Mochilazo en el tiempo

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

En diciembre de 1865 la pareja imperial encabezó una posada al estilo mexicano realizada en Palacio Nacional; lujosos carruajes invadían las calles cercanas, llenos de damas elegantes y caballeros; sin embargo, un grito inesperado terminó con la fiesta.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano
16/12/2017 |00:00
Redacción El Universal
Periodista de EL UNIVERSALVer perfil

Texto: Gamaliel Valderrama

Diseño web: Miguel Ángel Garnica

Un regalo llegado directamente del Vaticano en diciembre de 1865, animó a la Emperatriz Carlota a celebrar una posada en nombre de la Corte del Imperio encabezado por Maximiliano de Habsburgo.

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De acuerdo con un texto publicado en diciembre de 1926 en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, “una de las cosas que encantaron hondamente a Maximiliano, en México, lo mismo que a Carlota, según el decir de nuestro amigo el historiador don Luis González de Obregón, fue la tradicional costumbre de las Posadas (...) desde el primer año en que le tocó gobernar, hasta los siguientes, hizo que se celebraran ‘posadas’ en nombre de la Corte, ya en el Palacio Nacional, ya en el magnífico Alcázar de Chapultepec, a las que concurría solamente la aristocracia mexicana”.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Litografía de Maximiliano y Carlota en el Jardín Borda. El Reglamento y Ceremonial de la Corte describe a detalle cómo debían llevarse a cabo varias celebraciones, por ejemplo, los cumpleaños de los emperadores, en el caso de Carlota se les exigía a los señores vestir de gran uniforme, en tanto que las señoras de gran gala.  Crédito: Mediateca INAH.

Sin embargo, la celebración de 1865 sería especial por la llegada de un obsequio desde el viejo continente. En diciembre de ese año fue recibido en el Castillo de Chapultepec un Niño Dios tallado en un colmillo de elefante, como regalo de Navidad del Papa Pío IX a la Emperatriz Carlota. “Lo primero que dispuso la soberana fue celebrar las ‘posadas’ de ese año con la presencia de la imagen, y darle, como era natural, toda la pompa que reclamaba un presente de procedencia tan respetable”.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

El Papa Pío IX recibe en la Sala del Tronetto del Vaticano a Maximiliano y Carlota, previo a su partida a México en abril de 1864. Crédito: Mediateca INAH.

El presente de Pío IX llegó en una preciosa caja de hule macizo y estaba acompañado con una carta escrita en papel pergamino, en la cual venía la dedicatoria entre adornos de cordelillos de seda verde y amarilla, detalle que llenó del regocijo más desbordante a Carlota. “La Emperatriz saltaba de gozo ante tan significativo regalo, y se dio una gran fiesta, de carácter religioso, en el oratorio de la soberana, para presentar el valioso Niño Dios a los funcionarios públicos y demás elementos de la Corte”.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Antes de embarcarse a su aventura mexicana, Maximiliano y Carlota, ya emperadores de México, visitaron al Papa Pio IX en el Vaticano para recibir su bendición. Crédito: Mediateca INAH.

Según se narra en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, los encargados de organizar “la espléndida posada que se daría en el Palacio Nacional, con el Niño Dios recién llegado de Roma” serían el Abate Bilimeck y don José Luis Blasio, secretario particular de Maximiliano. El lugar escogido para la fiesta, había sido un jardín al interior de Palacio Nacional.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Los nuevos emperadores mexicanos llegaron al país en 1864. A pesar de que en Veracruz Maximiliano y Carlota tuvieron un recibimiento frío y seco, en la Ciudad de México fueron recibidos con júbilos y exclamaciones. Crédito: Mediateca INAH.

Para el gran evento, el lujo, la opulencia, pero sobre todo la etiqueta no podían faltar. De acuerdo con el Reglamento y Ceremonial de la Corte, editado en México en 1864, las invitaciones al evento, previa aprobación del Emperador, eran repartidas según el rango de importancia, mientras más alto en la escala social se encontraba el convidado recibía una esquela manuscrita, para un rango menor una tarjeta impresa era el pase de entrada a la posada.

Dentro del reglamento de la Corte también se estipulaba la vestimenta de los invitados: “Las señoras se presentarán con vestido escotado y alhajas; los hombres, de gran uniforme; y los que no le tengan, de frac negro y corbata blanca”.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Ilustración del texto Cómo terminó una célebre posada que celebró la Emperatriz Carlota. EL UNIVERSAL Ilustrado, diciembre de 1926.

El día de la posada de Carlota “la luna resplandecía sobre la capital –describe el texto de EL UNIVERSAL ILUSTRADO–. Lujosos carruajes invadían las calles, llenos de damas elegantes y caballeros, regocijados por la noche brillante en que tendría que celebrarse la ‘posada’ de la Corte, con el Niño Dios, cuya valiosa estructura de marfil había pasado mucho tiempo bajo los altares del Vaticano”.

