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Eran los años 60 y 70 en México cuando Joaquín Guzmán Loera , un joven campesino sinaloense, no encontró otro camino para ganar dinero que dedicarse al cultivo de marihuana. Las posibilidades de asistir a la escuela, por las condiciones económicas de su familia, eran casi nulas. Y quienes se han dedicado a estudiar la vida de aquel joven no dejan de señalar el maltrato que recibía por parte de su padre.
Como si se tratara de una condición natural de la infancia en México, algunas de esas circunstancias acompañan actualmente a millones de menores de edad en el país. Según las “Estadísticas a propósito del día del niño 2017” del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) alrededor de 11 millones de jóvenes entre 12 y 17 años no pueden estudiar por la situación económica de su familia, lo que aumenta su vulnerabilidad a la marginación.
Por su parte, la última Encuesta de Cohesión Social para la Prevención de la Violencia y la Delincuencia, también del Inegi, hizo un estudio a 4 millones de mexicanos de entre 12 y 17 años para medir la violencia a la que habían sido expuestos. El resultado fue que 47.8 por ciento de los encuestados habían sido víctima de actos de maltrato en incluso hasta cinco ocasiones durante su vida.
“La nueva generación del crimen ” fue como Héctor de Mauleón, columnista de El Universal , llamó a quienes crecieron bajo el amparo de la delincuencia en los años más cruentos de México —de 1985 a la actualidad—, todo para continuar con la espiral de violencia y asesinatos en el país. El periodista pone como ejemplo a El Negro, quien estuvo alado de hombres pertenecientes a L os Zetas y el Cártel de Sinaloa .
Pero crecer con la tutela de criminales no es la única de manera en que los menores pueden caer en sus redes. Según el informe Violencia, niñez y crimen organizado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) las condiciones de pobreza que enfrentan los niños y jóvenes mexicanos son el primer estímulo para integrarse a las filas del narcotráfico .
Los grupos criminales en México podrían contar con hasta 30 mil niños adolescentes menores de 18 años, según cálculos de esa organización internacional. Una vez adentro, los jóvenes son utilizados para cometer delitos que van desde la extorsión y el tráfico de personas hasta la piratería y el narcotráfico. Asimismo, apunta que la edad promedio en que esos jóvenes son captados ronda entre los 10 y 11 años.
También, datos obtenidos por la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) señalan que desde el 2007, entre todas las autoridades encargadas de combatir la delincuencia organizada , han detenido a 4 mil mexicanos de entre 7 y 19 años por cometer delitos de ese orden.
El Inegi, la CIDH y la REDIM hacen énfasis en una nueva generación. No es la del crimen, sino los hijos de la Guerra contra el Narcotráfico, que este diciembre cumple 11 años de haberse iniciado en el sexenio de Felipe Calderón con el fin de frenar a los grupos del narcotráfico.
“Los niños más pequeños son utilizados como vigías o informadores. A partir de los 12 años, se les utiliza para cuidar las casas de seguridad. Los más grandes, a partir de los 16 años, trabajan en ejercicios más violentos, como los secuestros, los asesinatos, y todos portan armas”, explica la REDIM en su informe Infancia y conflicto armado en México.
Y además, añade la REDIM, "en lo que se refiere al narcotráfico, los niños están involucrados en toda la línea de la industria. Los más grandes se ocupan del traslado de la droga y a partir de los 16 empiezan a ser contratados como sicarios. Las niñas están involucradas sobre todo en el empaquetamiento de la droga".
Esta organización protectora de los derechos humanos de la niñez también señala la pobreza como uno de los principales factores para que los jóvenes mexicanos caigan en las redes del narcotráfico.
Y en ese ámbito los números no son más alentadores: son alrededor de 53.4 millones de personas en México quienes viven en condiciones de pobreza, además de otros 9.4 millones quienes tienen que desarrollarse en un contexto de extrema pobreza, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Además, según datos del mismo Coneval la pobreza en el país sólo se ha podido reducir en tres por ciento desde hace 7 años.
Era el 2016 cuando el joven Joaquín Guzmán Loera ya no fue reconocido únicamente por ser ese joven campesino que trabajaba en los plantíos de marihuana. Más bien era "El Chapo" , el hombre que se había fugado de dos penales de máxima seguridad de México y que había puesto de cabeza a más de un país con sus actividades ilícitas. Y todos los libros, estudios y textos sobre el capo llegan a un mismo punto, a un mismo génesis: la pobreza que vivió. La pobreza en la que aún vivimos.