Texto: Carlos Villasana y Ruth Gómez.
Fotografía actual: Valente Rosas.
Diseño web:
Miguel Ángel Garnica.
Cualquiera que camine sobre Avenida Bucareli puede atestiguar que varios de los inmuebles que han sobrevivido a lo largo de la historia de la capital ahora lucen descuidados, generando un ambiente de abandono.
A decir de trabajadores y vecinos, la vida cotidiana y comercial de la zona se ve afectada directamente por dos cuestiones: los plantones que se instalan constantemente a las afueras de la Secretaría de Gobernación y la especulación inmobiliaria, cuya mezcla ha provocado la mudanza de familias y el cierre de comercios.
Fotos de Lucia Godinez y Yadin Xolalpa.
El más reciente ocurrió la primera semana de este año, cuando sin aviso y sin una explicación concreta, las cortinas que permitían el acceso del público al Cine Bucareli -entre las calles de Morelos y el Reloj Chino- no volvieron a subir.
Sin aviso oficial de por medio el tradicional Cine Bucareli cerró sus puertas la primera semana de este año.
Si bien no se sabe con exactitud quién construyó el Cine Bucareli y mucho menos cuándo abrió sus puertas por primera vez, el origen de este complejo se rastrea entre los años veinte y treinta del siglo pasado. Su primera remodelación a finales de los treinta, conllevó a la desaparición de la primera estructura con la que fue hecho y tras una reconstrucción, fue re-inaugurado en el año de 1941, con un total de mil 813 butacas distribuidas en la luneta y el anfiteatro.
Tras su reapertura, el cine alcanzó la fama y eran contadas las veces en las que sus más de mil butacas se encontraban desocupadas.
José Mondragón, último cinematografista acreditado, compartió a EL UNIVERSAL que el cine “tenía como entrada un pasillo largo, que de un lado tenía colocada la propaganda y del otro se encontraba un local de comida. Pasando ese pasillo estaba un lobby muy amplio, adornado con unos ventanales muy grandes en su parte superior; del lado derecho estaba la escalera que te llevaba al anfiteatro, la parte de ingreso a la luneta, que tenía salida hasta la otra calle.
“Recuerdo que al interior de la “sala”, había unas columnas extremadamente delgadas, nunca supe si eran de ornato o si realmente soportaban el peso del anfiteatro, pero sí eran incómodas para el espectador”, dice Mondragón.
En las primeras décadas del siglo XX, abrieron sus puertas el Palacio Chino y el Cine Bucareli -que en la actualidad están cerrados- y cubrían la demanda de vecinos o trabajadores de la zona, que llegaban a través del tranvía que corría por una Bucareli donde el tráfico era de doble sentido y la zona era parte de la vida nocturna de nuestra capital.
El Cine Bucareli era “vecino” del emblemático Palacio Chino y del Cine Metropólitan, y a pesar de la gran oferta de salas que existía en ese entonces en los alrededores del Centro Histórico, el Bucareli empezó a ganarse el gusto del público gracias a que los domingos tenía matinés con permanencia voluntaria, proyectando funciones familiares por $1.50 pesos la entrada.
Años más tarde, el cine empezó a ser administrado por la Compañía Operadora de Teatros S.A. (COTSA) y, de acuerdo a Armando Jiménez en su libro “Picardía Mexicana”, durante las décadas de los cincuenta y sesenta se grababa al interior del cine uno de los programas de radio más populares del país: el “Doctor IQ” en su versión mexicana -el programa era estadounidense- conducido por Jorge Marrón.
Para la década de los ochenta COTSA decidió vender el Cine Bucareli a la Organización Ramírez, ya que había caído en desuso y la organización que estaba por cumplir sus primeros diez años -ahora Cinépolis- , tenía mayores opciones y recursos para que siguiera operando como sala de cine.
Esta organización recién iniciaba su expansión a lo largo de la ciudad con el concepto de "Multicinemas" y, para implementarlas en el Cine Bucareli, tuvo que dividir el teatro y el anfiteatro, dejándolo con cuatro salas mismas que se fueron actualizando conforme la empresa iba trayendo nueva tecnología al país, como en 1993 cuando mudaron del "multicinema" a las salas "multiplex".
Esta vez, en la remodelación se intentó respetar la arquitectura que el cine ya tenía y hasta antes del 31 de diciembre de 2017 se podía seguir viendo el lobby dividido entre taquilla, la dulcería, un espacio para mesas, las típicas "maquinitas" y la escalera que permitía subir a las salas.
Así llegó a lucir la entrada del Cine Bucareli.
En septiembre de 2017, los predios a lado del cine lucían grafiteados y la fachada de este presentaba cierto descuido tanto en la pintura como en la marquesina. Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
Su ubicación le trajo “pros” y “contras”: el recinto volvió a ser del gusto popular y se construyeron un par de salas más, quedando cinco para la proyección de películas tradicionales y una para proyección en 3D, mismas que siguieron funcionando hasta finales del 2017. Sin embargo, su localización y el cierre continuo de vialidades y alrededores de Bucareli, provocaban que las salas no recibieran el aforo esperado ni siquiera por los 31 pesos que costaba el boleto.
