Es conocida como "la maestra reguladora de la reproducción" porque controla la producción tanto de espermatozoides como de ovarios.
Pero también puede tener un fuerte impacto en nuestro apetito sexual y en nuestro estado anímico.
Hablamos de la kisspeptina, una hormona descubierta hace menos de 25 años. Entonces, sin embargo, fue llamada metasina y no recibió su nombre actual hasta 2001.
Es secretada principalmente en el hipotálamo (en el centro del cerebro), pero también en la placenta.
Sus receptores se encuentran repartidos por todo el cuerpo y está codificada por el gen 'Kiss1' (del cual toma el nombre), que juega un papel importante en la supresión de la metástasis del cáncer de mama y el melanoma en seres humanos.
Los científicos del Imperial College de Londres, un reputado centro de estudios y de investigaciones científicas, estudiaron el comportamiento de esta hormona y sus resultados fueron recientemente publicados en la revista especializada Journal of Clinical Investigation Insight.
Los expertos descubrieron que esta hormona puede potenciar algunos circuitos de nuestro cerebro asociados al comportamiento sexual y a nuestro estado de ánimo, lo que abre la posibilidad de que se pueda usar para tratar la depresión, sugiere Waljit Dhillo, investigador y profesor de Medicina en el Imperial College y líder del estudio.
Eleva el deseo sexual...
Hasta ahora se sabía que la hormona afectaba al apetito sexual cuando había algún estímulo. Pero los científicos comprobaron en un experimento con 30 voluntarios que la kisspeptina actuaba también cuando el cerebro estaba en estado de reposo, un efecto vinculado con la excitación y el deseo sexual.
Conocer cómo funciona nuestro cerebro en reposo es importante porque permite identificar redes cerebrales de gran tamaño que tienen un papel relevante en ciertos trastornos psicológicos y conocer las hormonas que operan sobre ellos puede ayudar a encontrar medicamentos que los regulen.
Los investigadores observaron que la hormona estimulaba áreas del cerebro involucradas en el estado de ánimo, lo que puede ayudar a tratar ciertos trastornos psicológicos.
"La información obtenida [tras la investigación] sugiere que se podría usar la hormona para tratar enfermedades que tengan que ver con la depresión", remarcó Dhillo.
Según el doctor Alexander Cominos, también del Imperial College, esta hormona tiene un gran impacto en todo el cerebro. "Nuestros hallazgos sugieren que puede influir en toda la red cerebral, incluso cuando no estamos haciendo nada".
Otros estudios vinculan también el papel de esta hormona con la experimentación del amor y de sentimientos románticos por la influencia que tiene la kisspeptina en cómo manejamos las emociones.
Sin embargo, no hay resultados concluyentes que avalen esta teoría.