“Exceso en calorías”, “Exceso en grasas trans” y “Exceso en azúcares” son algunas de las leyendas con los que desde hace meses los consumidores de comida chatarra han tenido que ver antes de elegir uno de estos productos cuestionados debido a que abren puerta a problemas médicos, como la obesidad .
Previo a la aparición de estos mensajes, en agosto de 2020 ocurrió en Oaxaca la prohibición de vender estos productos a menores de edad, seguido de la implementación de una política pública que consistió en un nuevo etiquetado para que las personas pudieran reflexionar en torno a lo que comían al momento de optar por unos de estos alimentos.
La modificación a la NOM-051 se hizo con la intención de conocer si es que los productos rebasaban los niveles adecuados de calorías, azúcares, grasas saturadas y trans así como el sodio, lo cual podría afectar la salud de las personas, sobre todo en el marco de la pandemia de la covid-19 , en la que padecimientos como la diabetes y la hipertensión forman parte de los cuadros que pueden provocar que las personas enfrenten la infección por SARS-CoV-2 de una forma más grave.
La obesidad y la diabetes son factores de riesgo ante la covid-19. Foto: Go Nakamura/Getty Images/AFP
En la revista del Consumidor se ha indicado que la implementación de la NOM-051 cuenta con tres fases, siendo la última hasta octubre de 2025 , cuando se aplicará el perfil de forma íntegra, tomando en cuenta tanto los nutrimentos añadidos y no añadidos.
Dentro de los esfuerzos que se han llevado a cabo para que estos etiquetados sean más comprensibles por todas las personas, con particular énfasis en la niñez, la Cofepris sugirió al Senado de la República hace unos días reformar la legislación para fortalecer las acciones dirigidas en las etiquetas nutrimentales.
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De acuerdo con el maestro Ramón Lozano Calderón , coordinador de Ciencias Biomédicas en la FES Zaragoza, de la UNAM, al momento en el que los etiquetados advierten sobre si lo que se está comprando cuenta con altos niveles de las sustancias antes mencionadas, permiten a la persona reflexionar sobre la opción que están eligiendo para sus vidas.
“El hecho de que esté etiquetado y diga si son altos en carbohidratos o en azúcares , en algún momento sí te detiene a decir ‘Bueno, en vez de comerme cuatro galletas como tres’. No te va a detener del todo, pero aunque sea un porcentaje mínimo sí te invita a que te concientices y lleves una disminución en este tipo de alimentos”, afirmó en entrevista con EL UNIVERSAL.
FOTO: DANIEL AUGUSTO/CUARTOSCURO.COM
Junto a los avisos en torno a que si un producto cuenta con exceso de calorías, grasas trans o azúcares, otra iniciativa que arrancó a finales de enero de 2021 fue que personajes entrañables dentro de la cultura popular mexicana, como el Tigre Toño y el Osito Bimbo, desaparecieran de los empaques con el fin de que estas imágenes no alentaran a los niños a consumir estos productos con nulo valor nutritivo.
A decir del experto de la UNAM, se trata de una medida que sí puede reducir el consumo de estos productos chatarra, pues al no ver a una caricatura agradable, “ya no te sientes atraído ni capturado tan fácilmente”.
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¿Qué químicos comemos en la comida chatarra?
Los productos chatarra son aquellos alimentos ultra procesados entre los que destacan botanas, galletas, golosinas, refrescos y sopas instantáneas. La doctora María del Carmen Iñárritu Pérez afirmó en entrevista con EL UNIVERSAL que esta comida, también llamada basura, afecta nuestra salud y además carece de un valor nutritivo, por lo que además de todo el ser humano no requiere de ellos.
La académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM dijo que el consumo va de la mano de una comercialización muy agresiva en torno a ellos, por lo cual se consumen en grandes cantidades, están siempre disponibles y son de bajo costo.
Foto: Xinhua, archivo
No obstante, “por las sustancias que contienen causan adicción. Entre estas se encuentran los azúcares añadidos , las grasas saturadas, sobre todo las grasas trans, el exceso de sal y también el glutamato monosódico, que es lo que contienen muchos productos”.
El glutamato monosódico se trata de un potenciador del sabor que, de acuerdo con la Clínica Mayo, es generalmente reconocido como seguro pese a que su uso aún sigue siendo controvertido. Es un producto químico formado de ácido glutámico que se adhiere a la hormona leptina .
