Los posibles casos de reinfección por SARS-CoV-2 también han llegado a México. Recientemente se dio a conocer un caso reportado por la Unidad de Investigación Médica en Inmunoquímica (UIMIQ) . Se trata de una residente de 27 años adscrita al servicio de Medicina Interna que podría haber contraído la enfermedad una segunda vez, pero esta condición aún no ha podido ser confirmada. En un comunicado oficial, el IMSS señaló que el caso de posible reinfección por Covid-19 en nuestro país podría tratarse de una probable infección crónica que aún se tiene en protocolo de investigación.
Este tipo de casos sospechosos han ido apareciendo en todo el mundo, pero sin confirmación se convierten en anécdota en lugar de sumar datos consistentes. Para confirmar una reinfección se requieren una serie de condiciones que no son fáciles de lograr: una prueba positiva de PCR, después una negativa (para asegurar que se superó la primera infección) y la confirmación posterior de otra positiva. Además de secuenciaciones que demuestren mutaciones diferentes del virus y no la reincidencia del mismo.
El primer caso realmente confirmado de reinfección en el mundo se anunció hace una semana. Kwok-Yung Yuen, un microbiólogo de la Universidad de Hong Kong , y su equipo de especialistas, determinó que un hombre de 33 años había sido infectado en momentos diferentes por dos versiones del virus. La primera vez lo atacó una variante que circuló en Estados Unidos e Inglaterra durante marzo y abril; y la segunda ocasión, el hombre fue contagiado por una mutación del virus que apareció en Suiza durante julio y agosto. Se buscaron las diferencias en el modelo genético de cada una de las infecciones del paciente y los virus de cada ataque de Covid-19 diferían en 24 nucleótidos, los componentes básicos que componen el ARN del virus.
A lo largo de la pandemia han surgido (y siguen reportándose) varios informes de pacientes que se habían recuperado de una infección para volver a enfermarse de Covid-19 meses después, pero el caso de Hong Kong fue el primero en brindar la evidencia genética necesaria para confirmar una reinfección y no una recaída. La primera vez que el hombre se infectó tuvo fiebre, tos, dolor de garganta y de cabeza durante tres días. Su examen marcó positivo el 26 de marzo y fue ingresado en un hospital en Hong Kong tres días después. Posteriormente se recuperó y se obtuvo una muestra negativa de la muestra de PCR .
Sin embargo, el hombre dio nuevamente positivo en una prueba tomada más de cuatro meses después, el 15 de agosto, cuando era examinado al regresar al aeropuerto de Hong Kong desde España . Fue allí cuando su caso llamó la atención de los especialistas y secuenciaron la muestra de la nueva infección. Los datos genéticos confirmaron que el 24 de agosto el hombre había sido reinfectado con una nueva versión del virus 142 días después de su primera enfermedad, pero la segunda vez no mostró indicios de estar enfermo.
Virólogos de todo el mundo coinciden en que este tipo de casos no son comunes, pero de cierta forma son esperados. Es algo que sucede con otros patógenos que atacan las vías respiratorias. Poco a poco, otros casos confirmados de reinfecciones del SARS-CoV-2 han hecho eco en Bélgica, Países Bajos y EU.
La viróloga Marion Koopmans, asesora del gobierno holandés, ha dicho que el asunto no debe causar nerviosismo, pues aún se debe determinar la frecuencia con que suceden estos casos. Por otra parte, Sarah Cobey, epidemióloga y bióloga evolutiva de la Universidad de Chicago, también ha declarado que es importante recabar más pruebas de las segundas infecciones para entender la relación sobre qué tan comprometido queda el sistema inmune de cada individuo y cómo responde a un segundo episodio infeccioso. Aún falta un camino largo para entender las excepciones y las reglas.
Sin embargo, la posibilidad de que las personas puedan contagiarse nuevamente del virus provocó una nueva oleada de temor ligada a diferentes conceptos, como mutación, cepa e inmunidad, palabras que han sido repetidas sin la contextualización necesaria y que convendría entender mejor para analizar con mesura lo que en este momento significaría una reinfección.
“Las mutaciones, por ejemplo, tienen un contexto de película de terror”, dice la connotada viróloga mexicana Susana López Charretón, pero acota que simplemente se trata de adaptaciones en la naturaleza de los virus que no necesariamente son un aviso de que algo va mal, sobre todo pensando en el marco de esta pandemia; simplemente son cambios en la evolución natural de los microorganismos.
