Cada minuto muere una persona por causas relacionadas por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), según cifras de ONUSIDA.
El doctor Carlos Magis, especialista en salud pública de la Facultad de Medicina de la UNAM y uno de los principales investigadores en torno al VIH/sida en México, dice que la pandemia ya no es la del Covid-19, pero que “ el VIH sigue siendo una pandemia”.
El VIH/sida es una enfermedad que se encuentra en curso y que se ha propagado por todo el mundo. Se trata de un virus que ataca el sistema inmunitario y debilita la capacidad del cuerpo para combatir infecciones y algunos tipos de cáncer.
Lee también: Pérdida de bosques de la Selva Maya ha reducido considerablemente su extensión
Este virus se transmite por el intercambio de ciertos líquidos corporales, como la sangre, la leche materna, el semen o las secreciones vaginales. Aunque su prevalencia varía en los diferentes países, el virus se mantiene como un recordatorio de que aún queda por hacer para ponerle fin: se calcula que alrededor de 40 millones de personas en el mundo viven con VIH.
Precisamente el lema de este 1 de diciembre, fecha en que se conmemora el Día Mundial del Sida, tuvo que ver con uno de los grandes pendientes en salud pública: derechos humanos. Cada año la conmemoración gira en torno a un tema diferente. En 2024, el lema es “Sigamos el camino de los derechos”.
Establecido en 1988, el Día Mundial del Sida fue el primer día dedicado a la salud en todo el mundo y desde entonces se buscan alianzas entre gobiernos y sociedad civil para luchar en determinadas áreas relacionadas con el VIH.
Retos globales
A nivel global, existen muchos pendientes en derechos humanos que obstaculizan terminar con el impacto del virus que surgió a inicios de los años 80. Para ONUSIDA poner fin al VIH, cuya fase infecciosa más avanzada es el sida, exige que se pueda llegar a todas las personas que viven con el virus que corren el riesgo de contraerlo, especialmente a las más excluidas y marginadas.
El objetivo de la agencia internacional es que deje de ser una amenaza de salud pública para 2030. En este sentido, la igualdad de género es un elemento esencial de un enfoque del sida basado en los derechos humanos, mientras que la aceptación, el respeto y la atención a cualquier ser humano es vital para luchar efectivamente contra el virus.
“Las leyes, políticas y prácticas que castigan, discriminan o estigmatizan a las personas —porque son mujeres o niñas, o pertenecen a poblaciones clave, o a otras comunidades marginadas— obstaculizan el acceso a la prevención, las pruebas, el tratamiento y la atención del VIH. También lo hacen las leyes, políticas y prácticas que obstaculizan el trabajo de las personas que prestan servicios vitales relacionados con el VIH a las comunidades afectadas o que abogan por reformas”, se lee en el documento de este año sobre las tendencias de la enfermedad.
En 2023, alrededor de 630 mil personas murieron de enfermedades relacionadas con el sida en todo el mundo, frente a los 2.1 millones de personas hace 20 años. La diferencia en reducción de mortalidad a través de los años tuvo que ver, en gran parte, con la introducción en 1996 de los tratamientos antirretrovirales de gran actividad, así como la prevención; ambas fueron estrategias decisivas para disminuir la mortalidad por sida y cronificar la epidemia.
Para el doctor Magis, los retos en salud pública se han intensificado, pues el objetivo global para 2020 era lograr la cascada de atención 90-90-90. “México no alcanzó la métrica y para 2030 los objetivos son 95-95-95, lo que implica que se tiene que hacer un gran esfuerzo”. Esta métrica se refiere al objetivo de ONUSIDA de que 95% de las personas con VIH estén diagnosticadas; 95% de ellas esté en tratamiento; y que 95% de estos individuos cuente con carga viral indetectable y, por lo tanto, intransmisible.
El tratamiento antirretroviral (TAR) consiste en el uso de medicamentos contra el VIH para evitar la replicación del virus. “Hace 20 años se aprobó como política pública el acceso gratuito y universal al TAR. El tratamiento es altamente efectivo, así que en México nos ha ido bien en cuanto a bajar las tasas de defunciones”, señala Magis y agrega que en el escenario latinoaméricano Brasil tiene una mortalidad muy alta por el alto número de casos que reporta y, en contraste, Argentina tiene la tasa de mortalidad más baja de la región.
