Aunque la muerte es inevitable para todo ser humano, no deja de producir desconcierto, temor y tristeza. Ya sea la propia, de un familiar o ser querido, es un hecho que no deseamos experimentar.
Quizá por eso surge la tanatología , aceptada como ciencia desde los años cincuenta, la cual “permite identificar, comprender y sanar las heridas por las pérdidas que se han tenido a lo largo de la vida y que pueden provocar reacciones descontroladas. De manera ortodoxa, significa acompañar a una persona ante una muerte”, afirma Miriam Israel, tanatóloga paliativista.
Su finalidad es ayudar a afrontar el duelo, el miedo y la desesperanza , además de dar plenitud a la vida antes, durante y después de la pérdida de un ser querido. Y es que, según la especialista, la pérdida que no se trabaja, se acumula.
"Inconscientemente, formamos un caparazón que nos cubre para que el dolor ya no penetre, pero no nos damos cuenta que también nos volvemos insensibles. Por eso, ante una pérdida significativa, vale la pena acudir a una terapia con un tanatólogo y, en el camino, quizá salgan otras que no se han resuelto”, dice.
Las ventajas
La tanatología nos anima a “observar nuestras pérdidas, así como a cerrar cada capítulo de duelo y pérdida que aún mantenemos abiertos. No es solo la pérdida por la muerte de un ser querido o familiar, también lo puede ser de una mascota, de un trabajo”, comenta.
También permite comprender las fases del duelo: negación, enojo o ira, negociación , culpa, depresión, hasta llegar a la aceptación. Además, “permite evitar el desgaste físico , emocional y material”.
jpe