Con el caso de Hong Kong, “el monstruo mutante” surgió de nuevo, pero el retrato, en realidad, no es tan desfavorecedor. López Charretón explica que los virus de ARN cambian constantemente. “Se detectaron 24 cambios con respecto a la primera secuencia del virus que se aisló y en una secuencia de 30 mil letras no es nada”, señala y apunta que este tipo de virus se replican y cometen errores. Muchos de estos cambios no sirven para nada y esos virus no se pueden volver a replicar, pero otros permanecen con una ventaja y se seleccionan. “La palabra mutación se ha rodeado de un contexto negativo siempre, pero en realidad son variaciones que pueden ser tanto para bien como para mal”.
Hay virus donde esta variabilidad sí es más evidente. La investigadora del Instituto de Biología de la UNAM menciona el ejemplo del virus de la hepatitis, que cambia tanto que la gente que toma antivirales para controlar la infección tiene que hacer rotaciones frecuentes de los tratamientos para evitar la resistencia. Esto también complica la creación de una vacuna para ese tipo de hepatitis. El genoma del SARS-CoV-2 es más grande y eso también ayuda a que cambie relativamente menos rápido, además los coronavirus tienen una especie de editor que también contribuye a la aparición de menos errores.
No es lo mismo mutación que cepa. López aclara que cepa es cuando ya dos virus son tan diferentes que realmente ameritan una distinción no sólo por la secuencia en el genoma, sino por características biológicas que permitan hacer una clara diferenciación. “El contexto de cepas ya muestra un cambio que conlleva a una actividad diferente. Por ejemplo, en el caso del virus de polio hay tres cepas muy diferentes entre sí. Los anticuerpos que protegen contra una no protegen contra la otra y entonces las vacunas tienen que contener estas tres cepas porque aunque las cepas son ‘primas hermanas’, los anticuerpos producidos frente a una no son buenos frente a la otra”.
La divulgadora señala que en el caso del SARS-CoV-2 no se puede hablar aún de cepas diferentes, porque el virus tendría que mostrar un comportamiento diferente, más virulento, con efectos más severos y eso, en realidad, aún no se ve. “Todavía en este coronavirus sólo hay una cepa. Se ha notado mucho un cambio que es una glicina (G) por un aspártico (D), que parecería separar a dos poblaciones, pero todavía no se clasificarían como cepas diferentes porque todavía no hay ninguna función biológica que demuestre que se puedan distinguir más por ese cambio en su estructura”.
Las distintas respuestas de las dos variantes de virus con las que fue infectado el hombre de Hong Kong también generan nuevos cuestionamientos sobre la inmunidad natural que provoca el virus, un tema aún con muchos vacíos, pues a sólo ocho meses de la llegada del SARS-CoV-2 realmente no hay estudios más robustos sobre el tema. “Cuando apareció el virus en China, los especialistas sólo trataban que no murieran más personas, pero no planearon inmediatamente seguir a los infectados para rastrear su inmunidad durante meses. La práctica en el seguimiento de cientos de personas es muy compleja, pero se ha visto que los anticuerpos duran por lo menos cuatro meses”, señala la viróloga.
“Aunque en el caso de Hong Kong el hombre se volvió a infectar, no se volvió a enfermar y esto en realidad pasa con muchas infecciones”, señala López, quien apunta que aunque su sistema inmunológico no se activó lo suficiente para prevenir la infección, se activó para protegerlo de la enfermedad porque la segunda vez resultó sin síntomas. Lo que aún no se ha podido establecer es qué tan contagiosa pueda seguir siendo una persona con una reinfección sin manifestar síntomas, por lo que las medidas de distancia y el uso del cubrebocas se deben mantener como una medida de seguridad necesaria.
“Cuando te vacunan de sarampión tienes anticuerpos y quizá después te puedas infectar pero no enfermarte porque los anticuerpos controlan la replicación del virus antes de que te cause enfermedad, seguramente los anticuerpos de esta persona le sirvieron de protección”. La científica señala que, finalmente ese, es el objetivo de todas las vacunas, darle memoria al sistema inmune, potenciarlo para que la protección dure lo más posible, por lo menos un año.
Especialistas como Paul Bieniasz, virólogo de la Universidad de Rockefeller en Nueva York, han señalado que de hecho en el caso del SARS-CoV-2 las reinfecciones podrían ser más comunes de lo pensado e incluso podrían contribuir a la inmunidad de grupo; sin embargo, hasta ahora la verdadera esperanza para lograr la inmunidad de las poblaciones sigue estando en desencadenar una respuesta más sólida a través de las vacunas y, mientras tanto, seguir con las medidas de protección como hábito cotidiano.