Ocurrió en Berlín ,Alemania, en 2006. Timothy Brown, un traductor estadounidense nacido en 1966, acudió a una consulta médica en el Departamento de Hematología, Oncología y Medicina de Transfusiones del Hospital Campus Benjamín Franklin.

Brown llevaba varias semanas sintiéndose cansado y débil. Había perdido mucho peso y la fiebre lo invadía con frecuencia. Tras una serie de análisis clínicos y una revisión minuciosa, su doctor, Gero Hütter, le diagnosticó una variante de leucemia.

Pero esa no fue la primera vez que una enfermedad amenazó su vida. En 1995, cuatro años después de que se instaló en Berlín, Brow fue diagnosticado con virus de la inmunodeficiencia (VIH). En ese entonces, empezó un tratamiento con antirretrovirales, que le permitió llevar su vida casi con total normalidad. Sin embargo, todo fue distinto cuando llegó el diagnóstico de leucemia.

El doctor Gero Hütter, quien llevaba su tratamiento, le recomendó entonces realizarse un trasplante de células madre. Hütter mantenía la teoría de que, si se remplazan las células inmunitarias de una persona por otras a las que el VIH no pudiera infectar, podría erradicarse el virus del organismo.

Sin tener nada que perder, Timothy ensayó un trasplante alogénico de células madre a su médula ósea. Se seleccionó un donante que presentaba una característica genética que hacía que sus células CD4, que constituyen una parte esencial del sistema inmunitario, carecieran de un receptor denominado CCR5, necesario para que el VIH pueda entrar en dichas células e infectarlas.

En aquel momento, las posibilidades de Timothy eran reducidas: el tratamiento podría matarlo, pero sin este tampoco sobreviviría. Por otro lado, si el doctor Hütter tenía razón, Timothy podría librarse de las dos dolencias al mismo tiempo . Según recuerda él mismo, y como lo ha contado en varias entrevistas, en ese entonces le preocupaba más el cáncer que la infección por VIH.

Previo al trasplante, tuvo que someterse a una quimioterapia intensiva con la que, básicamente, se buscaba eliminar su sistema inmunitario. Esto, por supuesto, lo puso en riesgo de contraer una infección mortal. Y aunque superó con éxito el trasplante, 13 meses después la leucemia reapareció y tuvo que someterse a una segunda intervención con las células madre seleccionadas.

Finalmente este tratamiento permitió que sus células sanguíneas fueran inmunes al VIH, pues evitaba la entrada del virus en ellas. Y así, como explica Brown en un artículo que publicó con el título de “I am the Berlin Patient: A personal reflection” desde 2008 no ha necesitado tomar ningún antirretroviral y su carga viral se mantiene indetectable.

Si bien su caso se hizo público ese mismo año en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas (CROI por sus siglas en inglés), los medios de comunicación no prestaron la atención suficiente. De hecho, varios científicos, escépticos ante los resultados, aseguraban que podía quedar alguna reserva con VIH en el organismo de Brown.

No fue sino hasta diciembre de 2010 cuando la noticia del paciente estadounidense con VIH que presentabla una posible curación se difundió en varios medios especializados. Ese año, la revista médica Blood, de la Sociedad Americana de Hematología, constató que Timothy Brown no tomaba fármacos antirretrovirales desde hacía tres años y medio y que, además, su organismo presentaba recuentos de células CD4 normales. No había, entonces, ningún rastro del virus.

En su artículo “I am the Berlin Patient: A personal reflection”, explicó que su caso generó una percepción errónea de que se haya encontrado una cura al VIH. Esto, dice, podría representar un detrimento en los esfuerzos de capacitación de fondos para la investigación.

En ese documento también expresó su preocupación por la ligereza con la que muchos medios de comunicación trataron su historia, pues ese enfoque, asegura, podría dar falsas esperanzas a las personas que viven con VIH.

Brown cuenta que su experiencia “no es aplicable a todas la personas” y que el tratamiento al que tuvo que someterse “no se lo deseo ni a mi peor enemigo”, aunque reconoce que reproducir este tratamiento debe ser una prioridad en el desarrollo de la investigación de una cura.

desarrollo de la investigación de la cura.

En una entrevista con la revista POZ, publicación que narra las vidas de las personas afectadas por el VIH y el Sida, cuando se le preguntó qué se siente estar libre de la leucemia y ser la primera persona que se cura del VIH, Timothy Brown dijo: “Es realmente genial. Espero que lo que he pasado ayude a muchas personas”. “Yo soy la prueba viviente de que podría haber una cura para el VIH”, añadió.

Pero hay riesgos. Si bien ya no tiene cáncer ni VIH, Brown explica que en su artículos que necesitó de una “Quimioterapia de acondicionamiento” para eliminar por completo su leucemia y preparar su médula ósea para los trasplantes. Esto, afirma, le provocó algunas secuelas , como la enfermedad injerto contra huésped, que es una complicación potencialmente mortal que puede presentarse tras un trasplante de médula ósea o de células madre.

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