Más Información
Una pausa a corto plazo en el tratamiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) durante un ensayo clínico cuidadosamente supervisado no conduce a la expansión duradera del reservorio del VIH ni causa un daño irreversible al sistema inmune , sugieren nuevos hallazgos.
La terapia antirretroviral (TAR) beneficia la salud de las personas que viven con el VIH, prolonga sus vidas y previene la transmisión del virus a otros. Si se toma diariamente según las indicaciones, la TAR puede reducir la carga viral (la cantidad de VIH en la sangre) a niveles que no se pueden detectar con las pruebas estándar; pero el virus permanece inactivo en un pequeño número de células inmunitarias, y las personas que viven con el VIH deben tomar TAR diariamente para mantener la supresión del virus. Si una persona con VIH suprimido por TAR deja de tomar medicamentos, la carga viral casi invariablemente volverá a niveles altos.
Los investigadores están trabajando para desarrollar estrategias terapéuticas con el fin de inducir la remisión mantenida sin TAR: la ausencia de rebote viral tras la interrupción del tratamiento TAR. Los ensayos clínicos para evaluar la eficacia de estas terapias experimentales pueden requerir que los participantes dejen de tomar TAR temporalmente, un enfoque conocido como interrupción analítica del tratamiento o ATI, por sus siglas en inglés.
En el estudio actual, los investigadores del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus siglas en inglés), que forma parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) estadounidenses, trataron de comprender mejor los efectos inmunológicos y virológicos de ATI.
Para ello, analizaron muestras de sangre de diez voluntarios que participaron en un ensayo clínico que evaluó si las infusiones de un anticuerpo ampliamente neutralizante podrían controlar el VIH en ausencia de TAR. Durante el ensayo, los participantes dejaron temporalmente de tomar ART.
Los diez participantes evaluados en este trabajo experimentaron subsecuentemente un rebote viral y reanudaron TAR entre 22 a 115 días después de suspenderlo. Mientras se detuvo el tratamiento, los reservorios de VIH de los participantes se expandieron junto con los aumentos en la carga viral, y los autores observaron anormalidades en las células inmunes de los participantes.
Sin embargo, de seis a 12 meses después de que los participantes reanudaran la terapia antirretroviral, el tamaño de los reservorios de VIH y los parámetros inmunes volvieron a los niveles observados antes de ATI. Los autores concluyen que los hallazgos respaldan el uso de ATI en los ensayos clínicos para evaluar la eficacia de las estrategias terapéuticas destinadas a lograr una remisión sostenida libre de TAR.
Sin embargo, se necesitan estudios más amplios que no involucren ningún medicamento intervencionista para confirmar y ampliar estos resultados. Los investigadores del NIAID actualmente están realizando un ensayo clínico para monitorear los impactos de ATI a corto plazo en una variedad de parámetros inmunológicos y virológicos en personas que viven con el VIH.
jpe