Marie Curie decía que “nada en la vida es para ser temido, pues todo funciona para ser comprendido. Ahora es el momento de entender más, de modo que podamos temer menos”. La ciencia es el motor de cambio más importante de una sociedad y los que le han apostado sin temor han cambiado el rumbo de la historia. Desde individuos que en sus laboratorios han dejado volar la imaginación para convertirla en realidades contundentes, hasta países enteros que le han aportado a la ciencia y han visto cambiar su realidad paulatinamente.
¿México tiene una nueva oportunidad de cambiar el rumbo? La nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación sustituye al Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt). Existen grandes rezagos y pendientes para el apoyo de la ciencia en México que se acentuaron en el sexenio anterior. La necesidad de un presupuesto que se aleje de la idea de austeridad para una inversión real en el futuro, así como estrategias claras para la vinculación con la iniciativa privada son necesarias para poder hacer eco del conocimiento en beneficios para todos.
La ciencia es esencial para la innovación y la prosperidad económica. El desarrollo científico puede verse afectado por factores geográficos, históricos y económicos, pero se ha demostrado que si existen estructuras sólidas y trayectorias de desarrollo científico nacional que puedan establecer la formulación de políticas con objetivos claros, el desarrollo será consecuente.
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Suiza, Suecia, Estados Unidos, Reino Unido y Singapur ocupan los cinco primeros lugares de las economías más innovadoras del mundo, pero hay países que prácticamente se reconstruyeron apostándole a la ciencia. Corea del Sur es un claro ejemplo de que la apuesta por la ciencia puede hacer girar el timón de una nación. Esta nación asiática empezó a empatar su desarrollo científico con el desarrollo de sectores claves industriales. Después de un fuerte rezago económico, hoy esta nación asiática suele clasificarse también como una de las economías más innovadoras del mundo.
Gestación de emprendedores
Para el doctor Enrique Galindo, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, si comparamos los indicadores de nuestro país en términos de actividad tecnológica y de innovación con otros países, tenemos un rezago monumental en términos de número de patentes solicitadas, transferencias tecnológicas o creación de empresas de base tecnológica.
“Es imperativo lograr la transición de México hacia una economía basada en el conocimiento. Sin embargo, la realidad es que las industrias innovadoras en México son muy pocas. Sólo creando una nueva industria tecnológica será posible asimilar el avance científico nacional y alcanzar un nivel competitivo a nivel global, así como generar los empleos bien remunerados que no ha generado la economía mexicana, y que tanto demanda nuestro país”. Esta también podría ser la clave para cambiar las historias que se asoman entre las cifras: 40% de los profesionistas en ciencia y tecnología en México no tienen un empleo relacionado con su profesión.
Galindo subraya que hay que generar acciones que contribuyan a cambiar la realidad industrial del país, creando un dinámico sector privado, sustentado en la ciencia, tecnología e innovación. “Si las empresas ‘tradicionales’ no lo han logrado, hay que fomentar la gestación de una nueva generación de emprendedores que lo hagan”.
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“Las empresas de base tecnológica representan una oportunidad única para dar empleo a los egresados de los programas de posgrado nacionales, que enfrentan graves dificultades para encontrar empleos bien remunerados”, señala y agrega que los científicos mexicanos publican en las mejores revistas internacionales; sin embargo, hay todavía una brecha muy grande entre las contribuciones de los investigadores y los productos o servicios derivados de ellas que ya se encuentran en el mercado.
Para el especialista, invertir en innovación para una economía ha mostrado resultados que pueden verse en todo el mundo: cuando la economía de los países depende relativamente poco del conocimiento, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) es muy pequeño; sin embargo, los incrementos en la dependencia de la economía del conocimiento generan cambios exponenciales en el ingreso per cápita de los países.
“El problema de México, es que se encuentra en el lado donde los incrementos todavía son pequeños”, acota Galindo.
Del otro lado de la moneda se encuentran países como Suiza. Una nación de apenas 8.4 millones de habitantes supera con creces sus expectativas en cuanto a producción de investigación de alta calidad. Suiza invierte 3.15% de su PIB a la Investigación y Desarrollo (I+D), mientras México apenas supera el 0.20%. La tendencia mundial no es muy alentadora: Según datos del Foro Económico Mundial, 4 de cada 5 países siguen asignando menos del 1% de su PIB a la investigación.
Por su parte, el doctor Gerardo Ceballos, del Instituto de Ecología de la UNAM, quien recientemente recibió el Premio Fronteras del Conocimiento por cuantificar la magnitud de la Sexta Gran Extinción de Especies, señala que ciertamente ningún país puede tener un desarrollo equilibrado ante la ausencia de un sólido desarrollo científico y tecnológico.