Visitamos las inmediaciones del cine y detrás de la cortina que mantiene al inmueble cerrado, hay mensajes de despedida por parte del personal que laboraba en el cine destacando un cálido “Agradecemos a todos nuestros clientes, amigos, familia y a la sociedad mexicana por ser parte de nuestra historia”.
Al reverso de un cartel publicitario, los últimos empleados del cine sobre la avenida Bucareli se despidieron de sus clientes.
A nuestro paso nos cruzamos con Omar C., un joven que trabajó en el cine por un par de años, al preguntarle si sabía los motivos por los cuales el complejo había cerrado, dijo que a ellos les habían comentado que “harían "mejoras", ya que había ciertos defectos en las seis salas.
“Además la situación de los plantones nos afectaba directamente, a veces teníamos que estar cerrados por días y eso no era bueno para nadie. La empresa (Cinépolis) nos reubicó en distintos complejos, de hecho a varios de mis compañeros los mandaron a cines cercanos a sus casas. Nos dijeron que construirían una plaza que estaría lista en un par de años, pero quién sabe.”
El Gran Diario de México trató de obtener la versión oficial de Cinépolis, la empresa, sobre los motivos del cierre de esta sede, pero no obtuvimos respuesta.
Nos acercamos a un par de vecinos para preguntarles qué opinaban del cierre de este complejo y nos comentaron que a pesar que las salas eran pequeñas, era un sitio al que podían asistir tranquilamente porque "había poca gente".
También nos compartieron que se facilitaba llevar a los niños a las salas porque todas las películas estaban dobladas al español y que las únicas desventajas era que en algunas ocasiones, las salas tenían problemas con el sistema de aire acondicionado o iniciaban las proyecciones muy tarde. Aún con ello, el cine era parte de su vida. Además era uno de los más económicos que había en el mercado, pues el costo del boleto era de 31 pesos.
JM Servín, escritor, antiguo colaborador de esta casa editorial y vecino de Bucareli desde hace once años, comentó que “ni el gobierno, ni nadie nos preguntó qué opinábamos al respecto; para los que vivimos aquí ese cine era de los pocos sitios que nos quedaban para entretenimiento porque ya no hay parques o plazas a las que podamos salir a distraernos o los niños a jugar. La situación de los plantones sobre la Avenida y la especulación inmobiliaria han hecho que cierren negocios y sólo abran las puertas sitios con falsas promesas de ayudar o contribuir al barrio, pero que su única prioridad es ser rentable, comercial.”
Cuando hay plantones sobre Bucareli son cerradas las inmediaciones a la Secretaría de Gobernación, lo cual provoca caos vial y molestias a los transeúntes que tienen que caminar varias cuadras buscando acceso a esta zona a través de las vallas.
No es la primera vez que un negocio históricamente relevante para la avenida cierra sus puertas, en agosto del año pasado la compañía propietaria del Palacio Chino anunciaba que estas salas de cine dejarían de funcionar. Los vecinos de Avenida Bucareli se quedaron sin dos cines en menos de un año, saliendo a relucir el deterioro que tanto autoridades locales como federales han dejado que reine sobre esta avenida, que es una de las más longevas de la capital.
Sobre Bucareli destacan inmuebles que marcaron toda una época, en ella se erigieron palacios, las primeras “unidades habitacionales” o cafeterías de encuentros revolucionarios; ha servido de escenografía para la entrada a la capital de independentistas, liberales o zapatistas y aún con toda esta importancia, la avenida se está perdiendo: de ser uno de los paseos virreinales más importantes de la ciudad hoy es una calle por la que pocos quieren caminar.
Así lucía el cruce de Paseo de la Reforma y Avenida Bucareli en 1897. Se puede apreciar la estatua ecuestre de Carlos IV o “Caballito” y los llamados “Indios Verdes”, los tlatoque mexicas Ahuizotl e Izcóatl cuando estaban en el lugar. Colección Villasana - Torres / Southern Methodist University.
La avenida Bucareli necesita recuperar, más allá que su esplendor del pasado, la libertad que los plantones e intereses políticos le han quitado; para que quienes la habitan, transitan o laboran sobre ella se sientan en un espacio seguro, donde no perderán su casa por el incremento en las rentas, ni su trabajo - y por ende su sustento- por el cierre de locales.
Fotografía antigua:
Archivo Fotográfico EL UNIVERSAL.
Fuentes:
JM Servín. Nelly R. Tobón, José Mondragón. Omar C. Artículos “Nostalgia por Bucareli” de Héctor de Mauleón, EL UNIVERSAL; “Virreyes y cabildos en la gestión de alamedas y paseos. “El caso de la ciudad de México y su contextualización con otros centros urbanos de la España peninsular y la América Hispana” de Emilio José Luque Azcona, Universidad de Sevilla.