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Hay pocas cosas en el mundo que un terremoto no puede destruir. No acaba, por ejemplo, con el coraje de hacer frente a una crisis; ni con el deseo de dar vuelta a la página y empezar de cero. En Huaquechula, Puebla, lo demuestran: quieren superar y olvidar el sismo del 19 de septiembre con sus tradiciones.
Hasta el mes pasado este municipio aspiraba a ser Pueblo Mágico, pero el terremoto afectó 24 de sus iglesias más importantes y dañó mil 200 casas de estilo colonial con las que se identificaba el lugar.
Aun así, en medio del desastre, los pobladores ya se organizan para superar el trauma del terremoto con una de sus festividades más importantes y reconocidas a nivel nacional: las ofrendas de día de muertos.
Cada 28 de octubre y hasta el 2 de noviembre, visitantes de todo el mundo llegan a las calles de este municipio para apreciar las ofrendas de tres metros de altura montadas por las familias que, entre enero y octubre, perdieron un familiar; este año serán 39.
El terremoto pudo derrumbar edificios, pero no el espíritu de Huaquechula, el cual vive en sus celebraciones. “Aquí no vale lo que nosotros como Ayuntamiento opinemos, la gente celebrará el día de muertos porque es su tradición desde hace años, no del gobierno local. Lo único que podemos hacer es procurar su seguridad”, explica el alcalde Edwin Mora Caballero.
Ésta y otras tradiciones, afirma el gobierno municipal, son el motivo de que aún piensen en luchar por el nombramiento de Pueblo Mágico.
Las exigencias para obtener este nombramiento por parte de la Secretaria de Turismo federal no son pocas. Ante todo, el aspirante debe ofrecer una oferta cultural única.
Pero Huaquechula, por ejemplo, perdió su joya arquitectónica. El Ex Convento de San Martín, uno de los más antiguo del país, es un cascarón: quedó de pie, pero el interior se vino abajo y el Ayuntamiento requiere 300 mil pesos para empezar a restaurarlo.
“Nuestras intenciones de ser Pueblo Mágico se afectaron mucho por perder nuestro patrimonio cultural, pero no podemos olvidar el patrimonio intangible; lo más importante en Huaquechula son sus costumbres y tradiciones, y la población siempre ha hecho frente a las adversidades. Nos podemos levantar”, considera Edwin Mora.
Un terremoto puede cambiar la vida de una población. Como en muchas partes del país, la nostalgia se apoderó del ambiente. Es sábado por la tarde y casi no hay personas en el centro del poblado, sólo un suave aroma a cacao tostado anunciando que Huaquechula está listo para recuperar su magia.
Viejas tradiciones: esperanza
Benita Manjarrez Conde, con 75 años de edad, ha tostado granos de cacao en un comal de barro desde hace cinco décadas. Sus manos agrietadas y ásperas son producto de una tradición típica de Huaquechula: ahí todos los pobladores preparan barras de chocolate para vender y participar en celebraciones como el día de muertos.
“Yo creo que el temblor afectará nuestro día de muertos. Muchas personas vienen a ver los altares, pero con eso de que se cayeron las casas y hay edificios dañados pues quien sabe si venga igual de gente”, dice Benita, quien durante este mes, dice, utiliza hasta 19 kilos de grano al día para preparar sus barras y surtir a quienes alzarán sus ofrendas.
Este evento es una forma de volver a la normalidad después del sismo y forma parte de la cultura intangible que sirve para pensar en la nominación de Pueblo Mágico.
“La tradición no se va a perder aunque estamos escasos de recursos económicos por lo que sucedió. Vamos a celebrar al menos el primero de noviembre, el día para recibir a los adultos”, asegura Benita.
Ella vivió el temblor en su casa, aunque ésta no tuvo ninguna afectación. No corrieron la misma suerte decenas de hogares que perdieron su techo y paredes para dejar a la vista el interior de las estructuras.
Recuerda con nostalgia el Ex Convento de San Martín, lugar donde estudió su primer año de primaria. No ha ido a visitar esa iglesia franciscana porque prefiere recordarla llena de alegría, con niños estudiando y divirtiéndose.
