Al sureste de nuestro país se encuentran un gran número de cuevas inundadas conocidas también como cenotes . Estos fenómenos naturales, además de tener una repercusión ambiental por el desarrollo de la fauna y plantas específicas de la zona, forman parte de la historia antigua maya, ¿pero qué es un cenote?
La península de Yucatán es una planicie kárstica, que se caracteriza por tener relieves ondulados, así como cavernas que se amplían hacia el sur de México.
De acuerdo con el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, el origen de estos cuerpos de agua se da a través del carbonato de calcio y la erosión con el agua de lluvia, de hace muchos años, proceso denominado como meteorización química, que ayudó a la formación de cuevas y cenotes.
El nombre coloquial con el cuál se reconoce a estos fenómenos es una derivación de la palabra maya onot o ts´ono´o que significa “cosa onda”, “abismo” o “profundidad”.
Foto de un cenote. El Universal, archivo
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Debido a las condiciones en las que los cenotes se desarrollan suelen favorecer a la conservación de vestigios arqueológicos y paleontológicos, algunas de estas especificaciones son las características químicas del agua, los sedimentos finos y mineralizados, así como la falta de luz, señala el Instituto Nacional de Antropología (INAH).
Desde tiempos ancestrales, los cenotes han representado para la cultura maya una especie de portal con el mundo de los muertos (Xibalba). De la misma forma que ocurría con otras culturas mesoamericanas, los mayas creían que cuando una persona fallecía recorría un camino hacia el inframundo, además que relacionaban lo sobrenatural con el subsuelo terrestre y el agua por lo que los cenotes representaba para ellos un portal cósmico y un lugar sagrado. Estos lugares ambién eran utilizados para sacrificios humanos, puesto que arrojaban en los "ojos de agua" los cuerpos de los sacrificados.
Toma area de cenotes de la Península de Yucatán. Foto: AP/Eduardo Verdugo, archivo
Pese a que los cenotes tienen una relevancia cultural en cuestiones simbólicas, como su relación con el inframundo, sin ellos, las culturas antiguas hubieran carecido de agua suficiente, ya que según la página oficial del gobierno de Yucatán, en esta zona no existen ríos ni lagos importantes.
Por otra parte, algunos de los seis mil cenotes que se encuentran en la Península, actualmente corren peligro por la actividad humana, como la contrucción del Tren Maya, y la contaminación, ya que en ocasiones son utilizados para verter basura y residuos tóxicos como colillas de cigarro, plásticos, incluso hasta muebles y refirgeradores.
Sergio Grosjean Abimerhi, espeliólogo profesional, de la Expedición Grosjean, se ha dedicado a promover el cuidado de los cenotes en el estado de Yucatán. Foto: El Universal/ Cuauhtémoc Moreno, archivo
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Estos cuerpos de agua cuentan con el desarrollo de especies endémicas, es decir que debido a su construcción natural y milenaria, los animales y plantas sobreviven únicamente en las condiciones que les proporciona la región, por consiguiente la pérdida de estas zonas provocaría daños irreversibles a los ecosistemas.
Por ello la conservación de los cenotes representa un impacto para la el conocimiento y la ciencia, ya que funcionan como una fuente de información histórica y sustentable.
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