Durante el verano de 1995, la paleontóloga estadounidense Amy Henrici descubrió una especie de 300 millones de años de antigüedad y perteneciente a los Diadectomorfos , un grupo intermedio entre anfibios y reptiles en términos evolutivos. Los científicos la denominaron Orobates pabsti –caminante de montañas–, en referencia a su hábitat.

“Formaba parte de una fauna terrestre única de tierras altas que consistía en numerosos herbívoros y solo unos pocos depredadores, lo cual no era típico en ese momento. La mayoría de los animales habitaban tierras bajas costeras y comían insectos, peces, anfibios y reptiles”, señala Henrici.

Con este hallazgo surgió una incógnita entre los científicos sobre el modo de vida de Orobates: para sobrevivir en ecosistemas de alta montaña el animal tuvo que poseer una capacidad locomotora avanzada adaptada al medio terrestre. Pero este tipo de movilidad eficiente siempre se había asociado con la aparición de los primeros reptiles, más tarde en la evolución.

Para confirmar esta hipótesis, un equipo formado por investigadores de la Universidad Humboldt en Berlín (Alemania) y la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (Suiza) ha estudiado la habilidad locomotora del Orobates gracias al diseño de un robot a partir de los cinco especímenes de fósiles (dos de ellos completos y con articulaciones intactas) hallados y que se conservan en el Museo Natural de Gotha en Alemania.

El biorobot, bautizado como OroBOT , ha logrado recrear el movimiento del esqueleto: se pasea y en principio también nada cómo lo hizo en vida el animal. La reproducción del caminar real de este espécimen ha permitido a los expertos demostrar que ya poseía una locomoción avanzada adaptada al medio terrestre. Los resultados se publican en Nature.

El robot-fósil que reproduce movimientos

“El modelo robótico nos ha permitido probar la hipótesis acerca de la locomoción de este animal de una forma que de ninguna otra manera se habría podido conseguir”, cuenta Kamilo M, coautor del estudio e investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (Suiza).

Hasta ahora se creía que este tipo de locomoción había surgido después del origen de los amniotas (reptiles, aves y mamíferos), pero las pruebas y ensayos muestran otra cosa. “Con nuestro estudio, podemos decir que es posible que sucediera antes de lo pensado”, sugiere el experto en bioingeniería robótica.

El equipo estudió los tipos de locomoción actuales en las especies ya existentes. Así, los científicos crear on una base de datos básicos sobre este tipo de movilidad con unos patrones consistentes sustraídos de una muestra diversa de animales modernos como salamandras, lagartos y cocodrilos.

El único espécimen que mostró similitudes con los movimientos de Orobates fue el caimán. “Podemos entonces concluir que esta especie mostraba únicamente un desplazamiento parecido al de algunos reptiles”, subraya Melo.

Además, definieron la estructura esquelética del OroBOT en función de la anatomía de los fósiles. Pero la amplitud de los pasos se dedujo a partir del rastro de huellas fosilizadas (icnitas) dejadas por otros especímenes. Finalmente, el diseño del robot se basó en un modelo llamado Pleurobot que imita el movimiento de una salamandra.

“El modelo robótico nos ha permitido probar la hipótesis acerca de la locomoción de este animal de una forma que de ninguna otra manera se habría podido conseguir”, cuenta a Sinc Kamilo Melo, coautor del estudio e investigador de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (Suiza).

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