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De acuerdo con la especialista de la Máxima Casa de Estudios, esta sustancia hace que tengamos adicción y sigamos queriendo más , potencializando nuestro sentido de necesitas más. “Afecta nuestro sistema hormonal de hambre y saciedad, nos hace que no sintamos tan pronto la saciedad y sigamos comiendo. Eso es lo que provoca esta sustancia química que se emplea en la salsa de soya, las comidas rápidas y a muchos productos para lograr que tengan más sabor”.
Foto: EFE, archivo
Otras sustancias químicas que se encuentran en algunos productos, tales como las sopas instantáneas debido a la forma en que están empaquetadas, es el Bisfenol A . La doctora Iñárritu Pérez afirmó que los envases plásticos al calentarse liberan esta sustancia también conocida como BPA, la cual afecta hormonalmente y puede causar alteraciones en la conducta.
El BPA está en los envases , aunque al calentarse se liberan hacia el producto que se consumirá y pueden alterar nuestras hormonas y causar daños a la salud. Entre los que, de acuerdo con la experta de la UNAM, se encuentran dolores de cabeza, adormecimiento o sensación de debilidad.
Otro mal que producen los productos chatarra, con azúcar y sal en exceso, es el sobrepeso y la obesidad, una enfermedad que provocó que la covid-19 pusiera en mayor riesgo a la población, pues en México 70 por ciento de los adultos tiene uno de los cuadros antes mencionados que produce inflamación en el organismo, haciendo que el sistema inmune sea más débil y que cualquier enfermedad infecciosa agarre debilitado al cuerpo.
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Etiquetado, impuestos y otras políticas contra la comida chatarra
Este nuevo etiquetado ha sido resultado de otras prácticas que se han implementado en México y otros países, entre ellos Chile, para buscar hacer conciencia sobre la comida basura y los productos que resultan dañinos para la salud.
En este tenor cabe recordar que en 2014 se implementó un aumento a las bebidas azucarada, por lo que dos años después investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública llevaron a cabo una investigación en la que comprobaron que se redujo un 7.3 por ciento el consumo de estos productos.
El trabajo publicado en la revista PLoS One arrojó también un aumento del 5.2 por ciento en la compra de agua, en comparación con el período de 2007 a 2013, por lo que en las conclusiones se señaló que la efectividad del impuesto debía evaluarse a mediano y largo plazo.
Foto: COFEPRIS
Por otro lado, el nuevo etiquetado está basado en el esfuerzo realizado en Chile en 2016 del cual se aprendió, luego de una investigación llevada a cabo por expertos de la Universidad de Chile, la Universidad de Carolina del Norte y el Instituto Nacional de Salud Pública, que la industria no tuvo un impacto negativo, pues vendió más sus productos sin etiquetado frontal y sus otros bienes fueron reformulados.
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Aunado a esto hubo una disminución en la compra de cereales para desayuno (1.4%), bebidas azucaradas (25%) y postes envasados (17%), así como una mejora en la identificación de alimentos saludables (30%) por parte de madres de familia evaluadas.
Ramón Lozano, coordinador de ciencias biomédicas de la carrera de Médico Cirujano en la FES Zaragoza, UNAM, afirmó que el aumento de impuestos puede ser una solución, aunque se trata de una medida más punitiva y agresiva.
“Sin duda sería útil, pero apostaría más a las campañas de concientización y educación a la salud. Creo que si informas al público de lo nocivo de estos alimentos, hará más caso. Al tener conocimiento de lo que te va a dar ese producto, harás conciencia y lo evitas más”.
Además, en su opinión una medida punitiva puede provocar en los consumidores un pensamiento de rebeldía e incentivarlos a consumir esos alimentos en forma vengativa.
La doctora María del Carmen Iñárritu Pérez, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina, coincide con los esfuerzos por frenar el consumo de la comida chatarra, pues hará que las personas volteen a ver las frutas, verduras, granos, cereales, leguminosas, dejando de lado las botanas y refrescos.
De esta forma, según la experta de la UNAM, la comida saludable va a hacer que no tengamos diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, ni una de las pandemias que sigue en aumento en México: la obesidad.