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Los folículos pilosos que albergan cada uno de nuestros cabellos son estructuras celulares muy dinámicas. En ellos se concentra un grupo de células madre derivadas de los organismos primitivos de la piel. Se trata de los fibroblastos, organismos que se han convertido en una esperanza de la medicina regenerativa y cuyo trabajo es sintetizar fibras y mantener la matriz del tejido celular con espectaculares y complejos entramados. Estos trabajadores incansables son responsables de controlar el ciclo de regeneración pilosa, pero su apreciada labor no está libre de obstáculos.
Este tipo de alopecia, tal como su nombre lo indica, tiene su trasfondo en dos elementos: las hormonas masculinas (los andrógenos) y la predisposición genética. “Los andrógenos están más presentes en los hombres, pero son hormonas también existentes en las mujeres, aunque en un porcentaje más bajo”, señala y agrega que los genes que más impactan para este tipo de alopecia son los heredados por vía materna: “El antecedente de un abuelo materno calvo puede pesar más que incluso el propio padre con este problema”.
La experta del Departamento de Dermatología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán subraya que aunque esta es una enfermedad multifactorial, los factores previamente señalados son los más importantes. “Actualmente lo que también se ha ido documentando es que la alopecia androgenética en hombres se empieza a observar ahora en grupos más jóvenes: personas de entre 20 y 30 años. Antes los patrones con mayor severidad sólo eran vistos entre los 40 y 60 años, pero actualmente un patrón de alopecia grado dos o tres, es decir, de moderado a severo, se puede registrar en edades más tempranas”.
El estrés y el cabello
Lo que se ha postulado es que el estrés influye de manera importante en cualquier enfermedad degenerativa y la alopecia androgenética se puede considerar un proceso degenerativo del folículo que se ve acelerado en periodos de estrés crónico. La dermatóloga sostiene que aunque el proceso no se detiene, lo que sí se puede lograr es retrasarlo mediante la detección y adecuado tratamiento en etapas tempranas. De esta forma se pueden descartar las diversas causas que pueden provocar la caída del cabello y trabajar en los factores precipitantes del origen específico de cada caso.
“Hay desde enfermedades crónicas, como una diabetes mal controlada, hasta una dieta muy estricta o algún problema en el organismo relacionado con la absorción de vitaminas, que impactan en el ciclo celular del pelo y también pueden exacerbar la alopecia”, comenta. Agrega que en la variada lista también hay enfermedades propias del pelo. Un ejemplo es la alopecia areata, una enfermedad del cabello frecuente en niños que generalmente se presenta como una perdida de pelo en partes, en pequeñas bóvedas, pero también se puede apreciar de forma difusa. “Suele aparecer en niños y adolescentes bajo un estrés emocional importante. La alopecia areata se considera una enfermedad autoinmune, pues el sistema inmunitario no reconoce el cabello como estructura propia del cuerpo y busca expulsarlo.
Otra enfermedad que se debe considerar como desencadenante de alopecia es el lupus, otro padecimiento autoinmune que puede tener manifestaciones en la piel y el pelo. La doctora también argumenta que existen algunas enfermedades inflamatorias que también pueden incidir en el proceso de pérdida de cabello.
Después del parto, sobre todo después de que el bebé cumple dos o tres meses, las mujeres empiezan a notar una densidad menor en su cabellera, pues generalmente presentan un grado de alopecia difusa durante esta época. Esta condición llamada efluvio telógeno es una fase de precambio acelerado del pelo donde se cae el doble de lo que comúnmente se pierde, es decir, de 200 a 300 cabellos. “Es normal que cada dos a tres años tengamos un periodo de recambio más agudo, pero también son comunes en fases posparto, durante una crisis emocional fuerte, una enfermedad aguda o después de un proceso quirúrgico”.
Es así que generalmente dos meses después del hecho estresante se presenta el eflugio telógeno, que según la experta debe ser asumido con normalidad pues durante el periodo de extrema tensión para el organismo hubo una detención del ciclo del pelo. Posteriormente la perdida del cabello se hace evidente, sin embargo se trata de momentos transitorios hasta llegar a una recuperación total. “El asunto es identificarlos y descartar otras causas como podrían ser anemias o alteraciones glandulares”.
Los tratamientos
Ruelas Villavicencio señala que la parte más importante para tener un tratamiento efectivo es acudir con el especialista y primero tener un diagnóstico químico certero donde se descarten causas. A partir de eso se diseña un tratamiento donde también se analiza el estilo de vida del paciente. La alimentación es fundamental: las dietas hipocalóricas severas, así como el déficit de hierro, zinc y cobre suelen relacionarse con la caída del cabello.
Generalmente en una primera parte del proceso se recetan shampos y lociones con vasodilatadores que estimulan el flujo sanguíneo al folículo para fortalecerlo. También existen medicamentos que inhiben el efecto de las hormonas y bloquean el influjo de la testosterona que no está permitiendo la replicación del pelo. Para la aplicación local lo último que se ha desarrollado son sustancias con las visrtudes mencionadas, pero transportadas por nanosomas, las pequeñísimas moleculas de tamaño nano que permiten encapsular y movilizar los principios activos.
Otro tipo de tratamiento es la fotoestimulación con láser. “En los últimos 20 años se han abierto muchas opciones para abordar el problema. El láser de baja frecuencia puede tener efecto, pero no todo lo que se vende es seguro y puede ser totalmente efectivo. Deben ser aparatos patentados y autorizados; su uso debe ser asesorado por especialistas certificados”. Otras alternativas más radicales son las diferentes opciones de trasplantes de pelo.
Para Ruelas Villavicencio es muy importante evitar la automedicación porque los pacientes que tienen alopecia generalmente reciben muchas indicaciones sobre productos comerciales y remedios caseros, e incluso son atraídos por una gran gama de los llamados productos milagro. Según datos de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) de la Secretaría de Salud de 2010 a 2017 se han suspendido más de 13 mil sitios de internet, de los cuales casi 2 600 estaban vinculados con la venta de productos milagro de todo tipo, incluidos medicamentos y ungüentos contra la caída del cabello.
“En general el problema principal de un producto que no es el adecuado es que pueden ocasionar una dermatitis, irritar el cuero cabelludo y ocasionar un problema adicional. Al final lo que esto va a provocar es un retraso en el tratamiento y pérdida de recursos, pues cuando uno suma todo el gasto en tratamientos sin beneficio, se invierte más dinero sin resultados”.
Pero más allá del problema estético, la dermatóloga asegura que la caída del cabello puede ser la manifestación de una enfermedad que aún no se ha diagnosticado, puede ser también una ventana de oportunidad para detectar un llamado de que algo no está funcionando adecuadamente en el organismo.