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Para lanzar un cohete al espacio se necesita una gran cantidad de combustible. Y dentro de poco, también una gran cantidad de agua.
El 18 de octubre, la NASA ensayó con éxito un nuevo plan, al que bautizaron con un nombre casi imposible de recordar: el sistema de diluvio para la protección de la sobrepresión de ignición y supresión del sonido.
El nombre, aunque suena ambicioso, está a la altura de lo que fue la prueba: en solo un minuto lanzaron un potente chorro de 1,7 millones de litros de agua, que lograron una altura de 30 metros.
Esta inundación exprés ocurrió en el Centro Espacial Kennedy, en Florida, y es parte de los preparativos para el nuevo Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, por sus siglas en inglés) que la NASA planea estrenar en 2020.
El SLS, según la agencia espacial estadounidense, será el "cohete más poderoso" que jamás hayan construido.
Cuando esté listo, servirá para enviar astronautas más allá de la órbita de la Tierra.
Además, el cohete tendrá mayor capacidad de carga, con lo cual se podrán enviar misiones robóticas a lugares como la Luna, Marte, Saturno y Júpiter.
¿Y el diluvio para qué?
El sistema de inundación servirá para reducir la gran cantidad de calor y energía que liberará cada lanzamiento del SLS.
Su prueba de fuego, o más bien de agua, será la Misión Exploración-1 en 2020, en la que se lanzará la nave Orion, que llevará a los humanos a explorar por primera vez el espacio profundo.