Benita tostará cacao ocho horas diarias casi hasta finales de octubre. Ahora tiene un pedido especial: un sobrino le encargó chocolate porque perdió a un familiar cercano y este año levantará una de las ofrendas del día de muertos.
Sentada en un banco viejo y con una cuchara de madera en la mano, la mujer de casi ocho décadas es uno de los pilares en los que su poblado se sostiene para superar el terremoto.
El nuevo rostro de Huaquechula
Después del susto viene el gusto, es el lema con el que jóvenes del municipio invitan a los pobladores a celebrar el día de muertos. El mensaje promociona la primera Feria de los Muertos Huaquechula, evento que inicia el 30 de octubre para sumarse a la festividad de las ofrendas.
Esta celebración es una iniciativa de los jóvenes del pueblo y espera convertirse en una nueva tradición. Antonio Casabal Castro, habitante del municipio, es el organizador del evento y recuerda cómo se originó: “Yo creo que los chavos de verdad la sintieron cerca; después del temblor se organizaron en brigadas de apoyo y cuando terminaron sentían la necesidad de hacer más. La gente les agradeció, les lloró, los abrazó y eso los sensibilizó”.
Como si se tratara de la última película de James Bond, Antonio imagina calaveras gigantes paseando por las calles de Huaquechula; hombres y mujeres disfrazados y bailando al ritmo de un son de día de muertos.
“Quiero que los chavos sean humanos y no sólo se enfoquen en sus estudios y actividades, que sientan esa parte humana hacia los otros. Pero sobre todo esta es una iniciativa de jóvenes, porque todos queremos reactivar turísticamente a Huaquechula, queremos inventar nuevas tradiciones y demostrarnos que podemos hacer cosas grandes sin necesidad de un gobierno”, explica Antonio.
Y una vez superado el terremoto, asegura, la ambición de esta festividad seguirá en crecimiento. Aún confía en que su municipio puede conseguir el nombramiento de Pueblo Mágico por sus tradiciones.
El ánimo huaquechulense tiene algo de extraño, quieren superar la muerte a través de la muerte. Superar el desastre del terremoto con una costumbre que evoca la pérdida. Y al mismo tiempo en este lugar no hay tiempo para pensar en escombros y derrumbes, sino en reconstrucción. La misma que harán posible los pobladores.
Pueblo Mágico, el sueño que se tambaleó
Este poblado de apenas 25 mil habitantes ya había recibido una mala noticia en 2014, cuando perdió la oportunidad de ser Pueblo Mágico porque no contaba con infraestructura turística como hoteles y restaurantes para recibir visitantes.
Aun con el rechazo, las autoridades locales contemplaban buscar el nombramiento porque eso podría beneficiar a Huaquechula con hasta 500 millones de pesos otorgados por el gobierno federal, además de fomentar la inversión privada.
Sobre la infraestructura por la que fue rechazada la localidad en un inicio, en el municipio señalan estaba en planes, pero el desastre los interrumpió.
En Huaquechula cuentan con servicios de salud y seguridad, requisito para cualquier Pueblo Mágico, pero el terremoto les arrebató su patrimonio cultural, fundamental para recibir el nombramiento.
También hace un año, cuando el gobierno estatal de Puebla había respaldado su intención de ser Pueblo Mágico, se terminó la remodelación del zócalo, ahora con afectaciones.
Pero Antonio Casabal Castro, ex coordinador de Turismo y Cultura, confía en las tradiciones y en la gente de su pueblo; “aquí vas a encontrar costumbres que no hay en ningún otro lugar”, dice.
Ahora esa dependencia está a cargo de Silverio Reyes, quien asegura “vamos a replantear el objetivo y sacarlo adelante. Con el nombramiento se invertiría en el municipio y eso sería benéfico para todos”.
En Huaquechula se cayó de todo, menos los ánimos. En un municipio tan pequeño el dolor de los afectados es el propio. Y aunque las sonrisas se derrumbaron en menos de un minuto, los cimientos de la reconstrucción están en los propios pobladores y sus tradiciones.