Fotografía: Archivo fotográfico EL UNIVERSAL
Entre tumbas anónimas, en el centro del Panteón Civil de Dolores, un sepulturero apaga su cigarro con la mano mientras descansa en una banqueta, viste del color del luto a pesar del calor de mediodía, dice que las flores en la fosa común son una rareza, es más, las visitas son cada vez más escasas en toda la necrópolis, "yo tengo más de 60 años aquí y siempre veía gente en todo el año y ahora ya no, ya se olvidan de sus seres queridos ", recuerda.
Parece invierno en su cabeza, las canas caen como nieve sobre su suéter. Dice que nunca lo han asustado, ni siquiera cuando trabajaba de noche, aunque una vez se encontró en el panteón a una señora que llevaba flores, “¿le voy a regar, señora?”, preguntó el sepulturero, la mujer asintió con la cabeza, “llevaba sus florecitas…se mete ahí en el lote de costureras, ahí voy con el agua desde aquí, no la pude encontrar”.
“¿Usted a quién tiene enterrado ahí?”, me cuestiona, se extraña cuando le pregunto por José Guadalupe Posada, el caricaturista satírico que creó la Catrina, el historiador Agustín Sánchez dice que está en una fosa común del Panteón Civil de Dolores, muy lejos de la Rotonda de Personas Ilustres con la que se comparte el territorio.
Agustín Sánchez afirma que artistas como Diego Rivera convirtieron a Posada en un icono de izquierda y precursor de la Revolución Mexicana.
“Pues tantos que han sepultado, no se da uno cuenta”, afirma después de tirar el cigarro. Son demasiados, el cementerio fue fundado en 1875, ahora hay tumbas hasta en el borde de la barranca.
Posada murió el 20 de enero de 1913, a los 66 años, Sánchez explica que lo encontraron solo, en un cuarto del barrio de Tepito, su esposa e hijo ya habían muerto en esa época; Emma Bonilla, quien especializó su tesis de licenciatura en la vida del caricaturista, precisa que su causa de muerte oficial fue enteritis aguda-alcohólica.
“El acta de defunción fue levantada por tres hombres probablemente amigos suyos, dos de los cuales no sabían escribir. Solo y sin dinero, se le enterró en una tumba de 6ª categoría. Después de 7 años, como sus restos no fueron reclamados, se le trasladó a la fosa común”, escribe Bonilla.
Según el Edmundo Takajashi, director del Instituto de Ciencias Forenses (Incifo), oficialmente no saben de ninguna petición para exhumar a Posada, “creo que al Tribunal tampoco, la verdad no estoy enterado de esta circunstancia”, asimismo, aclara que en 1913 las leyes eran muy distintas: “no podríamos saber si realmente está en una fosa común o no, que yo sepa no hay un registro de que del Servicio Forense se haya enviado a una fosa común”.
En 1991 se inauguró un busto de José Guadalupe Posada en Tlatelolco.
¿Aún existirían los restos de Posada? A parecer de Takajashi son muchos los años que han pasado, pero la condición del terreno donde fue enterrado el caricaturista sería decisivo: de acuerdo con la cantidad de sales minerales y las condiciones climatológicas el hueso podría haberse descalcificado, lo cual provoca una fragmentación y posterior pulverización, “si sucede esto no encontraríamos absolutamente ningún rastro ni siquiera de hueso”, señala.
También es posible que el cuerpo haya absorbido sales minerales del terreno y se haya vuelto sumamente duro, a este fenómeno se le llama petrificación, “toma tal dureza que se mantiene durante muchísimos años, lo que considero es que se tendría que establecer primero dónde fue inhumado este cuerpo y después establecer la condición del terreno y cerciorarnos de que realmente se traten de los restos de esta persona”, concluye.
En la zona de fosas múltiples, el Incifo tiene un registro preciso desde el 2008, aproximadamente, “antes de esa fecha hay registro, pero no con la exactitud que tenemos actualmente”, dice Takajashi. Según las cifras de la institución, del 2010 al 2016 se enviaron dos mil 881 personas a la fosa común, de los cuales mil 440 sirvieron para investigación y docencia en escuelas de medicina.
El sepulturero no sabe si aún existen esos sepulcros a los que llamaban de “sexta clase”, donde antes sepultaban a los pobres, como Posada, pero dice que al panteón también entran los pobres: “digamos que no tienen dinero, vienen a ver aquí…para que les den chance y les dan chance de sepultar”.
De acuerdo con Takajashi, si una persona identifica a alguien en el Incifo, pero no cuenta con los recursos para los gastos funerarios no se va a la fosa, la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México cuenta con áreas en la que apoyan con los gastos.
No solo las familias pueden solicitar recuperar un cuerpo del Incifo, “eso sucede con las personas en condición de calle, por ejemplo, muchas veces no es el familiar directamente el que reclama el cuerpo, pero son las amistades que llegaron a tener en el entorno en que convivieron”, relata Takajashi.
No tuvo la misma suerte Posada, mientras en las calles las personas se visten de sus dibujos de calaveras cada Día de Muertos, Sánchez afirma que sus restos quedaron “perdidos para siempre”.
Vista de las actuales fosas comunes en el Panteón Civil de Dolores.