En la edad adulta es común tener entre 10 y 40 lunares repartidos en distintas zonas del cuerpo; sin embargo, en los recién nacidos es poco frecuente encontrar estas marcas. “Solamente 1% de los bebés nace con lunares, ya que su aparición comienza entre los seis y 12 meses de edad”, afirma la dermatóloga Jatziri Chávez.

Las manchas cafés que todos tenemos –surgidas debido a la multiplicación de las células de color– se conocen como nevos melanocíticos , mientras que los lunares registrados desde el nacimiento reciben el nombre de nevos congénitos . Si bien ambos deben monitorearse periódicamente, las imperfecciones en los pequeños requieren de atención especial.

“Los nevos congénitos presentan un riesgo mayor de ser malignos. Cuando se tiene un lunar grande, la probabilidad de desarrollar melanoma antes de los 15 años va de cinco a 12%, por eso es importante someter a revisión los lunares de los recién nacidos”, explica la especialista.

No solo hay que llevar control del número de lunares, sino también de cualquier cambio de forma, tamaño o color, lo cual puede indicar alguna anormalidad. En caso de notar diferencias, es recomendable acudir con un dermatólogo, para que evalúe la situación.

Su aparición depende de la herencia genética , así como de tener la piel, el cabello y los ojos de color claro, pues estos factores aumentan las probabilidades de que surjan más conforme el pequeño va creciendo. De acuerdo con Chávez Bernal, cerca de los 25 años de edad es cuando dichas imperfecciones dejan de desarrollarse, tanto en número como en dimensión.

Atención oportuna

La revisión de la piel, por parte de un especialista, ayudará a reconocer el tipo de mancha. “Además de las comunes, hay marcas que vienen con el nacimiento y perduran en la vida adulta, por ejemplo, los lunares rojos, que son malformaciones vasculares. La mancha salmón también es común y se distingue por su color rojizo, que suele acentuarse cuando el bebé llora o está molesto”, advierte.

Después del baño o cuando se cambia su ropa es buen momento para revisar la piel del pequeño. La detección temprana es decisiva para el tratamiento y cura de los lunares malignos, con miras a atender de inmediato cualquier señal de alerta.

jpe

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