No basta con separar los residuos, se requiere asumir el reciclaje de manera integral. Dave Hakkens empezó un proyecto hace una década que se ha convertido en un movimiento global. Nacido en los Países Bajos, comenzó a trabajar en el proyecto Precious Plastic como parte de sus estudios en la Academia de Diseño de Eindhoven. Propuso un proyecto de reciclaje de plástico de hardware abierto que se basa en una serie de máquinas y herramientas que muelen, funden e inyectan plástico reciclado, permitiendo la creación de nuevos productos a partir de plástico reciclado a pequeña escala.
Su utopía es que todos puedan construir un taller de reciclaje propio basado en materiales y herramientas básicas, económicas y fáciles de encontrar en todo el mundo. El proyecto ha hecho eco, evolucionando en cuatro etapas que han sumado otras propuestas, como un bazar en línea que le permite a la comunidad global vender las cosas que se han fabricado con plástico reciclado, y también ofrecer partes de las máquinas y herramientas para construirlas. Con una comunidad en diferentes países (incluido México) con más de 10 mil miembros, se van ampliando técnicas y ejemplos de productos de lo que puede crearse con un material que puede tardar cientos de años en degradarse.
Hakkens pusó su granito de arena en contra de la exponencial generación de residuos sólidos, o dicho de otra forma, quitó un granito de plástico para un problema de dimensiones catastróficas.
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Se estima que la generación de residuos sólidos pasará de 2 mil 300 millones de toneladas a 3 mil 800 para 2050. Las malas prácticas de eliminación de residuos le cuestan al planeta 500 mil millones de dólares al año.
Día Mundial del Reciclaje
Hace 20 años se empezó a diseñar el Día Mundial del Reciclaje. En 2004, durante la cumbre del G8, la reunión de países desarrollados para tratar temas de interés global, se presentó la iniciativa de las tres erres o 3R (Reciclar, Reducir y Reutilizar), que busca crear una estrategia sobre los hábitos de consumo y manejo de los residuos para minimizar el impacto de los desechos que se producen en hogares e industrias.
Se le denomina reciclar a la acción de convertir materiales de desecho en materia prima o en otros productos que puedan ser incorporados de manera directa o indirecta a un ciclo de producción o consumo. Reducir implica minimizar los volúmenes de basura que se generan, potenciando la utilidad de bienes y servicios que generalmente usamos. De esta misma forma, reutilizar significa prolongar la vida de cada producto, dándoles una nueva oportunidad de uso.
De esta forma, en 2005 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) finalmente proclamó el 17 de mayo como el Día Mundial del Reciclaje, con el fin de crear conciencia y promover el reciclaje de todo tipo de residuos. El objetivo es reducir los volúmenes de desechos generados y reutilizar los materiales para minimizar la huella ecológica de carbono con el fin de no contribuir al cambio climático, mediante la protección al medio ambiente.
De acuerdo con la Unesco, el 99% de lo que se consume, se desecha en un periodo de 6 meses, además que no se aprovechan adecuadamente los residuos orgánicos compostables que representan el 44%. Cada año se arrojan más de 10 millones de toneladas de residuos a los océanos con el impacto más evidente de los plásticos que al final se convierten en microplásticos que invaden cielo, mar y tierra.
Los textiles representan aproximadamente el 9% de los residuos anuales de microplásticos en los océanos. Esta industria se ha convertido en una de las más contaminantes en la actualidad: se considera que es responsable de aproximadamente del 2 al 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo.
La industria textil consume alrededor de 215 billones de litros de agua al año, y justo en esta industria el reciclaje es uno de los procesos más accesibles tanto para la producción a pequeña como a gran escala. El proceso de transformación de subproductos, materiales de desecho, productos inútiles o no deseados, en nuevos materiales o productos percibidos como de mayor calidad, está siendo asumido por muchas microempresas que están contra la llamada “moda rápida” y proponen medios más artesanales para crear diferentes prendas y objetos sin consumir más recursos.
Uno de los países que más problemas ha tenido con la producción de los insumos, así como los desechos de la industria textil es la India. El cultivo del algodón consume enormes volúmenes de agua, además de que los campos dedicados al monocultivo agotan los nutrientes del suelo. Los tintes químicos, por otra parte, contaminan cuerpos hídricos.
Además, los trabajadores de esta industria están mal pagados y la mayoría son mujeres. Bajo este escenario, se han desarrollado multiples proyectos que tienen como finalidad lograr una industria sostenible. El apoyo, incluso, ha venido desde el gobierno, apoyando pequeñas empresas con propuestas más artísticas que transforman prendas y reutilizan recursos.
En México, el camino aún es largo para todo tipo de desechos. Una persona produce casi un kilo de residuos sólidos al día; en total, se generan 42 millones de toneladas al año. De los desechos producidos, más del 70% termina en rellenos sanitarios. El problema es que como los desechos no se separan adecuadamente desde el origen, al mezclarlos pierden su valor. En otros países, la separación de materiales es estricta y aunque se premia a los habitantes de diferentes formas, la conciencia ambiental es uno de los principales incentivos.
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Las otras tres R del reciclado
Existen otras “tres erres” que se han sumado a la ecuación. Se trata de repensar, reestructurar y redistribuir. La idea de estos nuevos términos es repensar la forma de vida en la que estamos inmersos, tomando en cuenta las necesidades básicas para diferenciarlas de las que no lo son para dejar de producir bienes innecesarios y efímeros. La idea es lograr concentrarse en las necesidades de todos reestructurando un sistema económico de economía circular con una redistribución más equitativa de los recursos.
Pese a las buenas intenciones, según un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), sólo una drástica reducción de la generación de residuos garantizará un futuro habitable y asequible. El estudio titulado Fin de la era de residuos: transformación de la basura en recursos. Perspectiva Mundial de la Gestión de Residuos 2024 realizó evaluaciones del ciclo de vida de los reiduos para explorar varios escenarios que lleven a la sociedad a integrarse a una sociedad de economía circular con el objetivo de “cero desechos”. Se exploró lo que el mundo podría ganar o perder con medidas tibias, medias o radicales
En 2020, el costo directo mundial de la gestión de residuos se estimó en 252 mil millones de dólares. Sin embargo, si se tienen en cuenta los costes ocultos de la contaminación, la insalubridad y el cambio climático derivados de las malas prácticas de eliminación de residuos, el precio se eleva a 361 mil millones de dólares. Si no se toman medidas urgentes en materia de gestión de residuos, en 2050 este costo mundial podría casi duplicarse hasta alcanzar más de 640 mil millones de dólares.
El impacto económico trae insertos muchos problemas que finalmente se traducen en pérdida de habitats y vida en nuestro planeta. En contraste, la adopción de medidas más radicales para evitar los residuos, prácticas empresariales sostenibles (reales, más allá de simples tácticas de maquillaje) y una gestión completa de los residuos, podría generar un beneficio total de 150 mil millones de dólares al año.
La Directora Ejecutiva de PNUMA, Inger Andersen, ha dicho que la generación de desechos está intrínsecamente ligada al PIB, y muchas economías de rápido crecimiento están luchando bajo la carga del rápido crecimiento de los desechos, por lo que identificar estrategias para acabar con esta tendencia se está convirtiendo en una cuestión vital para garantizar un planeta habitable para futuras generaciones.