Investigadores del Departamento de Dinámica Terrestre Superficial del Instituto de Geología (IG) de la UNAM, encabezados por Socorro Lozano, reconstruyen la evolución paleoambiental del centro del país, desde el golfo de México hasta el océano Pacífico, a partir del análisis de granos de polen fósil hallados en sedimentos lacustres.

El impacto antropogénico fue temprano en muchas de las cuencas de México. Hace unos 5 mil-4 mil años, grupos de humanos ya se movían en los alrededores del lago de Zirahuén, en Michoacán. Un indicio de esto son los granos de polen de maíz fósil que se encontraron en los sedimentos de dicho lago.

De la cuenca de México no se tienen suficientes datos de hace 5 mil años. El registro lacustre y ambiental no es bueno porque se removieron sedimentos y sobre los lagos se construyeron chinampas, particularmente en el lago de Chalco.

“Entonces, mucha gente (es difícil saber cuánta) vivía en esta cuenca por su abundancia de recursos naturales (pesca, caza y bosques) y por su altura, que impedía la llegada de ciertos agentes infecciosos. Hoy en día, el paisaje está totalmente alterado”, dice Lozano.

En cambio, en la cuenca del Lerma, el impacto antropogénico se ha registrado mejor. Ahí se han encontrado muchos granos de polen de maíz de hace 4 mil años.

Lago de Chalco

Uno de los lagos mexicanos más estudiados por Lozano y sus colaboradores es el de Chalco. Primero obtuvieron una secuencia de 20 metros de sedimentos. Y recientemente, como parte de un proyecto con las universidades de Minnesota, Nuevo México y Pittsburgh (Estados Unidos), Birmingham (Inglaterra), Técnica de Brunswick (Alemania) y el Instituto Pirenáico de Ecología (España), perforaron otra de 554 metros.

“Sabemos cómo evolucionó el ambiente desde que se formó este lago. Hace 22 mil años, un paisaje de bosques de coníferas con pastizales dominaba en sus alrededores y el clima era muy frío”, asegura la palinóloga universitaria.

Sin embargo, cuando el ambiente comenzó a calentarse al inicio del presente periodo interglacial (hace 11 mil años), la vegetación migró altitudinalmente. Las plantas que no se adaptaron al calentamiento se extinguieron. En los últimos 10 mil años, los bosques de pinos, encinos y Abies, entre otros, ocuparon zonas antes cubiertas por glaciares.

Luego aparecieron los primeros humanos que cultivaron el maíz, y todo se alteró. Por la deforestación y la quema de madera desaparecieron bosques enteros, como indican las partículas de carbón fósil recolectadas por Lozano y sus colaboradores.

Los mexicas hicieron un albardón para que las aguas salobres de Texcoco no se mezclaran con las dulces de los lagos del sur. Pero el agua del lago de Chalco no siempre fue dulce. Hace más de 12 mil años era salobre.

“Encontré un indicador de cambios de salinidad: un palinoformo asociado a diatomeas, las cuales son microalgas que crecen y se preservan, por su cubierta silícica, en condiciones muy salobres. Hace 80 mil-12 mil años, el lago fluctuó entre condiciones más o menos salobres y hace unos 12 mil años se convirtió en un lago de agua dulce”, informa Socorro Lozano.

Calentamiento global

Lozano y sus colaboradores analizan ahora, con el registro del lago de Chalco, qué pasó en el sur de la cuenca de México hace 125 mil años, durante el periodo Emiano (anterior al interglacial), cuando el clima de la Tierra era más caliente que ahora por dos o tres grados.

De todos los lagos del centro de nuestro país, el de Chalco tiene un registro lacustre que permite ver que la composición de la vegetación de entonces era termófila, es decir, estaba compuesta por algunos elementos de selva baja que ahora viven mil metros más abajo, y bosques de pinos piñoneros que crecen en condiciones más secas.

“El calentamiento global de hace 125 mil años se debió a parámetros orbitales del planeta que llevaron de un periodo frío (glacial) a uno caliente (interglacial). El clima terráqueo así ha funcionado en los últimos 2 millones de años”, asegura la investigadora.

Actualmente estamos en un periodo cálido llamado Holoceno. En los registros de los núcleos de hielo se observa cómo ha aumentado la temperatura.

Además, todos los modelos muestran una tendencia a un aumento de la temperatura global, no regional, debida, en buena medida, a la emisión de gases de efecto invernadero y a otras alteraciones del planeta originadas por los humanos.

“Diversos grupos de investigación están dedicados a estudiar periodos interglaciales como el actual para saber qué nos espera en el futuro si el planeta se sigue calentando. También hay que decir que algunos niegan este calentamiento”, finaliza Lozano.

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