La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que para el año 2050 más de 10 millones de personas podrían morir en el orbe debido a las infecciones por bacterias resistentes a antibióticos. Esto significa el regreso de enfermedades que ya se creían superadas, como neumonía, cólera y tifoidea, entre otras, así como el aumento exponencial de agentes patógenos antes controlados.
Algunas de las prácticas que han propiciado la aparición de esos microorganismos son: tratar infecciones virales con antibióticos; automedicarse o medicar a otros sin ser personal de salud; terminar el tratamiento con antibióticos antes de lo que indica la prescripción; tomar antibióticos de forma preventiva; guardar sobrantes de un tratamiento para usarlos en una nueva infección, y vender o comprar antibióticos sin receta médica.
Para afrontar este problema de escala global, expertos del Instituto de Fisiología Celular (IFC) y de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, junto con especialistas del Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra, desarrollan nuevas terapias contra las bacterias resistentes a antibióticos , patógenos conocidos también como “superbacterias”.
En conferencia de medios, celebrada con motivo de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de los Antibióticos , Paula Licona Limón, del IFC, explicó que una de las estrategias de su grupo de trabajo es el diseño de inmunoterapias.
“En modelos de ratón caracterizamos la respuesta protectora que tenemos normalmente y que nos mantiene sanos. Si se lleva adecuadamente, ésta podría ayudarnos a lidiar con las infecciones, independientemente del perfil de resistencia que tenga la bacteria”, señaló.
En el auditorio Antonio Peña Díaz del IFC, subrayó que si se potencia esa respuesta protectora se puede asegurar que el paciente no muera por este tipo de infecciones. “La idea es no sólo hacer una caracterización básica, molecular y celular de la respuesta inmune (protectora) que evita que esas bacterias nos afecten, sino explotar esta respuesta y evitar que el paciente sucumba”.
Al respecto, Rafael Franco Cendejas, del Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra, recordó que los antibióticos son algunas de las principales herramientas que los médicos tienen para combatir las infecciones, pero en las últimas décadas la resistencia de las bacterias es un problema que se incrementa exponencialmente.
“Se observa, sobre todo, en las infecciones intrahospitalarias. Ningún hospital a nivel nacional se libra de esta situación”.
Este tipo de resistencias son, desde el punto de vista molecular, intrínsecas cuando las bacterias ya las cargan en sus genes, o extrínsecas, si las adoptan de otro microorganismo o del ambiente.
Rodolfo García Contreras, de la Facultad de Medicina, detalló que otra aproximación que abordan es estudiar en la farmacopea actual medicamentos que se usan para otros fines, como anticancerígenos, antiinflamatorios o antidepresivos, e identificar a los que tengan un efecto antimicrobiano para utilizarlos contra esas cepas resistentes.
“También nos centramos en atacar la virulencia, no el crecimiento de estas bacterias; es decir, combatimos su capacidad de hacer daño”. Además, estudian qué moléculas pueden atenuar la producción de la virulencia, para disminuir el daño en los pacientes.
jpe