Un nuevo método, diseñado por arqueólogos de la Universidad de Laden, capaz de identificar residuos de fármacos en el sarro de los dientes de nuestros antepasados, descubrió el tipo de opioides que se consumían en el siglo XIX.
Tiempo atrás, los arqueólogos ya se habían encargado de estudiar la historia de las medicinas y las drogas, recurriendo a la revisión de pipas y vasos para beber en búsqueda de moléculas psicoactivas.
Sin embargo, esta estrategia no cubría el conocimiento de todas las sustancias, ya que algunas de ellas no necesitan de contenedores para su ingesta como el caso de los hongos alucinógenos . Además que, un artefacto no puede definir la identidad de quién las consumía.
Por ello, el arqueólogo Bjørn Peare Bartholdy junto con su colega Amanda Henry analizaron las sustancias consumidas por un grupo de agricultores holandeses, mediante una nueva técnica. Esta consistió en el estudio de cálculo dental de los esqueletos, que pertenecen al siglo XIX.
Esta placa endurecida, contenida en los dientes, es mejor conocida bajo el nombre de sarro. Los investigadores se concentraron en este residuo porque es capaz de atrapar trozos de comida y líquidos, mientras la persona se encuentra vivía. Estos remanentes sobreviven, además, más de un millón de años.
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Para logarlo, los investigadores tuvieron que modificar los métodos estándar utilizados para detectar drogas en la sangre o el cabello de personas vivas o recientemente fallecidas. Para estos efectos, contaron con la cooperación de especialistas de la Universidad de Aarhus en Dinamarca, quienes usaron hidroxiapatita, el principal mineral del sarro y la mezclaron en dosis de drogas legales para detectar moléculas con el mismo tipo de activo.
Entre los narcóticos agregados se utilizó la cafeína, nicotina y cannabidiol, así como sustancias controladas como oxicodona, cocaína y heroína. Dorthe Bindslev, dentista forense, probó el nuevo método en 10 cadáveres de presuntos consumidores de drogas sometidos a autopsias en el Departamento de Medicina Forense de Aarhus.
Estos resultados fueron comparados con las muestras de sarro. El nuevo protocolo identificó 44 drogas, en las que se incluyeron la heroína y la cocaína. “Es un estudio de validación realmente agradable" declaró el arqueólogo Jelmer Eerkens de la Universidad de California, en una publicación de “Forensic Science International”.
Los arqueólogos expresaron que este hallazgo podría auxiliar en las averiguaciones de criminales, ya que el sarro supliría a las muestras de cabello, que son utilizadas para identificar la ingesta de drogas, a un plazo mucho más largo, pues muchos opioides desaparecen demasiado ponto del torrente sanguíneo.
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“Esto podría ayudar a reescribir la historia del consumo de drogas”, agregó Shannon Tushingham, arqueóloga de la Universidad Estatal de Washington.
Sin embargo, Jørgen Hasselstrøm, un toxicólogo forense y coautor del estudio, reconoció que aún no está claro cuánto tiempo pueden retenerse las moléculas indicadoras en el sarro, por lo que advirtió que algunos compuestos podrían degradarse antes del tiempo calculado. Aun así, elogió la investigación: "Este tipo de información de referencia realmente puede impulsarnos hacia direcciones nuevas e interesantes".
Los investigadores están en la espera de publicar nuevos descubrimientos, en torno al estudio de los esqueletos holandeses. Además, mostraron una visible satisfacción ante el interés de otros grupos de investigación, que están en búsqueda de probar este mismo método en dientes antiguos de vikingos y de restos originarios de monasterios, donde los monjes administraron los primeros productos farmacéuticos.
fjb