El proyecto International Thermonuclear Experimental Reactor (ITER), cuya meta es demostrar la viabilidad de la fusión nuclear como fuente de energía alternativa a la fósil, confirmó hoy su objetivo de llevar a cabo su primer ensayo, bautizado como Primer Plasma, para 2025.
La reunión de su consejo, inaugurada ayer y clausurada hoy en la localidad francesa de Saint Paul Lez Durance, en la Costa Azul, validó ese programa basado en el buen avance de las obras, que llevan el 55 % construido.
El ITER , uno de los mayores proyectos científicos del mundo, pretende reproducir las reacciones de fusión que tienen lugar en el Sol y demostrar que la energía de fusión es científica y tecnológicamente posible.
Para producir la fusión atómica, el combustible debe alcanzar temperaturas de unos 100 millones de grados centígrados en el reactor experimental, lo que sitúa a la materia en un estado similar al gaseoso, denominado plasma. La dificultad, según los expertos, consiste en conseguir el confinamiento del plasma durante un tiempo suficientemente largo con un volumen discreto como para poder generar energía.
El consejo destacó hoy en un comunicado que ha habido "progresos sustanciales" en la fabricación de componentes tecnológicamente complejos, como los poderosos imanes superconductores (conocidos como bobinas de campo toroidal), que son los que confinan el plasma supercaliente.
Asimismo, anunció que en la reunión se aprobaron mejoras en la estrategia de construcción, que optimizarán la instalación de los equipos en el edificio del tokamak, la máquina experimental concebida para explotar la energía de la fusión.
Esa cámara de vacío está previsto que tenga 30 metros de alto y otros tantos de diámetro, un peso de 23.000 toneladas y, albergará 840 metros cúbicos de plasma que alcanzará una temperatura de 150 millones de grados.
Europa, China, Japón, la India, Corea del Sur, Rusia y EE.UU., que representan el 80 % del PIB mundial y la mitad de la población de la Tierra, participan en este proyecto, tasado en al menos 12.900 millones de euros (14.900 millones de dólares), la mitad correspondiente a los países del Viejo Continente.
El objetivo, según sus impulsores, es lograr una energía limpia, abundante, segura y barata para dar respuesta al desafío energético del futuro.