Restos de comida con una antigüedad de diez mil años muestran que el hombre paleolítico consumía almejas, peces, mejillones y otros animales marinos como parte importante de su dieta. El se fue abriendo como una fuente de recursos cuyas posibilidades parecían multiplicarse al infinito.

En la actualidad, más de tres mil millones de personas en todo el mundo dependen de la biodiversidad marina y costera para su sustento; en las aguas marinas existen alrededor de 200 mil especies que han sido identificadas, pero la cifra que suma la vida en estos ecosistemas podría ser de millones.

El océano es la mayor fuente de proteínas al mundo, pero sus servicios no se limitan a ser una fuente de alimentación: genera oxígeno y absorbe 30 % del dióxido de carbono producido por los humanos. A nivel mundial, el valor del mercado de los recursos marinos y costeros, y su industria, se estima en alrededor del 5% del PIB mundial; sin embargo, viejas y nuevas facturas empiezan a acumularse. La sobreexplotación y contaminación de sus recursos reduce sus beneficios.

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Un estudio del Instituto Grantham, instancia del Imperial College London, especializado en investigaciones sobre cambio climático y medio ambiente, señala que uno de los principales riesgos del aumento de la temperatura de los océanos podría ser la migración en masa de las especies, y con ello una homogeneización de la biodiversidad a escala mundial. Esto implicaría la disminución del número de especies en las regiones de aguas más cálidas y un drástico aumento en las regiones más fríasalrededor de los polos. Este cambio podría tener un impacto muy grave sobre la pesca y la acuicultura en todo el mundo. Por otra parte, la acidificación de los océanos podría considerarse la crisis química del clima mundial. Por si esto fuera poco, hay una nueva cereza en el pastel: 70% del plástico utilizado para diferentes usos durante la pandemia por Covid-19 terminará en los océanos.

Conservación sostenible

“El océano: vida y medio de subsistencia” es el tema del Día Mundial de los Océanos este 8 de junio del 2021, año en el que también ha dado inicio una década de desafíos para lograr “Conservar y utilizar de manera sostenible los océanos y los recursos marinos”, según la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. El doctor Luis Eduardo Calderón Aguilera, investigador del Departamento de Ecología Marina del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE), asegura que si bien es cierto que hay problemáticas globales de los océanos, hay cosas que se han exacerbado los últimos años y que es importante puntualizar de manera local.

El especialista en uso y conservación de recursos marinos comenta que uno de los cinco retos más importantes en nuestro país tiene que ver con el acelerado cambio del tipo de suelo en la zona costera. “Pongamos como ejemplo la Riviera Maya que ha crecido de manera exponencial. En este momento no queda un centímetro que no esté sujeto a un tipo de mega desarrollos turísticos de cadenas trasnacionales que están cambiando el uso de suelo y degradando sus atractivos principales”. El investigador puntualiza que las problemáticas nacionales sobre el desarrollo turístico indiscriminado, no solo son un grave problema de enajenación del espacio público que restringe el acceso al litoral marítimo; pues estas dinámicas desordenadas crecen a lado de otras problemáticas que en lugar de mitigarse se han exacerbado, como la descarga de aguas residuales.

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Otros problemas relacionados con el uso de la zona costera tienen que ver con extracción ilegal de materiales, como el caso de la piedra bola (también conocida como grava marina) en las costas de Baja California. “No se tiene conciencia clara de lo que provoca la alteración del litoral. La remoción de sus recursos pétreos puede causar problemas muy graves de erosión que incluso provoquen la pérdida de vidas humanas, en caso de eventos naturales extremos”.

Otra cuestión que impide la sostenibilidad de los recursos marinos, tiene que ver con la pesca y exploración en altamar. Calderón Aguilera señala que México tiene más de la mitad de su superficie en la Zona Económica Exclusiva, pero las leyes internacionales dicen que si un país no aprovecha esta franja de mar adyacente al mar territorial, que se extiende hasta 370.4 Km (200 millas náuticas), tiene que ceder sus derechos a otro país. “Ese es el fondo del problema de hace muchos años del embargo atunero. La pesca de atún es la única pesca de altamar que tiene México”. Agrega que al no haber buen aprovechamiento de la zona, también se pierde el derecho y la posibilidad de reclamar importantes yacimientos minerales de manganeso, níquel, cobre y cobalto; así como de explorar otras fuentes de energía en el mar profundo. El fomento de la exploración científica en estas áreas abre oportunidades de explotación de estos recursos.

