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Hace 40 años, un 27 de diciembre, el papá de Angelina salió a la calle con una bolsa por la mañana, como siempre lo hacía, pero regresaba en la noche; sin embargo, después de ese día no lo volvieron a ver. En aquella época los efectos de una vida excedida en alcohol ya habían afectado su mente: decía que su madre fallecida le hablaba.
Fotografía: Camila Mata y Gabriela García
Al señor Cosme García nunca le tomaron una fotografía, su rostro ni siquiera quedó en los registros gráficos del Servicio Médico Forense (Semefo), permanece eternamente de 66 años en la memoria de Angelina: chaparrito, con bigote, idéntico a como se ve su hermano en la actualidad.
Al día siguiente de su partida lo buscaron por el rumbo, la colonia Valle Gómez, luego en hospitales, enviaron cartas a sus familiares en Veracruz, pero tampoco allá sabían nada, incluso fueron hasta un albergue en el que recogían a muchas personas en situación de calle, sin embargo, nadie lo vio.
La duda llevó a la familia García a buscarlo en la morgue, donde les dijeron que primero debían esperar cierto tiempo, cuando volvieron a preguntar por él los entrevistaron y les enseñaron un libro con las fotografías de las personas fallecidas que habían ingresado sin ser identificadas, “yo los fui viendo, realmente nunca apareció mi papá ahí”, recuerda Angelina. Un año después regresaron al Semefo, pero seguía sin aparecer en aquél álbum de muerte, “si ya se accidentó, pues ahí tendrían que haber tenido una fotografía o algo, pero realmente no”, afirma.
Angelina recuerda a su padre en la ofrenda de Día de Muertos, tradición que su madre le enseñó y ahora sus hijas continúan. Crédito: Gabriela García.
De acuerdo con Edmundo Takajashi, director del Instituto de Ciencias Forenses, Incifo, (antes Semefo), se tiene un conteo preciso desde el 2008, aproximadamente, “antes de esa fecha hay registro, pero no con la exactitud que tenemos actualmente”, dice.
La desesperación llevó a Angelina a buscar hasta en un registro “del más allá”, un amigo del trabajo la llevó con otro tipo de especialistas, “esas personas que según se les mete el hermanito y nos dicen, yo les preguntaba por mi papá, si sabían si vivía o ya no vivía. Nunca me supieron contestar”, cuenta.
Angelina tenía 15 años cuando su papá desapareció, con el tiempo comenzó a sentir que su él ya no estaba en este mundo, pero la respuesta llegó años después, otro 27 de diciembre, cuando su mamá le dijo “ya vino tu papá por mí, ya me tengo que ir, ya llegó mi momento”, luego falleció.
Después de que se casó, Angelina comenzó a poner en la ofrenda de Día de Muertos a su papá. Una de las concepciones de la ofrenda, en cuanto a su origen mesoamericano, es la posibilidad de las personas para alcanzar la comunicación con el otro mundo, a través de este medio, de acuerdo con el investigador Alfredo López Austin.
Angelina está segura de que su papá hace compañía a su mamá, ambos están juntos en su ofrenda: “Yo lo represento, le pongo su copita, yo nunca lo vi fumar, nada más su copita, lo que le llegaba a gustar, yo así lo represento porque ni tengo fotos”.