Texto: Andrea Ornelas Villar
El cineasta ruso de origen judío, Serguei M. Eisenstein vino a México motivado por la idea de filmar una película que plasmara la cultura mexicana, sin embargo, por problemas personales con su productor, el proyecto fue cancelado.
El realizador soviético viajó a México desde Estados Unidos tras ser rechazados dos de sus guiones. En esa época Hollywood importaba talentos europeos para poder cubrir la demanda de las películas, y con ello trajo a directores, entre ellos, Serguei y varios de sus colaboradores.
Fue así como decidió aceptar la propuesta del novelista Upton Sinclair de producir una película sobre México junto con otros dos cineastas soviéticos y comenzó el rodaje de la cinta “¡Que viva México!”
Debido a la amistad que sostenía con Diego Rivera después de la visita del muralista a Moscú y el trabajo de escenografía que había realizado para la obra “El mexicano” junto con el estadounidense Jack London, Serguei estaba familiarizado con la cultura mexicana.
La cinta constaba de cuatro episodios en los cuales se plasmaba, entre otras cosas, una boda indígena en Tehuantepec, el sacrificio de unos campesinos en una hacienda porfiriana, la preparación de un torero para el ruedo y las estampas de una mujer revolucionaria.
Asimismo el prólogo constaba de imágenes del México prehispánico y el epílogo con ilustraciones del Día de Muertos.
Tras dos años de grabación, las diferencias con el productor y novelista, Sinclair se hicieron cada vez más evidentes y éste decidió detener el rodaje y se canceló la filmación.
Serguei regresó a Moscú, donde filmó varias cintas que fueron prohibidas y se pudieron ver después de la muerte del dictador soviético, Stalin.