ciencias Químicas. La determinación espacial refleja una escala simbólica de poder. La distribución de la obra de los artistas que trabajaron en Ciudad Universitaria respeta esta geopolítica”.

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La princesa Margarita de Holanda visitó la Ciudad Universitaria en 1966.

Así, apunta Rodríguez Mortellaro, los grandes exponentes del muralismo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Juan O´Gorman quedaron presentes en la explanada principal. José Chávez Morado y Francisco Eppens hicieron lo propio en la plaza interior.

Julio Scherer cuenta que “los cómplices de Alemán ´los cuarenta ladrones de Alí Babá´ consideraron que el presidente merecía nada menos que una estatua en la explanada de C.U, frente a la elegante, esbelta torre de la Rectoría. Encomendaron el trabajo a Ignacio Asúnsolo, escultor de fama. El otro era Juan Olaguíbe, el de la Diana Cazadora”. En 1972 fue retirada la estatua enorme. Dice Sherer: “No una, muchas veces ha ganado la UNAM su autonomía”. Algo similar sucedió con la avenida en la que quedó establecida la dirección del campus. Su nombre original era Licenciado Fernando Casas Alemán, en honor al regente de la capital. Pero los universitarios no lo permitieron y bautizaron a la vía como Avenida Universidad.

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La estatua del presidente Miguel Alemán fue removida en 1972 y en defensa de la autonomía.

Uno de los inconvenientes era el traslado. La profesora Pulido dice que en aquel momento también había crecido el transporte público. “Uno piensa que se construyó la Ciudad Universitaria y de inmediato todas la carreras comenzaron a desempeñar sus labores en la C.U, cuando en realidad los cambios fueron paulatinos y la gente, los mismo universitarios pudieran acostumbrarse al cambio”.

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Imagen de 1961 de alguna facultad de Ciudad Universitaria. Estudiantes habían presionado a los choferes de estos camiones para que fuesen llevados al campus, en la imagen no se explican los motivos.

Las clases en la nueva sede comenzaron en 1954. Las primeras facultades que llegaron fueron Derecho, Medicina y Ciencias. El plantel fue considerado como “ciudad” porque tiene su propia red de drenaje, planta de luz, pavimentación. Así como una central de bomberos y un multifamiliar para académicos. También cuenta con su propio cuerpo de vigilancia.

Los trabajos para el levantamiento de C.U duraron 28 meses, dos años cuatro meses. Ninguno de sus elementos fue puesto por casualidad. Tampoco lo fue la fecha en que se declaró su dedicatoria. A aquella ceremonia asistieron, además de Miguel Alemán, Jesús Novoa y Luis Garrido, el arquitecto Lazo y el licenciado Jesús Silva Herzog, presidente de la Junta de Gobierno de la UNAM. En esa jornada, a las cinco de la tarde, quedó inaugurado el Estadio. El programa fue el siguiente:

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Actividades del día de la inauguración del Estadio Universitario.

Ese día, dijo Jesús Novoa en su discurso, se inició un nuevo calendario de la cultura mexicana que sin duda habrá de tener proyección universal. El título de Patrimonio Mundial que otorgó la UNESCO al campus central hace diez años le dio la razón.

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En 2007 el campus central fue nombrado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO.

A 65 años de distancia, la profesora Pulido recalca la importancia que C.U tuvo para México y la UNAM. “Para la universidad fue muy importante. No solamente le dio el status de la más importante (que ya lo tenía, de hecho la misma historia de la Universidad tenía ese status), el significado del espacio le concedió esta importancia por encima de los otros proyectos de educación superior que había en el país. También implicó que hubiera un gobierno central muy focalizado en la administración de un espacio particular y no estar distribuyendo la administración en tantos espacios.

Además le otorgó el sentido de la modernidad. De alguna manera, el haber pensado en trasladarla a un espacio más basto donde pudiera estar todo junto ya la ponía a la cabeza de todos los proyectos de modernización urbana que había en la ciudad.

La década de los cuarenta y mediados de los cincuenta fue una época en la que se desarrolló la urbanización que pretendía dar a la ciudad una cara moderna. Ciudad Universitaria se puso al frente de esos proyectos. Fue fundamental para el crecimiento hacia el sur de la urbe y para el crecimiento del prestigio. Encabeza, en primer lugar, estos proyectos urbanizadores y por otro lado lo coloca como la pila de la educación superior en México”.

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Mensaje del licenciado Jesús Novoa. 


Gran set de filmación
 

La primera vez que la Ciudad Universitaria apareció en una película fue en Padre Nuestro de 1953. En ella Carlos López Moctezuma, un honrado padre de familia, acude con el pintor que trabaja en el mural de la Rectoría, cuyo nombre nunca es mencionado, para que tome a su hijo, interpretado por Raúl Farell, como aprendiz. La fotografía de Ezequiel Carrasco deja ver una espléndida vista de la explanada junto a la Biblioteca Central.

 

En 1956 fue filmada Viva la juventud, protagonizada por Andy Russel, Adalberto Martínez “Resortes”, María Victoria y Yolanda Varela. Los créditos de esta cinta aparecen sobre distintas tomas del campus central. Una de las primeras escenas muestra la avenida de los Insurgentes a la altura del Monumento a Álvaro Obregón, sito muy cercano a C.U, casi desierta de edificios. También aparece la plaza de la facultad de Medicina

Un año después se filmó Pepito, as del volante. Las estrellas fueron los hermanos Cristina y Pepito Romay. Éste último sale en una vertiginosa carrera de autos por uno de los circuitos de C.U

Ese mismo años se filmó en la película norteamericana El escorpión negro. En ella, un enorme alacrán se arrastra por el Estadio. También aparecen bajo sus patas el Monumento a la Revolución y la Avenida Juárez.

En 1958 Cantinflas grabó en el Estadio una de las vistas de Sube y baja. Una toma del fotógrafo Alex Phillips deja ver la nitidez del Valle de México en esa época. En la trama, Mario Moreno acude al recinto para apoyar al equipo del Politécnico en un partido del clásico del fútbol americano Pumas-Burros. El escritor Rafael Solana, en su libro El sol de octubre (1959), dice que los días de esos enfrentamientos eran los más importantes en el calendario de la Ciudad de México. En esa novela, Solana narra en un capítulo todo lo que acontecía en aquellos eventos. Acaso esa es una de las primeras apariciones de C.U en la literatura nacional.

Teresa (1960) estelarizada por Maricruz Olivier está filmada en las facultades de Arquitectura y Derecho. El personaje principal es una estudiante de Leyes.

Otra cinta que transcurre en las instalciones de la UNAM es Paso a la juventud de 1966. En ella actúa Germán Valdés “Tin Tan”. Pero el verdadero protagonista es el campeón olímpico en clavados Joaquín Capilla, que aparece como estudiante universitario.

Fotos antiguas:

Archivo histórico EL UNIVERSAL

Fuentes:

Maravillas y curiosidades. Mundos inéditos de la Universidad; La terca memoria de Julio Scherer; entrevistas para EL UNIVERSAL; archivo hemerográfico de EL UNIVERSAL.