Cuba es un ejemplo a destacar en lo que se refiere a la llamada transmisión vertical del VIH. Se le denomina así a la forma en que el VIH se transmite de una persona gestante a su hijo durante el embarazo, el parto y la lactancia. La isla caribeña ya no reporta este tipo de casos. “En nuestro país hay menos casos, va bajando. Del pico registrado en 2010-2011, ahora estamos a la mitad. Desgraciadamente no debería haber ninguno porque cada caso es un error. Todos estos casos son evitables”.
En este sentido, el experto destaca la importancia de aumentar pruebas, seguimiento y medicación en embarazadas para evitar transferencia en placenta. Se destacan positivamente en México, estados como Tlaxcala y Morelos, que no han presentado casos de transmisión vertical en cinco años.
Lo medible es combatible
Aunque en nuestro país se ha mostrado una mortalidad a la baja por enfermedades relacionadas con el VIH/sida, existen grandes diferencias por entidades y localidades. “Ciudad de México, e incluso lugares socialmente tan diferentes, como Oaxaca, mantienen una tasa del 4%; mientras que la mortalidad se dispara al 10% en lugares como Tabasco, Veracruz, Campeche y Quintana Roo”.
La movilidad nacional e internacional, así como zonas de comercio sexual se identifican como algunos factores para estas diferencias.
“La otra parte es evaluar cómo vamos en detección y se calcula que solo 50% de las personas que llegan al sistema de salud, tienen un diagnóstico reciente”, señala y agrega que es este sentido la pandemia de Covid-19 no favoreció la ecuación, pues cayeron los indicadores de papanicolao, tuberculosis y VIH. “El año de menor detección fue 2021 y aún nos estamos recuperando de ese rezago, pues en cuanto a la realización de pruebas estamos al 70% de las cifras que teníamos en 2018”, acota el investigador.
Según cifras de la Secretaría de Salud, se calcula que aproximadamente 370 mil personas viven con VIH en México y al menos tres de cada 10 aún no conoce su estado serológico. Para el especialista un gran avance, vinculado a esta temática, tiene que ver con la autorización de Cofepris de la autoprueba para la detección del VIH a principios de este año.
Para el investigador, ahora el reto será también tratar de integrar estas pruebas en el sistema de salud pública con determinadas estrategias, por ejemplo, entregarlas después de un diagnóstico realizado en una institución de salud pública para que de esta forma, la persona contagiada se la pueda entregar a su pareja o parejas sexuales. Así se podrían ampliar y agilizar las formas de diagnóstico, pero aún se están estudiando las diversas posibilidades de cómo se podrían usar en el sistema de salud pública mexicano de manera efectiva para ofrecerlas no sólo a quien las solicite.
Precisamente en un documento que presentó recientemente el doctor Magis, junto con otros especialistas de la Facultad de Medicina de la UNAM, se analiza de manera global la forma en que las pruebas de autodiagnóstico se han integrado a las políticas de salud pública. En EU, Brasil, Europa y el sur de África se han implementado exitosamente.
Lee también: México podría involucrarse en los futuros viajes de la NASA a la Luna y Marte
En cuanto a estrategias de prevención, el experto señala el ejemplo de Londres, que ha logrado bajar contagios en poblaciones vulnerables, gracias al uso extendido de la profilaxis de preexposición (PreEP, por sus siglas en inglés). Es un tratamiento preventivo de la transmisión del VIH, que protege a las poblaciones en mayor riesgo de adquirirla. Consiste en tomar diariamente una pastilla de los medicamentos Tenofovir y Emtricitabina, este tratamiento ha registrado una alta eficacia de prevención en conjunto con el uso de preservativo, de acuerdo con estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En México, el PreEP se distribuye a través del IMSS y los Centros Ambulatorios para la Prevención y Atención en sida e ITS (CAPASITS). Magis explica que para reforzar su impacto habría que distribuirlo en todos los centros de salud y aumentar el acceso de un poco más de 20 mil personas, que lo reciben en la actualidad, a por lo menos 100 mil.
Finalmente, Magis señala que México tiene una epidemia de drogas inyectadas en el norte, pero con el fentanilo su impacto ha crecido hasta llegar a otras zonas del país, lo que ha fortalecido el uso de drogas inyectadas y la transmisión de enfermedades por esta vía, como el VIH. Dice que si bien el país ha hecho un gran esfuerzo por enfrentar la pandemia desde su surgimiento hace varias décadas, aún hay muchos retos para lograr librarnos de su amenaza como un problema de salud pública; un reto no menos importante es justo seguir hablando del VIH. “Parece que es un tema que ya aburre, pero es un virus que sigue presente en todo el mundo”.