El entusiasmo era inusitado, narra el texto. Recién anochecía cuando una Banda belga ya había empezado a tocar a la entrada del Palacio Nacional. “A eso de las nueve empezó a llegar la concurrencia”.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Pintura del siglo XIX de Maximiliano y Carlota en las calles de México. Crédito: Mediateca INAH.

El jardín donde se celebraría la posada parecía el interior de un palacio encantado”. La iluminación era provista por candiles con pequeñas lámparas de gas, faroles chinos de diversos colores, y el conjunto artístico comprendía numerosos adornos de telas, gasas y flecos de oro y plata. Además había escudos de papel pintado con el emblema del águila bicéfala que adornaban los contornos del jardín.

A las diez de la noche, la posada de la Emperatriz Carlota estaba repleta de distinguidos invitados y fisgones que miraban desde el exterior de Palacio Nacional. “La orquesta imperial amenizaba la fiesta, ejecutando alegres villancicos, mientras la Banda belga tocaba fuera del Palacio, en medio de la muchedumbre de curiosos que llenaba la calle”.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Pintura de Maximiliano de Habsburo y Carlota durante un evento. Aristócratas, políticos y militares rodean a la pareja imperial. Crédito: Mediateca INAH.

El momento de cargar a los peregrinos había llegado. Según el relato de EL UNIVERSAL ILUSTRADO “una de las principales damas, en unión de dos caballeros, llevaba el ‘nacimiento’ en el viaje de ‘peregrinos’, seguidos de la numerosa concurrencia”.

Maximiliano permanecía en una especie de sitial que se le había preparado a uno de los lados del jardín, en unión de algunos miembros del cuerpo diplomático que habían sido invitados.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Retrato que data de 1860, donde se observa a unos jóvenes Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia, litografía. Crédito: Mediateca INAH.

Carlota iba en la procesión, entre una luminosa valla de señoras, señoritas y caballeros, que se había formado para hacerle honor. Al extremo sur del jardín se había hecho una especie de vistoso establo, con telas y madera, figurando el lugar donde los ‘peregrinos’ tendrían que pedir posada”. Inmediatamente comenzaron a escucharse los tradicionales cantos:


“En nombre del cielo
os pido posada,
pues no puede andar
mi esposa adorada.”

Luego la contestación:

 


“Aquí no es mesón,
sigan adelante;
yo no puedo abrir...
¡Si será un tunante!”

La orquesta imperial acompañaba los coros de las letanías. La alegría era inmensa, “los cantos y las risas, entre el jolgorio, se confundían”. Luego se le dio posada a los ‘peregrinos’ y acto seguido, “empezó el baile sobre unos tablados que se hicieron en los patios contiguos al jardín”.

 

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Retrato de la Emperatriz Carlota Amalia. Crédito: Mediateca INAH.

Después de dos horas, cuando, “en lo más alegre del baile, y estando las parejas bajo los deliciosos vértigos de la música”. Según el Reglamento y Ceremonial de la Corte, referentes a los bailes organizados por la pareja imperial, los bailadores deberán cuidar cuando estén bailando, de nunca dar la espalda a Carlota y Maximiliano. De pronto se escuchó una voz fuerte, “tan inesperada como sorprendente, que dejó a todos perplejos, la cual exclamó: ‘¡Viva la República!’”.

Como si se tratara de una orden militar, de golpe acabó la fiesta. “Fue tal la rapidez para retirarse, luego que se repusieron todos del susto, que un cuarto de hora más tarde el jardín y los patios de baile del Palacio Nacional estaban absolutamente vacíos, en silencio. Sólo se veían, a la claridad de la luna las guardias militares que vigilaban el Palacio Nacional”, y así terminó la imperial posada de Carlota y Maximiliano.

Así fue la posada de Carlota y Maximiliano

Alegoría de Maximiliano y Carlota ante la Virgen de Guadalupe, tarjeta de visita 1864-1867. Según el Reglamento y Ceremonial de la Corte, había todo un proceso de preparación y etiqueta para celebrar la fiesta de “de nuestra señora de Guadalupe”. Crédito: Mediateca INAH.

Fotografías:

Mediateca INAH, Colección Villasana-Torres y Archivo EL UNIVERSAL.

Fuentes:

Cómo terminó una célebre posada que celebró la emperatriz Carlota, publicado en EL UNIVERSAL ILUSTRADO, diciembre 23 de 1926. Reglamento y Ceremonial de la Corte. México 1864, Rice University, Houston, Texas. Mediateca INAH. gob.mx/shcp/videos/los-jardines-de-palacio-nacional.