Pequeñas dosis de radiación ultravioleta (UV) son esenciales para el ser humano, por ejemplo para la producción de vitamina D en el organismo, pero cuando se exceden las dosis sin que el cuerpo tenga la protección adecuada, la radiación ultravioleta se convierte en un arma mutagénica. Este término que parece el título de una película de ciencia ficción, puede convertirse en la antesala del cáncer en la piel. Los rayos UV forman una serie de reacciones químicas que provocan deformaciones en las cadenas de ADN, dando como resultado peligrosos cambios celulares.
Tipos de cáncer
La especialista señala que los tipos de cáncer de piel que se observan principalmente son tres. El principal es el carcinoma basocelular, que se observa en nuestro país con una prevalencia de 74%. Le sigue en frecuencia el carcinoma epidermoide, con una prevalencia de 14%. Finalmente, sigue el melanoma con una prevalencia del 3%. “Particularmente en la población menor de 40 años se modifican las tendencias de los cánceres de mayor prevalencia: el número uno en este grupo es el basocelular, pero con 52%; le sigue el melanoma con 39%. En este grupo al final aparece el epidermoide con 9%”.
Llergo explica que estas modificaciones tienen que ver con el origen multifactorial de la enfermedad en donde el número uno es el factor ambiental, la exposición solar, que genera fotocarcinogenesis por inmunopresión. Con el cambio de estilo de vida y la necesidad de lucir el bronceado como símbolo de estatus, se intensifica la exposición solar y se alteran los mecanismos de reparación del ADN que van a modificar las estructuras celulares.
“Además de la exposición a la radiación ultravioleta, la genética también juega un papel muy importante en el desarrollo de un cáncer de piel. Hay activación de oncogenes y se inactivan genes que son supresores de tumores. Es así que los factores genéticos también participan en el desarrollo de estas afecciones”, señala y agrega que otro factor de riesgo para desarrollar cáncer de piel es tener un fototipo de piel claro, pues hay una clasificación utilizada en dermatología que va del 1 al 6, dependiendo de la coloración. “Los tonos claros corresponden al 1 y 2. Se trata de pieles que tienen mayor susceptibilidad para quemarse y desarrollar lesiones. Tres o más quemaduras solares antes de los veinte años de edad también conforman un factor de riesgo para cáncer de piel”.
Sin embargo, un tono más obscuro de piel, no exime el uso de protección solar. Según información de la clínica de Oncodermatología de la UNAM, aunque la piel de los mexicanos sea en su mayoría morena, esto no significa que resista mucho más el sol y tenga menos posibilidades de desarrollar cáncer porque además el ser genéticamente mestizos nos hace portadores de genes caucásicos, susceptibles a padecerlo.
Se considera que el carcinoma basocelular es el tumor más frecuente, pero crece muy lentamente y en el 95 % de los casos no hace metástasis. El tipo epidermoide es más agresivo porque invade ganglios y esto facilita su extensión a otros órganos. El más agresivo de los tres es el melanoma.
Cuando calienta el Sol
La dermatóloga señala que una medida fundamental contra este tipo de padecimientos es un buen uso de la fotoprotección que debe ser rutinaria, no sólo en los periodos vacacionales junto a la playa. Se debe aplicar una cantidad suficiente incluso varias veces al día. Puntualiza que este tipo de costumbre no está arraigada y el costo se va acumulando en nuestra piel también con otros efectos previos como manchas y envejecimiento prematuro.
Explica que esto también implica un trabajo para los padres para lograr que sea un hábito establecido desde la niñez. La recomendación es inculcar esta rutina a partir de los dos años y que los niños entiendan su importancia, especialmente en ciudades como la nuestra, de gran altitud, donde los efectos del sol se vuelven más peligrosos.
La OMS considera que cada mil metros de incremento de la altitud, ocasiona que la intensidad de la radiación UV aumente de 10 a 12%. La CDMX se encuentra en una posición que le permite recibir la radiación del sol durante todo el año, además por su altitud está expuesta a un 20% más de radiación ultravioleta con respecto al nivel del mar. Por otra parte, aunque la intensidad de la radiación UV es máxima cuando no hay nubes, también puede ser alta con nubosidad. Hasta el 80% de la radiación UV solar puede atravesar nubes poco densas y la dispersión puede producir el mismo efecto que la reflexión por diferentes superficies, aumentando la intensidad total. Otro mito es que el agua proporciona una protección total contra la radiación. En realidad, dentro del agua la protección es mínima y, de hecho, los reflejos del agua son capaces de aumentar la exposición.
Para calcular este impacto, las organizaciones internacionales han establecido un Índice Solar Mundial (IUV) que es una medida que califica la intensidad de la radiación UV solar. El índice se expresa como un valor superior a cero, y cuanto más alto, mayor es la probabilidad de lesiones cutáneas y oculares. El Sistema de Monitoreo Atmosférico (SIMAT) de la CDMX tiene un programa continuo de monitoreo de los niveles de radiación solar ultravioleta que se difunden cada hora y el cual utiliza las recomendaciones establecidas por la OMS.
Áreas enrojecidas en la piel y que descaman durante la palpación, pueden ser el aviso de una lesión precancerosa. “Se notan cambios de textura, áreas rasposas, pero también puede manifestarse ya una lesión de cáncer. En este caso se trata de una neoformación, un crecimiento nuevo en la piel que puede semejar una mancha con discreta elevación ulcerada y con costra, pero que no cicatriza a pesar de que pasa el tiempo”. Enfatiza que una lesión de este tipo puede partir también de un lunar que está desde hace mucho tiempo en nuestra piel, pero que empieza a modificarse en varios aspectos.
“Nos referimos al ABCDE, como una regla para recordar las palabras que dan inicio a cómo debemos revisar una mancha o lunar que empieza a crecer de forma asimétrica, con bordes irregulares, coloración heterogénea (intercalando tonos más claros, incluso blanquecinos, y obscuros) y con diámetro y evolución sospechosa”. Puntualiza que esto no significa que cualquier aparición de un lunar sea una alarma, pero si empieza a modificarse con diferentes características, puede ser una pista. “Estos son datos que conviene identificar para acudir con un especialista y no dejar pasar más tiempo”.
Después de realizar una dermatoscopia, el especialista va a tomar biopsia de piel y de la lesión para obtener el diagnóstico lo antes posible. “El cáncer de piel es curable: el basocelular, epidermoide, incluso el melanoma. Este último es el más agresivo, pero cuando se detecta a tiempo no tiene que ser una sentencia de muerte, el riesgo está cuando hace metástasis y se va a otros órganos. Es por esto vital subrayar la importancia de la detección temprana”.