Para Calderón Aguilera, también hay importantes tareas en el quehacer científico y es acabar con el aparente divorcio entre ciencia y sociedad. “No se puede hacer ciencia sin pensar en el impacto social. Es imprescindible que los científicos naturales no perdamos de vista que vivimos en un contexto social donde todo se conecta y donde siempre será necesario considerar a las costas como un socioecosistema”.

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Pesquerías y cambio climático

“El tercer reto que tiene México es el ordenamiento pesquero. Este es un problema de hace muchos años, pero que ya llego a un límite, pues las pesquerías ribereñas tienen un problema de acaparamiento de permisos”. El investigador sostiene que en nuestro país se mantiene una inmensa discrecionalidad en el otorgamiento de concesiones; mientras que por el otro lado, los pescadores se han convertido en los obreros del mar que trabajan para permisionarios que no viven en la región y que se aprovechan imponiendo condiciones de explotación y esclavitud a sus trabajadores. Señala que es muy importante que se establezcan precios de garantía para los pescadores y que se elimine la figura del intermediario, quien se lleva la mayor porción de las ganancias.

“Se culpa al último eslabón de la cadena, es decir, al pescador, como si él fuera el depredador, el culpable de la sobrepesca. También es fundamental que el Instituto Nacional de Pesca ponga atención a las pesquerías ribereñas y no solo en las de alto valor económico, como son las pesquerías de camarón, tiburón, pelágicos menores y otros invertebrados de alto costo, como el pepino de mar o la almeja generosa”.

El cuarto reto que subraya el especialista es el aprovechamiento estratégico que deberían tener las costas en ambos litorales. “El mercado global es irreversible y México debe tener el control de todos sus puertos para una economía marítima sustentable”. Finalmente, el último reto que menciona el investigador es reconocer realmente el papel de nuestras costas frente al cambio climático, pues están en riesgo los servicios ecosistémicos que proveen no solo los arrecifes de coral, sino los manglares, pastos marinos y otros sistemas costeros.

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Los arrecifes de coral representan solamente el 1% de la superficie de los océanos, pero 25% de las especies marinas dependen de ellos. Por otra parte, los llamados pastos marinos, sistemas dominados por plantas y flores angiospermas que crecen en el mar, tienen una función fundamental para el desarrollo de los ecosistemas. Son alimento para especies como la tortuga marina y el manatí, pero también son área de crianza para peces pequeños y otras especies también con valor comercial como la langosta y el camarón. Otra de sus funciones es que fijan la arena, pues sus raíces y rizomas estabilizan los sedimentos, lo que ayuda a la estabilidad de las playas. Otra de sus funciones es el carbono azul, como se le llama al carbono secuestrado en el ambiente marino.

Estos organismos están en peligro por el calentamiento del océano, la contaminación de las aguas, el incremento en los niveles del mar y la acidificación. “No se puede seguir privilegiando el beneficio de unos cuantos, poniendo en riesgo todos los recursos de nuestras costas. Le hemos dado la espalda al mar cuando deberíamos ver que es una fuente de bienestar social y económico. Ya existe todo un andamiaje jurídico para sostener estos ecosistemas, pues existe una Comisión Intersecretarial para el Manejo Sustentable de Mares y Costas, publicada desde el 13 de junio de 2008. También existe una Política Nacional de Mares y Costas publicada desde el 30 de noviembre del 2018. Lo que hace falta para su marcha es voluntad y dedicación de todas las partes para que repercuta con beneficios claros”.

30% del dióxido de carbono producido por los humanos es absorbido por los océanos 

5% DEL PIB MUNDIAL  se estima que es el valor del mercado de los recursos marinos y costeros, y su industria