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“Me parece muy acertado que se haya creado una nueva Secretaría de Ciencia que promueva, articule y fomente políticas públicas sobre el desarrollo científico e innovación tecnológica para mantener al país a la vanguardia en estos temas. Esto es especialmente relevante para enfrentar los cambios ambientales y sociales que vive el planeta, que en algunos casos como la perdida de la diversidad biológica y el cambio climático, representan amenazas para la existencia del ser humano”, señala Gerardo Ceballos.
Para él, “una ciencia sólida puede ser detonante de una sociedad menos vulnerable. Las ventajas de contar con un fuerte desarrollo científico van de escalas globales a regionales. A nivel global, México será menos dependiente de los avances científicos y tecnológicos de otros países, y por lo tanto mas soberano”.
“Estos cambios también representan una excelente oportunidad para lograr un desarrollo económico ambientalmente sostenible y socialmente justo”, puntualiza el investigador del Instituto de Ecología y agrega que la creación de una secretaría podría ser el catalizador para lograrlo. La ciencia es una herramienta fundamental para enfrentar la crisis climática y social a corto y largo plazo, de hecho, para alcanzar los objetivos climáticos, la ONU adoptó una resolución que convierte el periodo 2024-2033 en el Decenio Internacional de las Ciencias para el Desarrollo Sostenible.
Esperanza en el futuro
El doctor Alejandro Farah, del Instituto de Astronomía de la UNAM, señala que la función de un organismo, público o privado, enfocado en el desarrollo científico, tecnológico y/o innovador, debe basarse en los mismos principios que han guiado a la humanidad desde sus inicios: el progreso continuo del conocimiento, la experimentación, el bienestar social y la adaptación al entorno.
“En particular, la función de la nueva Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, debe ser impulsar la investigación básica y aplicada para que sea competitiva a nivel nacional e internacional, así como gestionar y fomentar el desarrollo tecnológico para que logre tener un impacto positivo en el beneficio social en México y el mundo”, señala y agrega que el proceso para realizar estas mayúsculas funciones debe contemplar siempre la innovación, desde la perspectiva científica, humanística y tecnológica, pero sin perder de vista la vanguardia global ya existente.
“Los principios a seguir en el ámbito de su función deben tener una misión clara y orientada al avance del conocimiento y la innovación, apegados a un marco jurídico que los respalde. También sus actividades deberán operar con integridad ética y responsabilidad social, fomentando la transferencia tecnológica, la competitividad y las colaboraciones interdisciplinarias e internacionales”, señala Farah y agrega que para nuestro país es de suma importancia la creación de esta Secretaría ya que podría permitir una mejor y eficiente organización de las funciones encaminadas a la actividad científica y de la responsabilidad del gobierno para atender sus obligaciones constitucionales.
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La historia nos ha mostrado que los países que invierten más en la ciencia, humanidades, tecnología e innovación tienen una mayor injerencia en su beneficio social, pero ¿qué faltaría para lograr avances de países que le apostaron con fuerza a la ciencia y el desarrollo tecnológico, como Corea del Sur o la India? Farah señala que la inversión pública es clave para tener avances relevantes en estos ámbitos: inversión en infraestructura, recursos humanos, transferencia tecnológica, responsabilidad y ética social son tan solo unos ejemplos de lo que han hecho los países que han logrado desarrollar estas áreas.
“El papel de la industria será crucial también, ya que el trabajo realizado por el gobierno en estos ámbitos podría ser exitosamente transferido a sus sectores productivos. Esto permitirá cerrar el lazo y tener un retorno positivo e importante, tanto en lo económico, educativo, social, de salud y de seguridad”, señala Farah; mientras Galindo agrega que la industria innovadora que cambiará México hay que crearla y los egresados de posgrado y los emprendedores son quienes pueden poner en marcha estas empresas.
Enrique Galindo dice que está convencido de que desde la ciencia bien hecha siempre surgen aplicaciones industriales. “Lamentablemente, las condiciones recientes del país no fomentaron la innovación, puesto que desaparecieron prácticamente todos los fondos y programas que la apoyaban. En México, la ciencia, la tecnología y la innovación requieren que el gobierno haga un fuerte golpe de timón en las políticas de fomento a estas actividades, en particular a la innovación, para lograr que aprovechando su muy rica comunidad científica se logre crear el bienestar al que todo el pueblo mexicano aspira”.
Para Galindo este esfuerzo requerirá de muchos recursos, de mucho talento y de políticas agresivas de fomento. “De otra manera, sólo aspiraremos a mantener el status quo o a mejorarlo marginalmente. El nuevo gobierno de México tiene que decidir si le apuesta a la innovación para cambiar el Estado”.